Permiso para compartir con ustedes un suceso personal ¿sale? Miércoles 11 de abril de 1979, es decir, hace 42 años, Ana Rose me brindó la oportunidad de aceptarme en matrimonio, lo que, sin lugar a dudas, con su mar de amor, cambió el rumbo de mi vida ¡Suertudo de mí! Y vámonos a lo que sigue.
Sol, arena, música sin parar, alcohol a todas horas, irresponsabilidad de los enfiestados y autoridades omisas de sus obligaciones de hacer guardar el orden ciudadano, han convertido a nuestro puerto en un destino turístico ideal para cometer impunemente desmanes de todo tipo, tal y como lo acabamos de ver en los recientes días de Semana Santa, y en menor escala, durante la de Pascua.
A lo largo de esta temporada vacacional, se vivieron noches de festejo irrefrenable, incluidos desnudos públicos, todo lo cual, choca con el concepto de “destino turístico familiar” que se ha pretendido vender en los promocionales turísticos desarrollados por las agrupaciones hoteleras locales.
Sin duda alguna, los tanteos del gobierno estatal para mover la economía turística fueron buenos, ya que los negocios turísticos formales recibieron recursos que fueron como una bocanada de oxígeno para la sobrevivencia de las empresas. Y por supuesto, para los informales, significó una buena tajada del pastel sin pagar un peso de impuestos.
Ahora, solo queda esperar cuál será el impacto que tendrá el haber relajado las medidas sanitarias para prevenir la propalación de contagios. Esperemos que las consecuencias de dicha decisión, no alcance niveles de alarma que obliguen a un nuevo cierre o restricción en la operación de los negocios, ya que, de suceder así, saldrá más caro el caldo que las albóndigas.
Entre la mayoría de los empresarios y prestadores de servicios turísticos hay caras de alivio por los ingresos recibidos durante el recién terminado receso vacacional y a lo bueno, dice la conseja popular, no hay que buscarle peros, lo cual es procedente en una visión de inmediatez, sin embargo, aún dentro de la satisfacción que se vive, es válido que se entre en la reflexión acerca del segmento del mercado turístico que pretendemos captar.
Si se trata de conservar el turismo “ballenero” y juguetón, vamos por buen camino y hagamos lo necesario para conservarlo y no molestarlo en la vía pública “pues a eso vienen”, según lo percibe el ahora candidato a la reelección a la alcaldía Luis Guillermo Benítez Torres y para estar en dicha frecuencia, pues vamos adecuando la normativa de Alcoholes para liberar la venta de bebidas embriagantes, a la eliminación de horarios de funcionamiento y al expendio de bebidas espirituosas bajo el formato de ambulantaje.
También elimínese del Bando de Policía y Buen Gobierno, la prohibición de ingerir alcohol en la vía pública, la norma que regula la emisión de ruido musical y promovamos la inversión enfocada a una segunda casa, la cual termina, en la mayoría de los casos, como parte del hospedaje informal, cuyos efectos, ya se empiezan a sentir en las empresas del ramo.
No está complicado para las autoridades locales tomar lo propuesto con la ventaja de que se quitarían la monserga que les representa la crítica de que son remisas en el cumplimiento de sus obligaciones.
Pero si la intención es cuesta arriba para lograr consolidar un buen lugar en el segmento del turismo familiar y a darle forma a la intención de gran aliento, por conquistar el mercado llamado de gran turismo, dar los primeros pasos tampoco resulta complicado. Es cosa de cumplir y hacer cumplir lo necesario para rescatar el orden público, aplicarse a ofrecer servicios municipales de calidad y promover el incremento de atractivos de esparcimiento como lo son los proyectos del parque central y el nuevo acuario.
Hoy que estamos de moda, urge una redefinición de nuestro puerto como destino turístico, digo, si es que queremos entrar a competir en las grandes ligas del redituable negocio turístico y sí no es por ahí la tirada, pues que siga la fiesta ¡Buenos días!
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