La campaña política en Sinaloa

LETRAS DE MAQUÍO

Al regresar a escribir mi artículo para El Universal, a escasos días de haber iniciado mi campaña como candidato por el Partido Acción Nacional a la gubernatura del estado de Sinaloa, quiero destacar algunas cuestiones que pienso pueden ser de interés para el lector.

El día 18 de mayo, en nutrida convención de más de mil 500 delegados del PAN, fui electo por mayoría como candidato para encabezar la lucha que lleve a Sinaloa a democratizarse. Lucharemos por conquistar 18 presidencias municipales y las 23 diputaciones en el estado que me vio nacer.

Por contraparte el Gran Dedo, utilizando los servicios de la paraestatal más cara e improductiva del País (el PRI), apuntó a Francisco Labastida Ochoa. Hoy, al igual que hace seis años, se nominó un virrey amigo del Presidente, Secretario de Estado y miembro del partido oficial.

El resultado no fue bueno, como cualquier sinaloense puede atestiguar, pero el nuevo candidato oficial critica la violencia, la corrupción, el narcotráfico, el alcoholismo, la falta de diálogo con el pueblo, la prepotencia y todo lo que su partido apoyó y propició con su consentimiento.

Durante la convención se leyó y discutió una plataforma política o plan de gobierno a seguir cuando el PAN llegue a regir los destinos del estado de Sinaloa. Fuimos el primer partido de tener plataforma y el único en discutirla abiertamente. Que no vengan pues, a atacarnos y difamarnos diciendo que no sabemos lo que queremos ni a dónde vamos.

Como pretendemos vertebrar la sociedad y lograr que se respete a las personas, y como para nosotros lo más importante es el pueblo y no su gobierno, empezamos el primer capítulo de nuestra plataforma hablando de persona (respeto a su dignidad), familia (célula básica de la sociedad), organizaciones intermedias (puentes entre el pueblo y el gobierno, que permiten la democracia efectiva) y cultura, porque sabemos el énfasis en el tener y en el hedonismo más que en el ser y el servir, que buscan el bien común.

El tercer punto que quiero mencionar es que nuestro opositor oficial, Francisco Labastida Ochoa, ha pregonado querer una campaña de altura sin caer en la diatriba y los ataques personales. ¡Ojalá y fuese realidad! Mi duda viene porque gatilleros intelectuales han soltado una campaña de difamación y ataques en los cuales, más que razonar en contra de nuestras posturas ideológicas, me han atacado por gordo (estoy gordo por terco y no dejarme) y acusado de ser narcotraficante (pregúntenle a los tres últimos presidentes de la República cuántas denuncias ha hecho al respecto). Me llaman barón queriendo desprestigiarme (siempre he sostenido que es peor ser aspirante a burgués que serlo). En fin, hechos son amores y estos han venido demostrando la demagogia oficial.

Otro punto interesante de nuestra campaña fue al inicio de la misma. En un Sinaloa donde la gente difícilmente cree en algo y menos en alguien, convocamos a un mitin de apertura de campaña, donde más de 8 mil personas libres se reunieron en el ejercicio de su voluntad libérrima para luchar por la democracia. No hubo acarreados, no hubo cláusula de exclusión ni presión alguna y los concurrentes terminaron cantando el jingle de nuestra campaña. Así es el anhelo por la democracia y la participación política que prevalece en Sinaloa.

No quiero terminar este artículo sin mencionar algo sobre la asistencia a los dos actos políticos que he mencionado. Pablo Emilio Madero, presidente del PAN, y su señora. Al primero asistieron 25 diputados federales de mi partido, Acción Nacional; los ex candidatos a las gubernaturas de Sonora (Adalberto Rosas) y Nuevo León (Fernando Canales), además de los candidatos a gobernadores de Chihuahua (Francisco Barrio), que llegó tarde y estuvo a punto de sufrir una tragedia por fallas en la avioneta en que se transportaba; el ingeniero Luis Mejía Guzmán, candidato a la gubernatura del estado de Michoacán, y Rodolfo Elizondo, quien tendrá su elección para gobernador de Durango, la misma fecha que Chihuahua: el 6 de julio. Vinieron, además, los presidentes de los comités regionales de Durango, Nuevo León, Sonora, Michoacán, Tamaulipas y Coahuila.

Finalmente, a reserva de alguna omisión involuntaria, quiero destacar la presencia de José Luis Coindreau, ex candidato a la Presidencia municipal de Monterrey.

Como puede apreciar el lector, el PAN se prepara para lograr sus primeras gubernaturas este año de 1986 y el cambio se dará en Durango, Chihuahua o Sinaloa, precisamente en tres estados vecinos en cuyo vértice, en Batopilas, nació el fundador de este partido: Manuel Gómez Morín.

Viernes 13 de junio, 1986.

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