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"Educación en la Familia"

"La confianza"

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EDUCACIÓN EN LA FAMILIA


    Es una cosa muy difícil vivir sin poder confiar en nadie y eso nos está pasando, no hace tanto tiempo éramos muy confiados y más felices, la realidad nos alcanzó y ya no es posible.

    Hoy, la norma es desconfiar primero y luego que te dé gusto haber tropezado con alguien en quien sí se puede confiar.

    El mundo se ha convertido en un lugar violento y competitivo, donde es una cosa de que enorgullecerse ganar, no importa cómo, la tranza y verle la cara a los inocentes o que están en la baba, el fraude, el robo, la infidelidad y muchas formas más, de modo de lograr que ya no se pueda confiar en nadie.

    La falta de confianza en los que nos rodean es causa de mucho estrés, pero cuando, además, tampoco en la familia podemos confiar, es la peor de las situaciones y causa de familias deshechas.

    Cómo se puede entregar todo en una relación si en cualquier momento el cónyuge puede salirnos con que “ya no siento nada por ti, me voy”, que es lo de todos los días, más se separan que los que se unen por algo es.

    Si a los mayores nos tiene tanta incertidumbre sin poder relajarnos, con los niños y jóvenes es peor, y si además son objeto de burlas es la escuela, es demasiado para ellos, entonces no tienen confianza ni en ellos mismos, el peor escenario para poder ser feliz alguna vez.

    La confianza es algo muy frágil, se puede perder fácilmente por una simple palabra fuera de lugar y no rectificar y pedir disculpas inmediatamente o en algún momento no lejano, y es difícil recuperar, como una copa de cristal que se rompe, por más que se pegue, queda frágil.

    Deben saber que la confianza es clave para desarrollar la autoestima de niños y mayores, falta de autoestima es precisamente falta de confianza en uno mismo, y los padres debemos procurar ayudarles a tenerse confianza, como siempre, comenzando por uno mismo.

    En esta casa no se dicen mentiras, para comenzar nadie, y teniendo claro el rumbo y los medios que vienen a ser las reglas de la casa, claras y firmes, que todos sepan a qué atenerse y las consecuencias de no seguirlas.

    La confianza se construye a través de los vínculos que se tejen con los demás y a través de las experiencias que se viven y es uno de los objetivos más importantes de la educación.

    Primero: saber que la confianza anima; darme cuenta que logré esto me anima a intentar lo otro, no es con regaños, castigos o mostrándoles sus fracasos, sino dando oportunidad de que logren hacer muchas cosas, primero simples, luego más complejas.

    Se sienten realizados, es mejor un “ánimo, tú puedes, vuelve a intentar”, hay que destacar el progreso hecho o una sonrisa de agradecimiento por el servicio que pretendía prestar. Y para ganar la confianza de los demás, necesita aprender también a ser responsables.

    Segundo, la confianza es contagiosa: comenzando por nosotros y la propia capacidad de ser buenos padres, intentando instruirnos, antes no había manera, hoy hay mucha publicación que ayuda, pero sin perder de vista que no existen los padres perfectos, todos metemos la pata, pero ayuda a que nos tengan confianza y a la propia confianza rectificar y disculparse.

    No nos comparemos con nadie, no es buena idea, nuestros hijos no podrían tener mejores padres que nosotros, que somos quienes los amamos y Dios nos eligió para ellos.

    Tercero, la confianza es una actitud exigente: exige tanto para quien la da como para quien la disfruta, no se trata de dejar que haga lo que quiera, más bien es establecer un pacto: “Espero algo de ti, sé que eres capaz de hacerlo y puedes contar conmigo para ayudarte”.

    Esta doble certeza “puedo hacerlo bien y mis padres están a mi lado, es un poderoso motor que permite progresar continuamente.

    La confianza puede hacer maravillas, pero el miedo a decepcionar puede generar catástrofes, tener demasiada confianza equivale a exigir demasiado, si ponemos el listón demasiado alto, los chicos se negarán a saltar, debe estar adaptada a las posibilidades reales y la edad del niño, o lo aplastará, en lugar de crecer.

    Cuarto, la confianza se da y se devuelve: no es un todo o nada. A un hijo que ha mentido gravemente estaremos tentados a decirle “ya no confiamos más en ti”, habría que añadir: “depende de ti recuperar nuestra confianza”. A veces tiene cosas en las que no podemos confiar, otras en las que sí, incluso en los adolescentes más difíciles y rebeldes.

    Lo que sí necesitan es un clima de confianza a su alrededor, que confiemos en ellos, pero también en quienes les rodean, quienes se ocupan de ellos en algún ámbito, abuelos amigos, maestros, tíos, estar atentos, no podemos confiar a nuestros hijos a cualquiera, que no consiste en descargar en ellos toda la responsabilidad educativa.

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