La madre de todas las pandemias

    La influenza convencional es letal en el 0.1 por ciento de los casos. Esta nueva influenza fue tan devastadora que la gente pensó que era un arma biológica.

    Antes de la pandemia de coronavirus, solíamos prestar un poco más de atención a la temporada de gripe (influenza) que inicia todos los años alrededor de octubre (en México).

    Aunque la influenza puede ser peligrosa, para la mayoría de la gente es meramente otro inconveniente del invierno. Sin embargo, hace cien años la temporada de gripe dio un giro inesperado y se convirtió en el brote infeccioso más letal de toda la historia contemporánea. La pandemia de 1918 (influenza A H1N1) cobró la vida de 50-100 millones de personas.

    Los epidemiólogos no están seguros de donde surgió esta pandemia, algunos dicen que en China mientras que otros dicen que brotó en una base militar de Kansas (Estados Unidos). Independientemente de donde inició, gracias a la Primera Guerra Mundial y a las rutas comerciales, el virus de la influenza se esparció por todo el mundo con el nombre de “Influenza Española”.

    En 1918, el mundo estaba ocupado concluyendo la Primera Guerra Mundial. La gran mayoría de las naciones tenían como política la censura de noticias que pudieran afectar la moral de los ciudadanos, tal como una plaga letal altamente infecciosa. Dado que España no se involucró en la guerra, no tuvo problemas reportando el nuevo brote viral. Gracias a esto, la gente empezó a llamarle “Influenza Española”.

    La influenza convencional es letal en el 0.1 por ciento de los casos. Esta nueva influenza fue tan devastadora que la gente pensó que era un arma biológica. Se estima que un tercio de la población mundial se infectó con el virus y más del 2.5 por ciento falleció a consecuencias de la infección (neumonía).

    Existen cuatro tipos de influenza (A-D), siendo la influenza A la principal que ocasiona pandemias. Estos virus se clasifican por sus dos proteínas de superficie. Hemaglutinina (10 tipos) y la Neuraminidasa (11 tipos). Estas dos proteínas son las que le confieren el nombre a la cepa viral, tal como la de 1919 que fue H1N1.

    El sistema inmune reconoce estas proteínas y genera anticuerpos que ayudan a reconocer y eliminar más fácilmente al patógeno. Desafortunadamente, al igual que el coronavirus, el virus de la influenza puede mutar rápidamente.

    La mayoría de las mutaciones son pequeñas y el sistema inmune todavía es capaz de eliminarlo antes de que ocasione una enfermedad severa. Estos pequeños cambios se llaman “derivas antigénicas”.

    El virus de la influenza de 1918 sufrió un cambio mucho más drástico llamado “cambio antigénico”, un proceso en el cual dos o más cepas de un virus se combinan para formar un nuevo virus que incorpora una mezcla de proteínas de superficie provenientes de las cepas originales.

    Estos híbridos son tan diferentes y únicos que la mayoría de la gente no posee inmunidad natural contra ellos. Son estos tipos de cambios los que causan las pandemias de influenza.

    Esto volvió a suceder en 2009 cuando una nueva cepa de H1N1 apareció en México con un cambio antigénico resultado de la combinación de virus provenientes de aves, cerdos, y humanos.

    Actualmente no necesitamos preocuparnos de la influenza española. La mayoría de los virus H1 contemporáneos son descendientes del virus de 1918 y consecuentemente la mayoría de la gente tiene inmunidad contra el H1. No obstante, si llegara a ocurrir otro cambio antigénico, inevitablemente nos enfrentaremos a otra pandemia de influenza. Para protegernos de esa probabilidad, los científicos están trabajando en una vacuna universal para todos los virus de la influenza.

    Así como todos los años hay que vacunarnos contra la influenza, lo más probable es que en el futuro cercano también nos vacunaremos anualmente contra el coronavirus. Esta no es la primera ni la última pandemia a la cual nos enfrentaremos; sin embargo, para poder salir de esta y prepararnos para las futuras pandemias, necesitamos que toda la población esté protegida con la vacuna contra el SARS-CoV-2.

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