La violencia, ¿no es problema nacional? (2)

    El asesinato de periodistas en México es ya un asunto internacional, pues tanto Estados Unidos, como la Unión Europea y hasta la ONU, denuncian y exhortan al Gobierno a tomar medidas de protección frente a la delincuencia organizada y aún frente a políticos que se sienten afectados con las publicaciones de reporteros y medios de comunicación.

    Después de la publicación del artículo anterior sobre la declaración del Presidente López Obrador de que la violencia no era un asunto nacional, se recibieron varias aportaciones que abonan a la certeza de que no solo es un asunto nacional, sino que es un muy grave problema nacional.

    1. A las masacres y homicidios se puede agregar el sadismo de descuartizar cuerpos y remitir algunas partes a quienes se quiere aterrorizar o enviar algún mensaje o un reto; igualmente se pueden agregar los cuerpos colgados en puentes, pasos a desnivel o en árboles, como un reto o una burla a las autoridades que no tienen órdenes de actuar conforme a la ley.

    2. Es casi inexplicable la saña que demuestran los delincuentes organizados o no, contra las mujeres, quienes prácticamente nunca portan armas y son asesinadas, violadas u obligadas a la prostitución y a la drogadicción. Según nota de El Universal del pasado 8 de marzo, en los últimos dos años, los feminicidios son más de 2 mil 700, aunque el Sistema Nacional de Seguridad Pública reconoce mil 918 entre 2020 y 2021 y 957 mujeres víctimas de trata; en cambio las víctimas de violación pasaron de 16 mil 544 en 2020 a 21 mil 188 en 2021.

    3. Otro elemento muy grave es el daño que se está ocasionando a la niñez mexicana. Según nota de Reforma, la Red por los Derechos de la Infancia, en México, “cada día 12 niños, niñas o adolescentes fueron reportados como desaparecidos o no localizados durante 2021; la violencia dejó un saldo de 994 homicidios, dentro de ellos 153 mujeres, menores de edad”. Es dramática la fotografía publicada en El Universal el 7 de enero en el que se ve a decenas de niños “desfilando” en Chilpancingo, Gro., armados con rifles proporcionados por la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias, para exigir seguridad a los gobiernos federal y estatal contra las organizaciones criminales. Faltaría agregar también los casos de 6 mil 814 niños víctimas de violencia sexual, de los que 6 mil 321 fueron a niñas y adolescentes y agregar también los inducidos u obligados a drogarse y a incorporarse a alguna de las bandas de narcotraficantes.

    4. El asesinato de periodistas en México es ya un asunto internacional, pues tanto Estados Unidos, como la Unión Europea y hasta la ONU, denuncian y exhortan al Gobierno a tomar medidas de protección frente a la delincuencia organizada y aún frente a políticos que se sienten afectados con las publicaciones de reporteros y medios de comunicación. Michelle Bachelet, Alta Comisionada para los Derechos Humanos de la ONU, advirtió sobre “los niveles de violencia que enfrenta el periodismo en México”. Y no es para menos, pues en este sexenio van ya 32 asesinados, incluyendo 8 en estos tres meses de 2022.

    Mucho ayudaría a disminuir estos actos contra periodistas que el propio Presidente dejara de atacar a los medios de comunicación y periodistas, quienes solo cumplen con su deber de señalar errores y excesos de los gobernantes.

    5. La delincuencia organizada, encabezada principalmente por narcotraficantes de corte internacional, dominan impunemente territorio y poblaciones como en Aguililla y tierra caliente en Mich.; en Zacatecas, Guanajuato, Veracruz, Tamaulipas, Sonora, Colima, Guerrero, etc., en donde actúan “a sus anchas”, a pesar de los constantes desfiles del Ejército y la Guardia Nacional con todo su equipo. No hay una política clara y constante para bloquear las fuentes de financiamiento de los delincuentes que no solo se surten de la venta al mayoreo y al menudeo de drogas naturales y sintéticas sino también del robo de gasolinas y gas; de sus operaciones en “bitcoins”, de las extorsiones, del cobro de piso, de apoderarse de negocios, minas y explotaciones forestales, de donde expulsan a dueños y concesionarios para ellos explotar esos negocios.

    6. Ya no se puede negar la narcopolítica ni las narcoelecciones, así como los narcoemigrantes. El asesinato de candidatos, alcaldes y funcionarios, algunos porque “no cooperan”, otros porque no cumplen “acuerdos” y otros porque no convienen como candidatos. Y ahora se tiene también el “negocito” de los migrantes a quienes explotan y utilizan como “cubierta” del trasiego de drogas, remesas y armas.

    Todo lo anterior sin mencionar el problema de las desapariciones, de los cuerpos sin identificar, de las fosas clandestinas y de las cárceles sin control por la autoridad y aun así, el Presidente declaró esta misma semana que México “es un país de paz y tranquilidad”.

    No hay peor ciego que el que no quiere ver.

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