Después de la publicación del artículo anterior sobre la declaración del Presidente López Obrador de que la violencia no era un asunto nacional, se recibieron varias aportaciones que abonan a la certeza de que no solo es un asunto nacional, sino que es un muy grave problema nacional.
1. A las masacres y homicidios se puede agregar el sadismo de descuartizar cuerpos y remitir algunas partes a quienes se quiere aterrorizar o enviar algún mensaje o un reto; igualmente se pueden agregar los cuerpos colgados en puentes, pasos a desnivel o en árboles, como un reto o una burla a las autoridades que no tienen órdenes de actuar conforme a la ley.
2. Es casi inexplicable la saña que demuestran los delincuentes organizados o no, contra las mujeres, quienes prácticamente nunca portan armas y son asesinadas, violadas u obligadas a la prostitución y a la drogadicción. Según nota de El Universal del pasado 8 de marzo, en los últimos dos años, los feminicidios son más de 2 mil 700, aunque el Sistema Nacional de Seguridad Pública reconoce mil 918 entre 2020 y 2021 y 957 mujeres víctimas de trata; en cambio las víctimas de violación pasaron de 16 mil 544 en 2020 a 21 mil 188 en 2021.
3. Otro elemento muy grave es el daño que se está ocasionando a la niñez mexicana. Según nota de Reforma, la Red por los Derechos de la Infancia, en México, “cada día 12 niños, niñas o adolescentes fueron reportados como desaparecidos o no localizados durante 2021; la violencia dejó un saldo de 994 homicidios, dentro de ellos 153 mujeres, menores de edad”. Es dramática la fotografía publicada en El Universal el 7 de enero en el que se ve a decenas de niños “desfilando” en Chilpancingo, Gro., armados con rifles proporcionados por la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias, para exigir seguridad a los gobiernos federal y estatal contra las organizaciones criminales. Faltaría agregar también los casos de 6 mil 814 niños víctimas de violencia sexual, de los que 6 mil 321 fueron a niñas y adolescentes y agregar también los inducidos u obligados a drogarse y a incorporarse a alguna de las bandas de narcotraficantes.
4. El asesinato de periodistas en México es ya un asunto internacional, pues tanto Estados Unidos, como la Unión Europea y hasta la ONU, denuncian y exhortan al Gobierno a tomar medidas de protección frente a la delincuencia organizada y aún frente a políticos que se sienten afectados con las publicaciones de reporteros y medios de comunicación. Michelle Bachelet, Alta Comisionada para los Derechos Humanos de la ONU, advirtió sobre “los niveles de violencia que enfrenta el periodismo en México”. Y no es para menos, pues en este sexenio van ya 32 asesinados, incluyendo 8 en estos tres meses de 2022.
Mucho ayudaría a disminuir estos actos contra periodistas que el propio Presidente dejara de atacar a los medios de comunicación y periodistas, quienes solo cumplen con su deber de señalar errores y excesos de los gobernantes.
5. La delincuencia organizada, encabezada principalmente por narcotraficantes de corte internacional, dominan impunemente territorio y poblaciones como en Aguililla y tierra caliente en Mich.; en Zacatecas, Guanajuato, Veracruz, Tamaulipas, Sonora, Colima, Guerrero, etc., en donde actúan “a sus anchas”, a pesar de los constantes desfiles del Ejército y la Guardia Nacional con todo su equipo. No hay una política clara y constante para bloquear las fuentes de financiamiento de los delincuentes que no solo se surten de la venta al mayoreo y al menudeo de drogas naturales y sintéticas sino también del robo de gasolinas y gas; de sus operaciones en “bitcoins”, de las extorsiones, del cobro de piso, de apoderarse de negocios, minas y explotaciones forestales, de donde expulsan a dueños y concesionarios para ellos explotar esos negocios.
6. Ya no se puede negar la narcopolítica ni las narcoelecciones, así como los narcoemigrantes. El asesinato de candidatos, alcaldes y funcionarios, algunos porque “no cooperan”, otros porque no cumplen “acuerdos” y otros porque no convienen como candidatos. Y ahora se tiene también el “negocito” de los migrantes a quienes explotan y utilizan como “cubierta” del trasiego de drogas, remesas y armas.
Todo lo anterior sin mencionar el problema de las desapariciones, de los cuerpos sin identificar, de las fosas clandestinas y de las cárceles sin control por la autoridad y aun así, el Presidente declaró esta misma semana que México “es un país de paz y tranquilidad”.
No hay peor ciego que el que no quiere ver.
Suscríbete y ayudanos a seguir
formando ciudadanos.