Lo que prefigura el acuerdo Morena-PAS

    “El más grande peligro para Morena, y sobre todo para la ciudadanía de Sinaloa, es que un partido, como el PAS, en el que solo se escucha la voz de Héctor Melesio Cuén, basado en el control ilegal y autoritario de la UAS, obtenga más poder a costa de ellos, y el modelo de control político sobre la universidad se extienda a otros corredores de la sociedad sinaloense”.

    En muchos sentidos el estilo y funcionamiento de un partido político, y no tan solo su programa e ideología, son la prefiguración de cómo gobernará.

    Morena, desde que se empezó a formar sabíamos que era una organización política más movimiento que partido, que dependía mucho de un liderazgo carismático, y que era marcadamente centralista y beligerante. Por si fuera poco, en él se conjugaban diferentes intereses y prácticas políticas, lo cual podría considerarse normal en todo o casi todo partido político de cualquier país; pero además, en Morena se enmadejaban expresiones ideológicas prácticamente antagónicas, las cuales han podido coexistir solo gracias al liderazgo caudillesco de Andrés Manuel López Obrador.

    Ya como gobierno federal, Morena ha reproducido a la calca las características de su partido-movimiento, y agregado la inexperiencia para gobernar, lo cual ha generado mucho desorden.

    En realidad, solo el enorme carisma de López Obrador, sin duda polarizador, y los programas sociales siguen sosteniendo al gobierno de Morena y a las probabilidades de que salga avante el próximo 6 de junio en la mayoría de los puestos de elección popular.

    Pero lo anterior es solo lo que vemos a nivel federal porque en los planos estatal y municipal el panorama es mucho menos favorable. Tan solo en Sinaloa, la evaluación de sus alcaldes es patética en Culiacán, Ahome, Mazatlán y Escuinapa. Ahí no hay capacidad, experiencia, solidez ideológica, ni carisma, ni nada; bueno sí: abusos, ignorancia, machismo, autoritarismo y, en Ahome y Mazatlán, montañas de señalamientos de corrupción.

    Rubén Rocha Moya, como candidato a Gobernador, ha ido creando un liderazgo estatal a pesar de no estar afiliado a Morena, o por lo menos no lo estaba hasta hace poco, aunque, en los hechos eso es irrelevante para las prácticas políticas morenistas. Si triunfara el 6 de junio, lo cual puede ser una realidad porque su ventaja sobre Mario Zamora aunque haya disminuido en las dos últimas semanas sigue siendo considerable, muy seguramente se consolidaría su liderazgo.

    La personalidad y el estilo de Rocha Moya no son carismáticas, pero sí conciliadoras, calculadoras y equilibradas. Es un hombre inteligente y ambicioso -alguna vez dijo que la izquierda mexicana carecía de ambición de poder y que eso le había limitado mucho- y este rasgo lo ha hecho totalmente pragmático. Su tejido ideológico ya no está claro- como tampoco el de Morena-, aunque en la actualidad se declare de izquierda.

    Y precisamente la ambición de poder y el pragmatismo lo llevaron a convencerse que era necesaria la alianza con el PAS para ganar la Gubernatura y establecer un plan de hegemonía política con Melesio Cuén que se extienda por lo menos 12 años.

    Pero como el pragmatismo es la renuncia al pensamiento estratégico, es decir, a las ideas a largo plazo finamente elaboradas, donde quienes las forjan son quienes las conducen hacia una meta claramente definida, entonces lo que observamos en la alianza con el PAS es una entrega de poder incomprensible por parte de Morena, porque las cuotas de peso político con las que cada partido cuenta en Sinaloa son marcadamente desiguales. Sin embargo, el Dr. Rocha Moya ha concluido, en base a un pragmatismo radical, que para asegurar su triunfo no importa cederle al PAS un tercio de sus candidaturas a alcaldes y diputados locales.

    Esta decisión ya ha suscitado muchas reacciones contrarias dentro de Morena, lo que quizá haya influido a que se pospusiera hasta el límite del 21 de marzo la selección de candidatos a diputados y alcaldes. Y también es muy posible que, en esta posposición y quizá reacomodo de candidaturas, haya influido la intervención del mismo López Obrador ante la rebelión de las excluidas bases morenistas.

    El más grande peligro para Morena, y sobre todo para la ciudadanía de Sinaloa, es que un partido, como el PAS, en el que solo se escucha la voz de Héctor Melesio Cuén, basado en el control ilegal y autoritario de la UAS, obtenga más poder a costa de ellos, y el modelo de control político sobre la universidad se extienda a otros corredores de la sociedad sinaloense.

    El PAS, por su parte, como todo partido corporativo, funciona a través el control coercitivo que ejerce sobre los integrantes de una organización social, empresa o institución. En la UAS, el PAS además de obligar a un amplio número de profesores, trabajadores administrativos y de intendencia, y alumnos a hacer proselitismo político, sobre todo en tiempos de campañas electorales, utilizando la nómina de la institución educativa como recurso para sujetar a los universitarios, sobre todo a los de confianza y a los contratados por horas, ya sea con la amenaza de despedirlos, reducirles la jornada de trabajo o no volverlos a contratar, o en sentido contrario: premiarlos con más horas de trabajo, con contratos más prolongados o promesas de promoción. Por si fuera poco, los pasistas utilizan otros instrumentos de chantaje, coerción o recompensa con estudiantes y autoridades educativas.

    A lo anterior, ya de por sí violatorio de cualquier norma y los derechos humanos, el PAS suma la práctica de prohibir en su interior cualquier forma de expresión política que no sea la suya, instituyendo una auténtica dictadura ideológica al interior de una institución académica donde debería imperar la más absoluta libertad de pensamiento y expresión.

    Y, como una muestra del enorme atraso civil de las élites económicas y políticas de Sinaloa estas han guardado silencio ante la manipulación que ejerce el PAS en la casa de estudios, institución que debería ser intocable en sus fundamentos académicos y jurídicos. Esto no demuestra sino una verdadera barbarie, impropia de una Sinaloa que aspire a una sociedad moderna, en la que el respeto al Estado de Derecho es fundamental.

    Bueno, pues el modelo pasista de uso y abuso de la UAS es la prefiguración y la muestra más evidente de lo que le espera a Sinaloa si se le concede poder político, tal y como puede suceder mediante el acuerdo establecido con Morena y que se llevará a las urnas el próximo 6 de junio.

    Posdata

    Mientras tanto, las mujeres y hombres más dignos de Morena que deseaban una Sinaloa más justa, democrática y digna, ven como se esfuman sus sueños porque el acuerdo firmado con el PAS los aborta.

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