Los empresarios critican a sus líderes

LETRAS DE MAQUÍO

Últimamente he escuchado algunas críticas que provienen de empresarios provincianos contra los dirigentes de sus organismos. Se dice que hemos bajado el tono de crítica a las actividades gubernamentales, a pesar de que la situación no ha mejorado y que la inflación, al igual que la corrupción, persisten en el actual régimen.

Se preguntan nuestros representados el porqué de nuestra actuación, e inclusive se nos ha llegado a decir que ya nos pusieron en nuestro lugar. Para aquellos que así están pensando, permítaseme recordarles una frase que pronuncié hace más de una docena de años y que sigue teniendo vigencia en nuestra conducta personal: “El hombre, cuando se precia de serlo, no obedece por conveniencia o miedo; vaya, ni siquiera lo hace por amistad o por amor. Siempre, siempre lo hace por convicción”.

Son muchos años los que llevamos luchando por un México más libre y auténtico como para que de repente nos fuera a entrar miedo o nos pudieran comprar. La verdad es que por convicción personal hemos bajado el tono de voz. El presente artículo pretende explicar, aunque sea en parte, esta circunstancia.

Qué duda cabe, mis amigos, de que la actual crisis económica nos tiene postrados en una situación que si bien es cierto es superable, también hay que considerar que son las tensiones sociales entre los sectores y grupos las que pueden retardar y quizá anular nuestras posibilidades de superación de la misma.

El País está quebrado: el sector público debe cantidades estratosféricas de dólares difíciles de conseguir por la baja del petróleo y por la desconfianza que persiste, debido a los múltiples engaños de que fueron objeto los particulares; así también se encuentran los negocios particulares que recurrieron a endeudarse en el exterior y hoy sufren un quebranto, en el cual poco tuvieron que ver o decir, ya que el rector de la economía, como constantemente nos lo recuerda, es el gobierno (y por lo tanto es el responsable). Sin embargo, hay un hecho positivo: la planta productiva se duplicó en el pasado sexenio.

Cuando alguien está en quiebra y tiene herramientas con qué trabajar (este es el caso de México) lo que requiere es que los bancos lo esperen y que las tensiones sociales (por justas que sean las demandas) se aminoren para poder trabajar, salir adelante, pagar lo que se debe y atender a las demandas de todos.

El actual régimen está haciendo esfuerzos positivos para bajar la inflación, así nos lo hacen saber nuestros técnicos del Centro de Estudios Económicos del Sector Privado. Lo que pasa es que la inercia del excesivo gasto y aumento de circulante monetario, que se efectuó al final del sexenio pasado, nos sigue condicionando y tomará tiempo (hasta finales de este año) para ver resultados positivos.

Como el gobierno tiene un enorme déficit, está tratando de aumentar su recaudación vía impuesto y aumentos, en gasolina, electricidad, etcétera. Esto lo hemos criticado porque está desalentando la inversión privada. Lo que deben hacer es bajar, pero en serio, su gasto corriente: despedir guaruras, vender jets, cerrar paraestatales improductivas, bajar en serio sueldos y despedir aviadores.

Por otro lado, requerimos, también, entrar al realismo económico y eliminar subsidios para que la economía tome su nivel real, se detenga el sobregasto y cada quién pague lo que consuma. Esto no es fácil y se tiene que hacer en forma paulatina para eliminar al máximo las tensiones sociales. Pero se le debe decir al pueblo la verdad y dejar de engañarlo.

En privado hemos acrecentado nuestras gestiones y constantemente estamos dialogando con quienes pueden influir en la toma de decisiones. En público no nos hemos callado; sí hemos bajado el tono, porque no queremos contribuir a crear más inquietud. Sí queremos que el pueblo se informe verazmente, pero nos rehusamos a escandalizar a la sociedad como lo están haciendo algunos líderes de otros sectores.

Esperamos y confiamos que nuestra austeridad moral, adquirida durante años mediante la congruencia entre lo que decimos y lo que hacemos, será lo suficientemente grande para que nuestros agremiados sigan confiando en nosotros con verdadera fe en que estamos actuando por el bien de México.

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