Mario, un mal perdedor

    El gran reto de Rubén Rocha estará precisamente en navegar contra la estigmatización que buscan endilgarle sus detractores.

    Rubén Rocha Moya fue electo con un margen envidiable de votación, al candidato de la alianza Va por Sinaloa le ganó con más de 265,000 votos de diferencia. Los sinaloenses le entregaron a Morena la responsabilidad completa en prácticamente todos los distritos y municipios. Con tal margen de votación, el Gobernador electo tiene una legitimidad sobrada para ejercer de pleno todas sus facultades constitucionales, las formales y las informales propias del sistema presidencialista mexicano.

    En la semana apareció el candidato perdedor en un programa de gran audiencia de un medio de comunicación nacional. Estaba ahí llorando la derrota, de traje negro y camisa blanca sin corbata, platicando sus vivencias electorales, haciendo señalamientos y dando datos que explican según él, lo sucedido más allá de los resultados.

    De la entrevista podemos rescatar algunos datos ciertos, otros imprecisos y muchas mentiras, Mario Zamora mintió en muchos de los argumentos que expuso ante el periodista. Era claro y notorio que el discurso era una justificación de la derrota, tomaba premisas verdaderas que mezclaba con argumentos exagerados y falaces, o por lo menos no comprobables a la luz de los hechos.

    Tras la declaración, medios nacionales apuntaron a Sinaloa. La Fiscalía estatal reconoce 44 carpetas de investigación por diversos delitos electorales, siete de esas carpetas corresponden a desapariciones forzadas, en donde según el fiscal, todas las víctimas fueron liberadas. Zamora por el contrario habla de “cientos de levantados”, de una operación meticulosa de detección de operadores y representantes que impidieron que el PRI y sus aliados pudieran poner en marcha su operación el día de la elección.

    Dijo también que hubo violencia en muchas casillas, que en Ahome y Guasave se robaron varias urnas y que ahí estaban los videos. Esto contrasta con los datos expuestos por el órgano electoral, en donde se afirmó que por violencia se robaron o cerraron 23 casillas de las más de 4,980 instaladas en todo Sinaloa. Tengo una semana buscando y no encuentro datos para dar por válido lo que Mario Zamora hace ver ante la prensa nacional como una situación de violencia generalizada.

    El 31 de mayo se publicó en diversos medios estatales y nacionales una encuesta a la que pocos dieron importancia por lo radical de sus afirmaciones. Enkoll, una agencia dedicada a la investigación de la opinión pública con oficinas en la ciudad de México pronosticaba una amplísima ventaja de Rubén Rocha Moya sobre Mario Zamora. En su entrega “Rumbo a la Gubernatura de Sinaloa”, la casa encuestadora afirmó que las preferencias electorales en los probables votantes estaban un 54 por ciento con Rocha Moya y un 31 por ciento con Mario Zamora. Siete días después, la encuesta de Enkoll sería prácticamente una predicción de los resultados que arrojaron finalmente un 56.6 por ciento contra un 32.5 por ciento. 23 puntos de ventaja dio el estudio demoscópico, y 24.1 los resultados oficiales. Este nivel de precisión es digno de reconocerse por el puntual desarrollo de la metodología estadística que cerró el margen de error a 1.1.

    Por eso es que tampoco entra el supuesto abordado por el candidato perdedor, al decir que no había encuesta que tuviera esos márgenes de diferencia. De las decenas de encuestas publicadas únicamente la de Arias Consultores, dio ventaja a Mario Zamora, todas las demás incluyendo la de El Universal que, ponía un tramposo empate técnico, expusieron con ventajas de doble dígito al ganador.

    El gran reto de Rubén Rocha estará precisamente en navegar contra la estigmatización que buscan endilgarle sus detractores. Son varias voces a nivel nacional las que han colocado adjetivos que complicarán la gobernabilidad futura profundizando la mácula mafiosa que por años hemos cargado los nacidos o avecindados de esta entidad.

    Pero, si la estrategia de la oposición en Sinaloa es la desacreditación mediática y el señalamiento superficial de los complejos temas públicos, están, a mi juicio, perdiendo el foco de lo importante y comportándose como perdedores caprichosos. Si algo necesita la oposición en Sinaloa para ganar poco a poco la credibilidad ante el electorado, será la postura responsable ante los grandes temas públicos y un comportamiento congruente que demuestre humildad para entender el gran mensaje que dejaron patente los electores en cientos de miles de boletas depositadas en las urnas. Que no se le olvide a nadie que una garantía democrática es: que ninguna derrota es eterna y ningún triunfo es para siempre. Luego le seguimos...

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