Mentiras infinitas 5

BUHEDERA

    LUPA 1425 de Juan Ignacio González Íñigo.

    17. Una mentira puede llevar a otra y a otra. Un experimento realizado por Tali Sharot, neurocientífico del University College de Londres, mostró cómo el cerebro se acostumbra al estrés o al malestar emocional que se produce cuando mentimos, lo que facilita la siguiente mentira. En los escaneos de IRMf de los participantes, el equipo se centró en la amígdala, una región que interviene en el procesamiento de las emociones. Los investigadores descubrieron que la respuesta de la amígdala a las mentiras se debilitaba progresivamente con cada mentira, incluso cuando las mentiras eran mayores. “Tal vez la participación en pequeños actos de engaño pueda conducir a actos de engaño mayores”, afirma.

    18. Gran parte de los conocimientos que utilizamos para desenvolvernos en el mundo proceden de lo que otros nos han contado. Sin la confianza implícita que depositamos en la comunicación humana, nos paralizaríamos como individuos y dejaríamos de tener relaciones sociales. “Obtenemos mucho de la creencia, y hay relativamente poco daño cuando de vez en cuando nos engañan”, dice Tim Levine, psicólogo de la Universidad de Alabama.

    19. Estar predispuestos a ser confiados nos hace intrínsecamente crédulos. “Si le dices a alguien: ‘Soy piloto’, no se queda pensando: ‘Quizá no sea piloto. ¿Por qué iba a decir que es un piloto? No piensan así”, dice Frank Abagnale, Jr., un consultor de seguridad cuyas estafas de joven, incluyendo la falsificación de cheques y la suplantación de un piloto de aerolínea, inspiraron la película de 2002 “Atrápame si puedes”. “Por eso funcionan las estafas, porque cuando suena el teléfono y el identificador de llamadas dice que es el Servicio de Impuestos Internos, la gente cree automáticamente que es Hacienda. No se dan cuenta de que alguien puede manipular el identificador de llamadas”.

    Robert Feldman, psicólogo de la Universidad de Massachusetts llama a eso la ventaja del mentiroso. “La gente no espera mentiras, la gente no busca mentiras”, dice, “y muchas veces, la gente quiere oír lo que oye”. Nos resistimos poco a los engaños que nos complacen y nos reconfortan, ya sean falsos elogios o la promesa de rendimientos de inversión imposiblemente altos. Cuando las falsedades nos las cuentan personas que tienen riqueza, poder y estatus, parece que son aún más fáciles de tragar. Nos gusta pensar en nosotros mismos y en los demás como personas honestas, pero lo cierto es que todo el mundo miente mucho más de lo que cree.

    Según Feldman, el 60 por ciento de las personas miente al menos una vez por cada 10 minutos de conversación, siendo la media de dos o tres mentiras en ese periodo. Cuando a los participantes en el estudio se les pedía que hicieran lo posible por caerle mejor al entrevistador, el número de mentiras aumentaba. Pamela Meyer, fundadora y directora general de Calibrate -una asesoría que ofrece formación en detección de mentiras- clasifica las mentiras en dos grandes grupos: ofensivas y defensivas. Las ofensivas son las que se dicen para obtener un beneficio: una recompensa, una ventaja competitiva sobre otra persona, la admiración de los demás. Las mentiras defensivas se dicen para protegerse a uno mismo o a otra persona de una situación peligrosa, incómoda o vergonzosa.

    20. Los investigadores han demostrado que somos especialmente propensos a aceptar las mentiras que afirman nuestra visión del mundo. Los memes que afirman que Obama no nació en EU, que niegan el cambio climático, que acusan al gobierno de EU de ser el autor intelectual de los atentados terroristas a las Torres Gemelas y que difunden otros “hechos alternativos”, han prosperado en Internet y en las redes sociales debido a esta vulnerabilidad. Desacreditarlos no echa por tierra su poder, porque la gente evalúa las pruebas que se le presentan a través de un marco de creencias y prejuicios preexistentes. “Si llega un hecho que no encaja en tu marco, no lo notarás, o lo ignorarás, o lo ridiculizarás, o te desconcertará... o lo atacarás si es amenazante”.

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