En ese maremágnum está Rubén Rocha, el Gobernador del Estado de Sinaloa, y Héctor Melesio Cuén, secretario de Salud del mismo gobierno y líder moral del Partido Sinaloense, quienes han hecho un impasse en lo que los separa para buscar momentáneamente lo que los une, aunque sea por distintas razones y tácticas.

    “La política hace milagros”, se decía en los tiempos del PRI hegemónico, porque ese torrente era capaz de convertir un camino terrenal en una carretera pavimentada, un desierto en un edén, un pueblo sin luz nocturna en un lugar resplandeciente, amigos distantes en cercanos y enemigos en amigos momentáneos, lo que duraba un acto político. Esa política era mágica, poderosamente mágica, y resolvía en breve, ipso facto, lo que parecía imposible de lograr con el paso de años indolentes.

    La política venía de arriba hacia abajo desde la Presidencia de la República a los estados; de los estados a los municipios y de los municipios a las sindicaturas con mayores o menores recursos, sobre todo, cuando el de arriba, asistía a uno de esos lugares olvidados de Dios.

    Y eso que parecía cosa del pasado, hoy se manifiesta con un agregado a la antigua manera y mediante la reconciliación momentánea entre los adversarios, la hechura de un cuerpo político común, una mueca de enemigo en el INE y el Tribunal Electoral, una misma consigna (“¡Que se quede AMLO”!) y un lema redentor (“¡Por el bien de todos, primero los pobres!”). Se difuminan las diferencias de procedencia, credo y ánimos, que por diversas motivaciones se expresan a favor de la consulta polémica de revocación de mandato.

    Solo que unos a través de una gran movilización de masas y los no invitados, pero si activos, en manifestaciones en lugares cerrados o caravanas vehiculares, llamados para que los universitarios se manifiesten en ese artilugio propagandístico cuando nadie propone que se vaya el Presidente López Obrador y sus seguidores buscan ratificarlo incluso algunos eternizarlo en el poder.

    Pero eso que importa, habrá que hacerlo, aunque le cueste una millonada a los contribuyentes que son simples testigos, afortunadamente, ya no tan mudos, pues se expresan con distintos tonos y volúmenes a favor y en contra de este ejercicio en las llamadas “benditas redes sociales”.

    En ese maremágnum está Rubén Rocha, el Gobernador del Estado de Sinaloa, y Héctor Melesio Cuén, secretario de Salud del mismo gobierno y líder moral del Partido Sinaloense, quienes han hecho un impasse en lo que los separa para buscar momentáneamente lo que los une, aunque sea por distintas razones y tácticas.

    Rocha, que siempre ha sido calculador en sus posicionamientos, pues le ha atraído beneficios políticos desde que aspiraba a Rector de la UAS y por lo que se le conoció en las filas de las tribus uaseñas como “tercerista”, es decir, era el que siempre buscaba ser el tercero en discordia y Cuén proactivo no esconde sus ambiciones cuando afirma, “quiero ser Gobernador” y actúa en consecuencia y eso molesta, y mucho, al primer círculo del rochismo porque rompe el sentido de cuerpo y liderazgo en el estado.

    Ambos se suman a la movilización a favor de la consulta y ya sabremos con que recursos económicos o políticos -o quizá nunca lo sabremos- dependiendo de la intensidad que le hayan metido a esta campaña sui generis donde según la retórica institucional habrá de decidir si López Obrador se va o se queda en Palacio Nacional.

    Falso, nadie en su sano juicio, apuesta que eso este en juego, López Obrador habrá de culminar su gestión a menos que la salud lo traicione por las desmañanadas y los viajes intermitentes por todos los rumbos del territorio nacional -el próximo fin vuelve a Sinaloa o Nayarit para viajar a las Islas Marías a las que han reconvertido de penal en centro turístico. -Ojalá, haya, ahí, un museo de los personajes célebres que pasaron por sus crujías de puertas abiertas entre ellos el inolvidable José Revueltas y el camarada Evelio Vadillo.

    El tema es la disputa silenciosa por el puente con López Obrador entre dos personajes equidistantes, separados hoy por el protagonismo, el poder y su particular tejido de alianzas con miras al 2024 cuando se votará todo, excepto la Gubernatura, lo que molesta a Rocha porque quisiera ser sólo él quien da y reparte en el estado de los once ríos. Y cada uno, de los lados de ese puente, buscan posicionar a los suyos o posicionarse con miras al Senado en 2024 y la Gubernatura en 2027.

    Rocha seguramente tiene un as bajo la manga, y el as de Cuén está muy visto, incluso en 2016 estuvo en la papeleta con resultados no del todo malos, pues obtuvo el 25 por ciento de los votos emitidos logrando que su partido se constituyera en la segunda fuerza electoral del estado. Claro, luego vino el tsunami que lo redujo a una diputada.

    Entonces, el puente es momentáneo, fugaz, y durará hasta el 10 de abril, y ambos se le medirá por los apoyos que tenga López Obrador en Sinaloa y se leerán en clave de los 834 mil votos obtenidos en los comicios presidenciales del 2018 que estimuló la participación del 60.3 por ciento de la lista nominal del estado de Sinaloa.

    Un listón muy alto de alcanzar en esta consulta y una muestra de lo que piensa el Gobernador cuando acusa con filo y cierta angustia: “Que si hay una baja participación será culpa del INE” por el número de casillas y la escasa promoción en este referéndum.

    Y es que los números en la elección de Gobernador, si bien fueron históricos, cuando Rocha Moya obtuvo 624 mil votos, algo que ningún candidato a Gobernador había obtenido, se quedaron abajo por más de 200 mil votos de lo alcanzado por López Obrador y todavía más de lo de Cuén en 2016.

    Y es que al menos hasta el 2018 el de los votos era López Obrador y el mejor ejemplo, es quienes lo tuvieron de techo propagandístico les fue muy bien al punto que a muchos los sacó del anonimato, la pobreza y los puso en una representación que nunca imaginaron (usted, lector, póngales el nombre).

    Por eso, aun con lo desgastado que está el Presidente en el ejercicio de gobernar, y por los resultados en la gestión pública, especialmente en materia de seguridad, quienes aspiran a un cargo de representación buscan su aval, una foto, un gesto, un espaldarazo sean morenos, priistas, panistas, evangélicos, ultras, convenencieros.

    Así que las preguntas que asaltan sobre cuántos votos a favor recibirá López Obrador en Sinaloa, tiene como respuesta algo difuso pues dependerá de lo que aporte la imagen de AMLO, los beneficiarios de AMLO y los que acerque Héctor Melesio, quizá nunca lo sabremos, pero lo cierto, es que el saldo muy probablemente será por debajo de los 834 mil obtenidos en 2018 y, entonces, sabremos a quién o a quienes se culpará.

    El puente podría colapsarse -como el de El Quelite- y, quizá, entonces arrecien las diferencias entre los dos políticos badiraguatenses y hasta haya una separación del cargo en la Secretaría de Salud

    En definitiva, estamos en la antesala de un referéndum sin precedente en la historia política, y lo que resulte será el principio de nuestra andadura democrática que podría ser en reversa con la oferta de una reforma electoral a imagen y semejanza del imaginario de un solo hombre.

    Pero antes, nos quedamos con que la política hace milagros porque ahora se vende más que nunca aire, palabras, imágenes, simbolos.

    Al tiempo.

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