Nada más 208 años

    Y también en Mazatlán existe la figura del DRO que, se supone, debe asegurarse de que esas torres de departamentos se construyan garantizando que no vamos a enfrentar tragedias como las del Colegio Rébsamen o, como recientemente pasó, como el edificio de condominios que se derrumbó en Miami, Florida

    Una de las peores tragedias que provocó el sismo de 2017 fue la muerte de 19 niños y siete adultos al derrumbarse el Colegio Rébsamen.

    Derivado del derrumbe, se iniciaron varios procedimientos legales, incluidos procedimientos penales contra la directora del plantel y contra el director Responsable de Obra (DRO) que dio su opinión en el sentido de que el Colegio era seguro y se podía construir pisos adicionales, incluyendo el departamento de su directora.

    Los procedimientos penales concluyeron con una pena de prisión de 31 años para la directora del colegio y con una pena de prisión de 208 años para el DRO.

    Ambas penas no son aún definitivas, pero dan una idea clara del tamaño de las sanciones penales que pueden enfrentarse en casos de este tipo.

    Es importante tomar en cuenta que las penas de prisión tienen origen no en actos delictivos cometidos dolosamente, es decir, no los castigaron porque actuaron con toda la intención de que fallecieran personas.

    Las sanciones penales a que me refiero tienen origen en la imprudencia y descuido con que se condujo el DRO que dio su “Visto Bueno” para construir algo que nunca se debió construir.

    Toco el tema en virtud de que, en nuestro puerto podemos ver, desde hace años, un incremento desmedido y desordenado en la construcción de torres de departamentos.

    Y también en Mazatlán existe la figura del DRO que, se supone, debe asegurarse de que esas torres de departamentos se construyan garantizando que no vamos a enfrentar tragedias como las del Colegio Rébsamen o, como recientemente pasó, como el edificio de condominios que se derrumbó en Miami, Florida.

    Conozco a algunos DROs y hay de todo. Hay DROs que hacen bien su trabajo, pero por desgracia son muy pocos, pero se de otros que simplemente cobran por firmar y no se paran en la obra ni para conocerla, menos para supervisarla.

    Lo anterior obviamente provoca competencia desleal porque los DROs que venden su firma, abaratan los honorarios y les quitan trabajo a los que cumplen profesionalmente sus funciones.

    Pero también genera que las torres de departamentos se construyan al margen de la ley, con materiales de muy baja calidad y con fallas estructurales que pueden causar tragedias como las que menciono, cobrando la vida de sus habitantes.

    En la industria de los desarrollos inmobiliarios también hay de todo. Desde empresas que cuidan su prestigio y hacen las cosas bien, construyen conforme a las normas legales, con materiales de buena calidad y cuidando los detalles estructurales e incluso reforzándolos, hasta empresas que han desprestigiado el mercado, son las principales causantes del desorden urbano y a las que solo les interesa llegar, construir, vender y buscar el próximo lugar para echarlo a perder. Entre ellos se conocen muy bien y saben quienes son unos y quienes son otros.

    El tema aquí no es tanto el desorden urbano que generan esas malas empresas, que por sí solo ya es mala noticia. El tema aquí es que, esos empresarios y sus DROs “firmones”, ni siquiera se han puesto a pensar que, si llega a suceder una tragedia como las que vengo platicando, también van a enfrentar procedimientos penales y pueden terminar recibiendo muchos años de cárcel.

    Y si piensan que eso no va a sucederles, solo déjenme decirles que lo mismo pensaron la directora del colegio Rébsamen y el DRO que ahora enfrentan 31 y 208 años de cárcel respectivamente.

    Esto no es un cuento de ahí viene el lobo. Enfrentar muchos años de cárcel es algo que ya pasó y los motivos que dieron origen a esas penas de prisión, sin duda pueden darse en torres de departamentos construidas en nuestra ciudad.

    Preocúpense quienes saben que deben preocuparse y tómense su tiempo para contar sus ganancias adquiridas eludiendo su responsabilidad social.

    Ya ven que el DRO del colegio Rébsamen tendrá 208 años para contar con toda calma el dinero que ganó por andar de “firmón”, y la directora tendrá 31 años para reflexionar donde la regó.

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