Necesidad de modernización

LETRAS DE MAQUÍO

El Presidente De la Madrid ha expresado recientemente, en forma reiterada, que aquellos grupos o instituciones que no sean capaces de modernizarse están condenados a desaparecer. Evidentemente que lo expresado por nuestro Presidente es valedero para el sector empresarial. Si no somos capaces de evolucionar positivamente y comprender que la economía social de mercado, a la cual aspiramos, tiene la ley de la bicicleta -el que no pedalea se cae- y nos sentamos temerosos a contemplar la solución de la crisis, habremos de desaparecer.

Nosotros, los empresarios, somos los creadores de riqueza; los que por vocación estamos impuestos a enfrentarnos a la adversidad; los innovadores al introducir nuevas tecnologías; los organizadores del trabajo humano. Integramos socialmente al que produce y satisfacemos socialmente al que consume. Por ello somos el sector social de la economía.

En fin, somos los más capaces de convertir en resultados los planes y políticas económicas ideadas por el Estado, si el Estado es pueblo y gobierno.

Para darle trascendencia a nuestra vocación de empresarios, debemos hacer nuestra la frase de Juan Pablo II: “La propiedad privada tiene una hipoteca social que la subordina al bien común” y actuemos solidaria y subsidiariamente por el bien de nuestra patria, que es el apellido que nos hermana con el respeto del pueblo mexicano.

Pero regresemos a la frase del primer servidor de la nación, quien reiteradamente ha exaltado la figura de Morelos -“Siervo de la nación”- y pensemos que su mensaje sobre la necesidad de modernizarse también incluye a otros sectores o grupos, partidos políticos e instituciones educativas y culturales.

Qué duda cabe de que la democracia es a lo que todos aspiramos o cuando menos decimos aspirar. Pero vale la pena preguntarnos si no requerimos evolucionar un buen tramo para ir perfeccionando nuestros sistemas democráticos y poder interpretar fielmente y el sentir de las mayorías al respetar la dignidad de las minorías.

Y permítaseme profundizar un poco en este concepto. Cuando se efectúa una votación y alguien gana, no significa que los perdedores tienen que subordinarse abyecta e ignominiosamente a los ganadores. Sería pensar que los hombres somos moscas donde mil valen o pesan más que 100.

No, lo que significa es que el pensamiento de los ganadores debe ponerse en práctica y la política debe conducirse de acuerdo a lo votado. Si en un tiempo razonable lo ensayado no da resultado, habrá que volver a votar y, seguramente, si se respeta el voto, las mayorías decidirán algo diferente.

Me atreví a tratar el tema porque no me cabe duda de que la crisis, como lo dijera el Presidente, obligará a modernizar no sólo nuestra economía, sino también nuestro sistema educativo para formar hombres libres y responsables, así como nuestra política para que sea realmente gestora del bien común, más democrática y participativa.

Miércoles 22 de junio, 1983

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