Una de las obligaciones más importantes de todo servidor público es la rendición de cuentas, tanto de sus gestiones, como del dinero que se gasta en ellas.
Los servidores públicos no se mandan solos y tienen el deber de conducirse prudentemente y con honestidad.
No solo deben ser honestos, sino parecerlo y, para esto último la rendición de cuentas les ayuda mucho.
Un buen servidor público no tendría el menor problema en rendir cuentas de los resultados obtenidos de sus viajes al extranjero y del dinero que se gasta en esos viajes.
Un mal servidor público se molestaría y diría una sarta de tonterías si un ciudadano o un medio de comunicación le pide información sobre sus viajes al extranjero.
“El Químico” es un mal servidor público y sus acciones y omisiones sirven para medir la clase de persona que tenemos por Alcalde.
“El Químico” cree que nadie puede pedirle que rinda cuentas de lo que hace con su tiempo y del dinero público que se gasta en sus correrías.
Se le olvida que con dinero público se paga su sueldo y los gastos de sus viajes y, tan solo por ese motivo está obligado a rendir cuentas, tantas veces como se le soliciten.
El Alcalde no se manda solo (aunque el crea que sí), es un servidor público (que no sirva para nada es otra cosa) y como tal está sujeto a las leyes que regulan la rendición de cuentas y tiene el deber de cumplirlas.
Digo, entiendo su malestar ya que en su mente el amigo se cree intocable, pero en el mundo real, con la mano en la cintura lo pueden obligar en tribunales no solo a rendir las cuentas que no le gusta rendir, sino a responder por cualquier gasto innecesario que haya hecho.
Sospecho que la molestia del Alcalde no fue tanto porque le pidieran rendir cuentas de los resultados de sus gestiones en EU, sino más bien porque le preguntaron cómo se había ido en el último de sus viajes.
La pregunta fue sencilla. ¿Se fue en vuelo comercial o en avión privado?
Y si viajo en avión privado ¿De quién es ese avión? La respuesta a esta última pregunta es importante porque puede dar lugar a lo que se llama conflicto de intereses, algo que la ley toma en cuenta en el tema de contrataciones públicas.
Es decir, un conflicto de intereses puede generar que la empresa que le dio raite a “El Químico” quede impedida legalmente para participar en contratos de bienes o servicios que requiera el Ayuntamiento de Mazatlán.
El conflicto de intereses busca evitar que se asignen contratos a alguien por el hecho de haber “ayudado” a un servidor público que tiene influencia en la contratación.
Dicho en otras palabras, el conflicto de intereses busca evitar que se hagan negocios con los cuates desde el Gobierno municipal, estatal o federal.
Tan facilito que la tenía el Alcalde para responder la pregunta que le hicieron obviamente en caso de viajar en un avión comercial, como cualquier ciudadano.
Pero se notó que la pregunta le dolió y mucho al grado que provocó una respuesta de risa.
El sentido común dice que el Alcalde tiene la oportunidad, todavía, de rendir cuentas por las buenas, antes de que lo obliguen a rendirlas por las malas, pero, conociéndolo, su muy limitado sentido común lo llevará a montarse en su macho y provocar un conflicto legal donde no hay necesidad de provocarlo.
Dijera uno de los regidores de MORENA en recientes declaraciones a la prensa, si no quieren rendir cuentas de sus gestiones y el dinero público que se gastan, pues renuncien a sus puestos, pero mientras sigan siendo servidores públicos, no se mandan solos y tienen el deber de informar lo que hacen.
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