|
Columna

¿Qué esconde aferrarnos a la perfección?

LA FÓRMULA DE LA FELICIDAD
16/04/2021

    La mayoría de nosotros conoce a alguien más o menos difícil de tratar. Son personas que, en su comportamiento al límite de la soberbia y la altanería, pueden arrollar la dignidad y estima de un ser humano. Sienten tener en mano el báculo de la moral y las buenas costumbres, que sumado a sus buenas creencias religiosas (en la mayoría de los casos) les otorgan el “permiso” para ir con todos sus juicios sobre esos “pecadores de la vida” a los que ellos deben (así sienten) enderezar al camino del bien.

    Es como si, muy en el fondo, existiera un sentimiento de perfección.

    Les propongo hacer un breve ejercicio reflexivo. Hagamos una pausa consciente para que durante unos minutos pensemos en esos momentos en los que alguien nos mencionó un comportamiento o hecho que no le gustaba de nosotros. Hagamos memoria de cuál fue la sensación que experimentamos, ¿fue agradable o nos causó cierto malestar e incomodidad? Es posible que en la “crítica” nos comentara oportunidades muy constructivas, pero también es casi seguro que en un primer momento nos pusimos a la defensiva y que nuestras reacciones no enmendaran la gratitud y la serenidad.

    Es un hecho que, en un mundo donde la imagen está sobrevalorada hasta llevarnos a creer perfectos, nos han preparado para recibir aplausos, bienaventuranzas y felicitaciones que nos llevan a fortalecer un sentir de intocables.

    De acuerdo con investigaciones científicas se afirma que, cuando somos incapaces de aceptar una crítica o nos volvemos tan férreos en nuestras ideas que no vemos más allá, podemos encontrarnos con situaciones un tanto desagradables. Porque cuando nos creemos perfectos, tendemos a rechazar todo aquello que no encaja con nosotros, perdiéndonos la maravillosa oportunidad de crecer y enriquecernos a nivel personal. Definitivo, creerse perfecto bloquea nuestra mente a nuevas experiencias y conocimientos.

    Preparando el programa Time to Feel del domingo 18 de abril, llegó a mi mente una pregunta muy poderosa e inquietante: ¿qué relación existe entre esta creencia de perfección y la autoestima? En busca de fundamentar con rigor científico, encontré un poderoso comentario de María Teresa González, profesora de la Universidad de Salamanca: “La persona con baja autoestima tenderá a marcar distancias entre su yo y los demás, como un medio para proteger un yo débil. Tenderá a ser rígida e hipercrítica con los otros, como un mecanismo para defenderse de su propia vulnerabilidad. Al mismo tiempo, vivenciará las críticas como un ataque personal”.

    Viene a mi mente un querido amigo que cada vez que le comento una mirada diferente a la de él, me aplica la Ley del Hielo y su voz cambia en tono y matiz para decirme, sin decirme, “estoy molesto porque me estás juzgando”.

    Creo que muchos de nosotros, en nuestra inmadurez, hemos experimentado lo que yo denomino la Etapa de Super Héroe, cuando nos creemos perfectos (muchas veces de forma inconsciente), pero auto dotándonos de un aura de intocabilidad y -sin miedo a equivocarme- alimentando a una soberbia extrema.

    Un sinnúmero de programas de liderazgo trabaja con mucha fuerza el asumir que la creencia de ser perfectos nos impide el crecimiento personal y profesional, porque no damos cabida a un espacio para la autocrítica o autorreflexión; pero como líderes podría ser un alto indicador de no gozar de una buena autoestima.

    Las personas con baja autoestima percibimos los desacuerdos como un ataque a nosotros mismos, como una invasión a nuestro YO interior, y por lógica la reacción más natural será protegernos, complicando la plasticidad cerebral que nos brinda la apertura mental para afrontar un mundo en constante cambio.

    Sin esta plasticidad cerebral, nos cerramos a nuevas ideas, a nuevas formas de pensamiento y a soluciones más innovadoras, navegando por un mundo emocional lleno de miedo, apanicados por el posible ridículo, avergonzados por el futuro posible fracaso, llenos de asco y vergüenza por cosas que muchas veces solo están enquistadas en nuestra mente.

    Recuerdo que en una clase donde aprendíamos a entrenar y desarrollar la autoeficacia, mi maestro mencionaba una frase de Bertrand Arthur William Russell, filósofo, matemático y escritor británico ganador del Premio Nobel de Literatura, que hoy quiero traer a colación: “El problema de la humanidad es que los estúpidos están seguros de todo y los inteligentes están llenos de dudas”.

    Qué tamaño de reto tenemos para un correcto proceso transformacional donde nos regalemos Tiempo para Sentir, para conversar y dialogar temas como “la perfección”, para aprender a reconocer nuestras limitaciones sin pensar que representan grandes “fracasos”. Darnos permiso y cuenta de lo mucho que podemos enriquecernos cuando caminamos por la vida con mente de aprendiz.

    Escribo esta columna como una invitación para hacer consciencia de que existe un infinito campo de saberes, de herramientas, de información y de culturas con la capacidad de hacer de nosotros mejores personas.

    Confío en que te regales el permiso para sentir este domingo 18 de abril a las 11:30, hora de Mazatlán, 19:30 de España, a través de Facebook Live, con el apoyo incondicional de la Asociación Nacional de Inteligencia Emocional ASNIE

    Seguimos conectados desde mi página de Facebook @LicOscarGarciaCoach.

    Periodismo ético, profesional y útil para ti.

    Suscríbete y ayudanos a seguir
    formando ciudadanos.


    Suscríbete
    Regístrate para leer nuestro artículo
    Esto nos ayuda a identificarte mejor al poder ofrecerte información y servicios justo a tus necesidades al recibir ayuda de nuestros anunciantes.


    ¡Regístrate gratis!