Sin pruebas, Ómicron impone récord

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    La política para enfrentar y contener los contagios de la Covid-19 es que cada quien asuma su responsabilidad, que las escuelas determinen si regresan o no a clases presenciales, que las autoridades locales si se reducen los aforos, y ahora, que no es necesario hacerse una prueba de confirmación de contagio si se tienen síntomas del mismo, como si los patrones, sin certificados de análisis, concederán incapacidades, por decir lo menos.

    México llegó el martes 11 de enero de 2022, a su récord de contagios desde el inicio de la pandemia por el SARS-Cov2, con un total de 33 mil 626 nuevos contagios en 24 horas. De hecho, la cifra es mayor, pues el Gobierno de la República únicamente contabiliza las pruebas que ellos practican a personas con sospecha de contagio, las miles de pruebas que se realizan diariamente en laboratorios y hospitales privados no son consideradas por las autoridades de salud del país.

    En la misma semana, también se superó la cifra de 300 mil fallecidos por Covid-19, y se llegó a un acumulado de cuatro millones 125 mil 388 contagios. Por supuesto, esas cifras también son mayores si se consideraran los números privados, y los fallecimientos que, al inicio de la pandemia, fueron catalogados en su origen como “neumonía atípica”.

    No hace muchos días el Presidente de la República, informaba, justificaba, que los contagios por la variante Ómicron no eran de preocupación en México, o en Latinoamérica, pues basaba su información en que esa cepa estaba propagándose más en Europa y en los Estados Unidos. Y la pandemia le alcanzó, cuando el lunes 10 de enero, después de asumir que tenía una simple gripa, resultó positivo a Covid-19, por segunda ocasión.

    Al día siguiente, el mandatario nacional apareció en un video hablando sobre su salud, y su aspecto no era el de una persona sana. Visiblemente desmejorado, con la voz ronca, presumió lo bien que la estaba sobrellevando.

    Y se podría asumir que un segundo contagio del SARS-Cov2 al Presidente sensibilizaría a su administración, particularmente al sector salud, para tomar medidas y llamar a los mexicanos a cambiar de hábitos, incrementar el número de pruebas que se realizan diariamente en el país, disminuir los aforos públicos, e intensificar las campañas de vacunación, particularmente en poblaciones aun no vacunadas del todo o con falta de refuerzo, como son los niños, adolescentes y jóvenes de 18 en adelante. Pero no, en México nada cambia.

    La política para enfrentar y contener los contagios de la Covid-19 es que cada quien asuma su responsabilidad, que las escuelas determinen si regresan o no a clases presenciales, que las autoridades locales si se reducen los aforos, y ahora, que no es necesario hacerse una prueba de confirmación de contagio si se tienen síntomas del mismo, como si los patrones, sin certificados de análisis, concederán incapacidades, por decir lo menos.

    Hugo López-Gatell, el Subsecretario de Salud, que no ha regresado a conceder las conferencias diarias a pesar del incremento de contagios con la variante Ómicron, oficialmente llamó a no hacerse pruebas. Informó que si se tenían síntomas de enfermedad respiratoria, se considerara contagio y se aislaran, tesis que afecta la estadística nacional, aunque de suyo México es uno de los países considerados en la lista de los que menos pruebas realizan entre su población.

    La práctica de pruebas de detección del contagio de la Covid-19 sirve precisamente para evitar que el virus se propague. El mismo Gobierno informa que la tasa de reproducción efectiva de la variante Ómicron es de 10, es decir, que una persona con dicho virus contagia a 10 más. De ahí la importancia de realizar pruebas para, de manera contundente y científica, identificar a los contagiados y aislarlos para evitar la propagación del virus.

    Pero no, en Baja California, un estado con casi cuatro millones de habitantes, apenas si se realizan, en el sector público, entre dos mil y tres mil pruebas, a pesar que de acuerdo al Seguro Social, el índice de positividad es del 70 por ciento, o sea que de cada 10 personas que acuden, siete salen positivas.

    Mientras en países como el vecino Estados Unidos, el Gobierno ha entregado a la población pruebas para ser practicadas en los hogares, y son comunes los quioscos públicos para la detección de la portación del virus, en México el Gobierno informó en una infografía que circula en redes sociales que existe escasez mundial de pruebas, por lo que instaron a las empresas a no solicitarlas para conceder una incapacidad (pero en cualquier laboratorio privado o consultorio la aplican, con costos desde los 400 pesos hasta donde le dé el bolsillo).

    México seguirá rompiendo récords en los siguientes días, con todo y que no existe la política de aplicación de pruebas, porque la tasa de reproducción efectiva de la variante Ómicron es alta, y como todas las anteriores, se está minimizando. Para, como siempre en este Gobierno, acumular sus otros datos basados en una estadística que, aun alarmante, está lejos de la realidad.

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