Sobre la consulta de ‘revocación’

    veo con profunda tristeza como los gobernantes en afán de retar a la autoridad electoral violan la ley de manera burda y descarada, es de risa -o llanto- ver los acarreos de “apoyo” a un Presidente al que nadie le está pidiendo que se vaya. Y preocupa mucho escuchar una y otra vez las amenazas del partido en el poder contra el INE, organizador y arbitro de la consulta constitucional

    Para muchos la pregunta sigue siendo ¿ir o no ir a votar a la consulta del próximo domingo? En la semana me han pedido opinión diversos medios de comunicación al respecto, la misma duda definitoria. Pero lo he dicho, este no es un asunto que resolverán los politólogos o los abogados, es más, ni los ministros de la Corte o los legisladores o servidores públicos. Votar o no votar es una decisión personal, que debe partir de un proceso de reflexión individual, de intima valoración respecto a un asunto público trascendental e inédito.

    Y argumentos interesantes hay en ambos sentidos, tanto para acudir a una de las 57,000 casillas que se instalarán en el país, como para quedarse en casa a pasar el día de descanso con la familia, viendo el futbol o alguna buena película. Y también están las voces de los extremistas, los que por acudir al ejercicio te acusarán de “borrego” del Presidente, o aquellos igualmente necios que te dirán “traidor” a la Patria por no presentarte a votar en la “ratificación” o “revocación” que, según ellos, hizo posible Andrés Manuel.

    La democracia no nace de la nada, ni es un microbio virgen como se refería Tristan Tzara al “dadaísmo”. Por el contrario, surge como idea milenaria que se desarrolla en proceso históricos, cambios de paradigmas constantes respeto al deber ser de los gobiernos y los derechos de los ciudadanos. En democracia nada nace de la nada, todo tiene un hilo conductor al pasado, a momentos definitorios para dar el salto entre lo que fue, es y será.

    Saltos que marcaron el antes y después. Como cuando pasamos del voto de los gentiles al voto de los hombres libres, del voto patriarcal al voto universal, de la idea del gobernante por derecho divino a la idea del gobernante por mandato del “pueblo”, de las monarquías autocráticas a las monarquías constitucionales, de los imperios y dominaciones colonialistas a las incipientes e inconclusas democracias de los países independientes, entre mil ejemplos más.

    Por eso es que en mis intervenciones he llamado a no perderse viendo el árbol sin antes mirar al bosque. Porque este proceso de revocación de mandato, inscrito ya como un derecho constitucional de las y los mexicanos para sacar del poder a quien pierda nuestra confianza, servirá más en el futuro que ahora, pero inevitablemente todo camino se comienza con un primer paso.

    Y no estoy ciego, veo con profunda tristeza como los gobernantes en afán de retar a la autoridad electoral violan la ley de manera burda y descarada, es de risa -o llanto- ver los acarreos de “apoyo” a un Presidente al que nadie le está pidiendo que se vaya. Y preocupa mucho escuchar una y otra vez las amenazas del partido en el poder contra el INE, organizador y arbitro de la consulta constitucional.

    Pero la democracia mexicana se ha construido así, y así a tiros y tirones hemos mantenido nuestras instituciones en altísima tensión, pero sin colapsarse. A pesar de fraudes electorales desde 1940 a 1990, robo de urnas de toda la vida, persecuciones y encarcelamiento de la oposición de izquierda y derecha, asesinatos y magnicidios de candidatos de todos los niveles, levantamientos armados, compra de votos, reparto de dadivas, uso de recursos de procedencia ilícita en campañas y bueno, todo lo que ya sabemos y hemos visto pasar.

    Conociendo nuestro pasado, yo no me atrevería a llamar a no votar el próximo domingo, creo que a pesar de todo lo malo -que es mucho-, esta consulta tiene un gran valor a futuro, porque al final de cuentas Andrés Manuel en dos años se irá y el mecanismo permanecerá como derecho de las mayorías. Además, nunca estaría de acuerdo en motivar a alguien para no ejercer un derecho político consagrado en la Constitución, de la misma forma que jamás condenaría a aquellos que este domingo 10 de abril, en plena conciencia de su decisión, prefieran ocupar su valioso tiempo en lo que les venga en gana. Luego le seguimos...

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