En la política social no se retrocede ni para agarrar viada, así de firme está el camino trazado por el actual gobierno.

    “Después del vendaval viene la calma”, reza el dicho popular. Terminó la elección intermedia y hoy tenemos un Congreso de la Unión con mayoría simple del partido Morena y un gran avance territorial de la democracia: de 15 gubernaturas en disputa, Morena ganó 12, afianzándose como la fuerza política mayoritaria del país.

    Eso encierra gran importancia para concretar los planes de la Cuarta Transformación que impulsa el Presidente Andrés Manuel López Obrador. La derecha pretendía, uniendo todas sus fuerzas (en el prian) arrebatarle la mayoría en el Congreso de la Unión y, de esa manera, echar abajo los programas sociales; pero se quedaron con las ganas. Los conservadores hicieron todo lo posible por desbarrancar la transformación del país, que ha puesto en marcha, con mucho entusiasmo, el Presidente de la República, pero los ciudadanos le refrendaron su apoyo.

    El pueblo demostró, con su sufragio, claridad plena en las virtudes del gobierno de la Cuarta Transformación. Los ciudadanos son conscientes que la transformación del país beneficia a todos los estratos sociales y, en especial, a quienes los pasados gobiernos mantuvieron relegados del progreso y sumidos en el total abandono. Hoy ven, con hechos tangibles, que toda la acción del gobierno de la República va encausada a terminar con la pobreza, que todavía padece la mitad de los habitantes de esta gran Nación. Son conscientes que en menos de tres años del nuevo gobierno se ha avanzado mucho en la transformación del país; una vez terminadas las magnas obras que tiene en proceso el gobierno, van a empezar a ceder los índices de la tremenda desigualdad prevaleciente, los hechos lo están demostrando.

    Con el cambio de 15 gobernadores en entidades del país y el predominio de las fuerzas del cambio, se acelerará con mayor fuerza el progreso a favor de todos y no sólo de unos cuantos en el país.

    Vimos en la elección reciente un profundo avance de nuestra democracia, una votación numerosa, que no se estilaba en las elecciones intermedias. Se notó una elección libre, donde el voto contó y se contó bien. Se abatieron, en gran medida, las prácticas comunes del pasado y se denunció las compras de votos, que ahora es delito grave. Y así se va a seguir fortaleciendo la democracia, cada vez de mejor manera, hasta desterrar por completo las viejas prácticas heredadas de las elecciones de Estado, que terminaban a menudo en el fraude.

    La democracia es una de las aspiraciones más sentidas de los ciudadanos y se va a cumplir plenamente. Por el lado económico también se empiezan a escuchar voces autorizadas de reconocimiento a la estrategia económica del gobierno, y los presagios catastrofistas anunciados contra el gobierno por la oposición derechista, se han estrellado con la realidad. Las finanzas sanas, están cambiando la percepción de los órganos calificadores en una serie de cuestiones macroeconómicas que dan certidumbre al desarrollo del país.

    Afortunadamente, los presagios catastrofistas anunciados por la oposición derechista se han estrellado con los resultados de una buena administración, basada en la austeridad republicana y el combate a la corrupción. La acción del gobierno, con hechos, viene demostrando lo contrario a lo que predecían sus críticos, que se están sentando las bases de una mejor economía. Eso lo perciben los ciudadanos, por eso es que el discurso de la oposición no tiene eco.

    En la elección del 6 de este mes quedó plenamente demostrado cómo fracasó la alianza de los partidos tradicionales. Se frustraron en su intento de ganarle el Congreso legislativo, con fines maquiavélicos, al Presidente. Querían frenar sus programas, pero se quedaron con las ganas. El pueblo es mucha pieza y no permite retrocesos en las medidas de beneficio social y de desarrollo económico impulsadas por el Presidente. En la política social no se retrocede ni para agarrar viada, así de firme está el camino trazado por el actual gobierno.

    Entre los ciudadanos prevalece el entusiasmo sobre el futuro de la Nación, por primera vez en muchos años hay confianza en el renacimiento de país, la avalancha electoral así lo manifestó con alegría cívica.

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