Una pluma deja de escribir. Dan el último adiós al periodista Luis Enrique Ramírez

Un ambiente de silencio predomina en la sala de velatorio, las coronas que rodean el féretro en el que se encuentra el cuerpo de Luis Enrique Ramírez llevan encima el nombre del Gobernador, funcionarios y diversas instituciones, en el fondo se oyen los rezos de un rosario, y al frente una madre que le llora.

Es la velación del cuerpo de Luis Enrique Ramírez, los sollozos y llantos apenas se hacen escuchar, una gran pluma del periodismo ha sido callada, ya no se volverá a escribir la columna El Ancla. Compañeros, amigos y familia lamentan esta irreparable pérdida.

Los rezos terminan y el cuerpo es llevado a la capilla donde se oficiará una misa y se le dará la despedida a “El reportero metiche”, como le llamaba su maestra y amiga Elena Poniatowska. Al “norteño de 1.86 de estatura, de cabello muy tupido y muy negro”, le arrebataron la vida, conviertiéndose en una víctima más de la violencia en Culiacán.

La madre de Luis Enrique abandona la sala para trasladarse a la capilla a donde llevan a su hijo, pocos minutos después llega el Gobernador Rubén Rocha Moya, esta vez sin un séquito a su lado, las cámaras de su equipo de prensa no hicieron presencia.

Con calma, camina hacia el lugar donde se hará la misa, en la primera fila aborda a la afligida madre de Luis Enrique, cruza algunas palabras con ella y le dice que ya habló con el Presidente Andrés Manuel López Obrador para que se trabaje en la investigación del caso de su hijo.

La misa comienza, el encargado de llevar el acto religioso es el padre Esteban Robles, quien comenta que la forma de muerte de Luis Enrique, es algo que indigna y nos cuestiona como sociedad, la cual es cada vez más violenta y en la cual estamos sumergidos todos.

Las miradas tristes se cruzan entre los presentes, el sentimiento es el mismo: coraje, tristeza, consternación, impotencia y desesperanza, de nueva cuenta un colega periodista se ha ido en circunstancias que duelen y calan, y recuerdan las heridas que todavía no han sanado, como las muertes de Javier Valdez, Humberto Millán, Óscar Rivera, José Luis Romero, Gregorio Rodríguez, Alfredo Jiménez, Jesús Antonio Gamboa y Omar Camacho.

Con un nudo en la garganta y apenas pudiendo emitir unas palabras, una de las sobrinas de Luis Enrique toma el micrófono y ofrece unas palabras.

“Este es momento tan difícil para nuestra familia, gracias por la solidaridad que han mostrado. Luis Enrique fue un gran amigo, fue un gran hermano, un gran tío, un excelente profesionista, amante de los animales, le encantaba ayudar a las demás personas”.

“Hoy una pluma deja de escribir, hoy el periodismo está de luto. No te vamos a olvidar, aquí siempre te vamos a recordar”, culmina mientras le invade el llanto y la tristeza.

Las sobrinas y mamá se abrazan con fuerza, mientras que una ovación de aplausos despiden al periodista, al amante de los animales, al literato, al bromista, al a veces muy poco comprendido, pero muy querido Luis Enrique Ramírez.

La violencia lo alcanzó, su propio vaticinio se cumplió, el amor por su tierra lo hizo volver del exilio obligado, dejó de andar fuera de su órbita, como llegó a expresar en una entrevista. El 5 de mayo uno de sus más grandes temores se hizo realidad.

Al término de la misa, el Gobernador ofrece unas palabras a la prensa y asegura que se pueden tener garantías para ejercer el periodismo, que no se tenga la menor duda, expresa.

“Bueno, a mí lamentablemente me toca la responsabilidad de gobernar, en el caso de Luis Enrique, yo no hubiera querido que ocurriera, estamos buscando la manera de tener garantía de integridad física para todos los sinaloenses, no solamente para los periodistas, pero claro, lo otro es muy importante, por los valores que eso supone, el valor de la libertad de expresión, el ejercicio libre”, señala.

- ¿Justicia?

- Sí.

- ¿Impunidad?

- No impunidad. No vamos a descansar hasta encontrar a los responsables.