Dato del día: Joba Chamberlain, de los Yankees, el martes ante Boston se convirtió en el tercero desde 1900 en las Ligas Mayores que poncha a 12 o más luego de recibir cuatro carreras en la primera entrada. Antes lo hicieron Herb Scott (1959) y Nolan Ryan (1973).
Vulgares. Así son los directivos de la CONADE, que espero, pero dudo mucho, ya hayan saldado la deuda con los atletas mexicanos que ganaron medallas en Beijing.
El martes quisieron cobrar sus premios y resultó que los cheques botaron, lo cual vino a ser una grosería más (y un delito, según me informa un abogado) para esos mexicanos exitosos de parte de las autoridades federales del deporte. Ya de por sí es una vulgaridad hacerlos esperar meses por premios que no pidieron pero merecen de sobra y además les prometieron.
Carlos Hermosillo tiene en su campaña para diputado el mejor pretexto para no dar la cara, y más aún, puede decir que no es asunto suyo al no ser más, por fortuna, el director del organismo citado. De la Garza igual tiene pretexto, él no prometió nada y apenas va llegando. El caso es que las vulgaridades siguen dándose en nuestro deporte y siguen siendo las víctimas nuestros atletas, en este caso los más destacados. Ahora imagine cómo les ha de ir a muchos que se acercan a pedir apoyo sin haber logrado nada todavía a nivel internacional.
Y lo que más coraje da es que ese dinero ni siquiera es de los directivos, es en parte de nuestros impuestos, aunque quizá creen que es su patrimonio personal.
Interesante sería que se dijera también si esos premios son en parte aportaciones prometidas por la iniciativa privada y que empresas no han cumplido sus promesas a nuestros atletas.
Me gustaría que las próximas diez quincenas de Bernardo de la Garza no salieran o que Hermosillo no cobre un año su dieta de diputado. Sería interesante ver sus reacciones, aunque ellos no pasarían problemas y quizá moverían palancas para cobrar.
Llorones. Los mexicanos siempre hemos tenido la mala costumbre de hacernos víctimas y luego tratar de convertirnos en héroes. Esta epidemia de influenza, primero porcina y ahora humana, es buena muestra. Aquí comenzó la epidemia, aunque quizá la mutación no surgió en nuestro país, y ahora resulta que salvamos al mundo, según un político chicharronero.
Esa faceta de víctima la están mostrando el futbol mexicano con el asunto del San Luis y las Chivas en la Copa Libertadores. Cada país tiene derecho de defenderse como mejor le plazca de lo que considere un peligro y México no es excepción. Aquí a los centroamericanos indocumentados se les trata muy mal y nadie dice gran cosa, pero ahora resulta que por no querer que los mexicanos jueguen en ciertos lugares y como los sudamericanos no quieren venir, somos víctimas, nadie nos quiere y a lo mejor nos llevamos nuestro balón, como haría un niño de seis años.
A esos jugadores, técnicos, directivos y periodistas (así se definen) que quieren que los equipos mexicanos se retiren de la Libertadores, bien les haría que les hablaran (leer no, quién sabe si todos sepan hacerlo) de Jackie Robinson, por citar un ejemplo en el deporte, pues hay peores casos, de lo que es ser en verdad maltratado por diferencias raciales.
Retirarse sería no un acto de dignidad sino de cobardía, así como lloriquear es una muestra de su delgada piel. Sería echar a la basura el avance notorio del futbol mexicano gracias a su participación en las Copas Libertadores, Sudamericana y América. Y seguro saldrán héroes de cartón de todo este asunto.
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