Marina Quintanilla
Palabras, conceptos que por el uso y mal uso continuos se diluyen en la diaria rutina. Son conceptos que “a” del latín y “Pretium”, precio o valor, significa reconocer el mérito, la calidad o el valor. (Dic. G.G.)
Darle un cierto valor, reconocer lo que lleva en forma implícita. Esta palabra viene a la mente en forma constante porque la personas inmersas en este capitalismo hedonista “no aprecian”.
No aprecian el renacer de la naturaleza en esta primavera. Todo está en flor y crece en forma exuberante.
No aprecian un atardecer en el que cualquier paleta de diestro pintor queda anulada. Atardeceres en los que los violetas, magentas, naranjas, azules Prusia, cobalto y los tonos de amarillo más brillantes y alegres que verdaderamente “duele” ver tanta belleza.
No aprecian el ver en una maceta cualquiera, un pajarito, también cualquiera hace un nido. Nido que cada variedad de pajaritos hacen en forma diferente. Genial. Cada especie tiene sus formas y sus con qués. Y ¿qué pasa, que en ese nido hay huevitos? Una maravilla de la naturaleza que también “duele” de ver en eso tan, pero tan pequeño, toda la esplendidez de vidas futuras. Tampoco se “aprecia”, no estruja al que lo ve.
No aprecian el hecho de tener trabajo o la oportunidad de ir a la escuela. El primero se ve o se percibe como la “maldición” para el hombre, cuando en realidad no solo es una verdadera maravilla, sino una verdadera bendición. El estudiar lo convierten en una penitencia o en un medio de “echar relajo”.
Estudiar es una oportunidad que no todos los mexicanos tienen. Medios y herramientas que bien utilizados son los que pueden labrar la mejoría del futuro del estudiante.
No aprecian las calles, la ciudad en la que se vive. Una ciudad tan bella, con tanta vegetación, Tres Ríos (contaminados o no), Puentes que con un buen mantenimiento, sentido de la estética y apreciación a lo que representan, podrían convertirse en medios de embellecimiento. Así lo tienen otras ciudades de México, y no se diga del mundo.
No aprecian lo que es una familia y continuamente hay la queja y lamento de falta de comprensión. Repelos por falta de dinero, exigencias de permisividad, pero sobretodo no aprecian que los de la familia, sea como sea, siempre te van a querer y aceptar.
No aprecian las mejoras y avances de la ciencia y la tecnología. La utilizan o mal usan de acuerdo a su conveniencia o utilidad. ¿No es impactante y espectacular que con encender un monitor nos comuniquemos con un amigo o familiar, así sea en la Patagonia, Ucrania o Europa? ¡¡Conversar directamente!! Que maravilla. Pero todo es tan, tan, pero tan común, que ya no se aprecia.
Simple y sencillamente no se le da el valor interior, o del interior, a las cosas, personas, situaciones o circunstancias.
No se enseña o se educa formalmente para desarrollar la “capacidad de apreciar”.
El asombro, eso ya es otra cosa. Significa causar admiración o sorpresa. Casi nada y casi nadie se asombra. ¿De qué? Muertes, los que quieran, como los quieran, de las edades y sexo que sean. Autoridades ineptas, corruptas e ignorantes a la orden del cliente, del nivel que gusten. Diputados, Senadores incongruentes y además incoherentes, también ignorantes y un poco, sólo un poco corruptos (no todos). La “capacidad de asombro” está tan diluida, desgastada, que por eso la persona cada vez es menos persona humana; esto es, no humanizada. Sólo interesan aspectos o elementos materiales.
Reflexionar y comentar en familia y en forma personal ¿qué nos asombra? ¿qué nos sorprende? Es un ejercicio magnífico ya que como termómetro, sirve para medir la “humanidad” en ti y en los tuyos. El ambiente de humanismo que se vive en Tu Casa.
Hago diademas, bandas para el pelo, flores, broches de noche. Llamar al 716 85 10. Gracias mil por todos los correos y sus palabras. Mil gracias por leer el segmento y darse cuenta cuando no sale. Eso dice mucho. Otra vez GRACIAS.
Educación es...
marinaquintanilla@hotmail.com

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