Irad Nieto
Se sabe en cómo terminó todo. Una mañana radiante del 28 de marzo de 1941, Virginia Woolf fue a su estudio y escribió dos cartas nerviosas dirigidas a las dos personas que más amó en vida: su hermana Vanessa Bell y Leonard Woolf, su marido.
En ellas se despidió y reiteró su gratitud a ambos. "Estoy segura de que, de nuevo, me vuelvo loca... He empezado a oír voces y no me puedo concentrar. Por lo tanto, estoy haciendo lo que me parece mejor. Tú me has dado la mayor felicidad posible... Cuanto quiero decir es que te debo toda la felicidad de mi vida", escribió a su fiel compañero, entre otras cosas. Dejó las cartas en la mesa de la sala, cogió su bastón y se abrió camino por el campo de Sussex, al sur de Inglaterra, hasta llegar a la orilla del río Ouse. Contempló el paseo de sus aguas e imaginó acaso el alivio de hundir su locura en ellas, para ahogar "esas malditas voces" para siempre.
Además estaba la guerra, el fin de la civilización que avizoraba no dejó de torturarla. Era demasiado para la fragilidad física y mental de Virginia Woolf.
En la orilla del río, dejó su bastón, llenó de piedras su abrigo, no quería fallar como en otra ocasión, y sumergió en el agua su cuerpo maduro de 59 años. Dos semanas después se encontró el cadáver de la escritora, una de las más originales del Siglo 20.
Cuatro meses antes de su muerte, según el biógrafo y sobrino de la escritora, Quentin Bell, Virginia Woolf había terminado de escribir con inusual rapidez, sin mayores problemas, su última novela Entreactos, publicada póstumamente en 1941.
La historia de esta obra de ficción acontece en un día de verano de 1939 en Pointz Hall, la casa de campo que la familia Oliver posee desde hace 120 años. La familia Oliver (integrada por los viejos Bartholomew y Lucy, los jóvenes esposos Giles e Isabella, así como los niños George y Caro) se prepara para asistir, junto con otras familias que irán llegando poco a poco, a la representación tradicional de una obra de teatro en la que participan los mismos habitantes del pueblo y que está a cargo de la señorita La Trobe.
La obra recorre en escenas breves la historia de Inglaterra, desde la antigua Britannia y los tiempos de Chaucer, pasando por la época isabelina, la edad de la Razón, la época victoriana (representada con mayor mordacidad), hasta llegar al presente, al "Nosotros" con que había titulado el acto final. En éste, la señorita La Trobe sorprende a los asistentes con un performance sencillo: coloca un espejo frente a todos.
Los entreactos del espectáculo son las oportunidades que el lector tiene para conocer a los personajes, ya sea a través de sus diálogos o mediante sus pensamientos, técnicas narrativas que Woolf domina con perfección. Los Oliver, por ejemplo, son de lo más tradicional. Por su casa suele rondar "el fantasma de los convencionalismos" que tan bien conocía, al mismo tiempo que lo detestaba, Virginia Woolf, gracias a su educación victoriana.
Bartholomew y Lucy eran dos viejos chochos que creaban más problemas que comodidades, se acedaban como la leche en una apacible inmovilidad.
Isabella era una mujer enamoradiza y soñadora, frustrada, partida en dos por el amor y el odio hacia su infiel marido, "el padre de mis hijos", repetía este cliché para consolar su inveterada mansedumbre. Giles, un apuesto corredor de bolsa más preocupado por la carne de otra mujer o por la guerra que por su esposa.
Entreactos es todo Virginia Woolf: flujos de conciencia, epifanía, expresiones artísticas y hondamente sensibles, dominio de la metáfora y casi nula trama; pero no es su mejor novela. Pareciera que al escribir esta ficción estaba demasiado segura de sí, no hay los sobresaltos de apabullante perspicacia y experimentación que se pueden encontrar en otras de sus obras -Al faro (1927), Las olas (1931).
Sin embargo, Entreactos es la novela que Woolf escribió, a su manera, sobre la inminencia de la Segunda Guerra Mundial y las ruinas de la civilización.
Es más importante por lo que sugiere, no por lo que dice. Hay un momento, durante la representación teatral que transcurre en un día de junio de 1939, en el que una mancha en el cielo, una nube negra que avanza, roba la atención del público. Parecía una bandada de patos, armoniosa en el vuelo. En realidad, se trataba de aviones que anunciaban a los ingleses la proximidad de la guerra.
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TÍTULO 'Entreactos'
AUTORA Virginia Woolf
EDITORIAL Lumen
Primera edición, México, 2008, 205 pp.
Foto: Cortesía