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"El Cácaro"

"El luchador"
07/11/2015 10:28

    Eduardo Díaz Vidales

    Randy "The Ram" Robinson, el personaje central de la historia, y Mickey Rourke, quien lo interpreta, son la perfecta fusión entre personaje-actor. O Rourke hizo totalmente suyo a Randy, o bien, éste fue moldeado específicamente para el rebelde histrión. Al final, ambos terminan consiguiendo la redención que tanto necesitaban y que nosotros, el público, deseábamos.
    La película tiene una simplicidad inusual en el cineasta Darren Aronofsky, quien suele provocar polarizadas reacciones de todo tipo, pero permanece la confianza en sí mismo que el director de origen neoyorquino suele manifestar siempre.
    Sin duda, todos los elementos de El luchador resultan familiares, y sin embargo, tiene el poder para mover, emocional y filosóficamente, a la audiencia. Sería injusto llamar a la cinta formulista. Más bien, se trata de un homenaje a la fórmula del melodrama común, pero con un personaje al cual nunca habíamos visto antes: un acabado profesional de la lucha libre.
    Con sus días de gloria enterrados, solitario y en la bancarrota, Randy "The Ram" de pronto se ve obligado a abandonar los cuadriláteros debido a un problema de corazón. El tiempo no podría ser menos idílico, pues un combate que podría regresarle a la cima estaba por acercarse.
    Pero más doloroso que el ring, resulta la batalla fuera de éste. Su público se ha convertido en clientes del departamento de carnes y salchichas de un supermercado. Su hija, a quien no ve hace años, no quiere saber nada de él. No tiene amigos en el mundo fuera de los luchadores, y su único interés romántico no parece tenerle fe.
    Es un hombre que causa dolor en el espectador, y a pesar de saberse derrotado por la vida, incapaz de corregir sus errores o adaptarse a su nueva vida, incluso no repara en sentirse un perdedor, ni Rourke, ni Aronofsky desean que la audiencia sienta lastima por Randy "The Ram", sino que el espectador se identifique con la triste realidad de que no basta una buena intención para desaparecer errores, la dificultad de cambiar y aceptar que los defectos en las personas no se escogen, pertenecen a la naturaleza humana.
    Nadie hubiera imaginado que alguna vez Rourke se convertiría en un nominado al Óscar, no por su innegable talento, sino por su revoltosa filmografía, pero se la ganó con creces. El actor entrega un retrato comprensivo y simpático de una figura humilde que ha sido arrinconada por sus malas decisiones, tal y como el propio Rourke.
    Pero no sólo Rourke y "The Ram" logran su anhelada redención, de alguna también lo logra el director Darren Aronofsky. Desde su debut en 1998, con Pi, Aronofsky se impulsó como uno de los realizadores más interesantes de su generación, pero no tardó en encontrar detractores que lo calificaban como alguien más interesado en la forma que en el fondo. Personalmente, nunca he compartido tal atribución, pero en El luchador, el también creador de la mal comprendida La fuente de la vida por fin se deshace de aquellas críticas de ser un director sin interés en la sustancia, estudiar a sus personajes o los sentimientos.