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"Emociones y sentimientos"

"Emociones y sentimientos"
07/11/2015 10:31

    Dionisia Pappatheodorou

    El gran pensador de la antigüedad, Aristóteles, explica a su hijo Nicómano: "Cualquiera puede ponerse furioso... eso es fácil. Pero estar furioso con la persona correcta, en la intensidad correcta, en el momento correcto, por el motivo correcto, y de la forma correcta... eso no es fácil".
    Totalmente cierto, ¿no les parece? Las emociones y los sentimientos son energías motrices que llevan a la acción, son nuestra forma natural de responder a los estímulos y situaciones que percibimos.
    Por emoción, nos referimos a la respuesta corporal e inconsciente -lo más primario de la experiencia- mientras que el sentimiento implica la conciencia de la emoción; estar conciertes de ella nos permite describirla y buscar la forma de canalizarla productivamente.
    Los sentimientos tienen un nombre, las emociones no; pero independientemente, lo valioso es que cada emoción juega un papel único en nuestra existencia y lleva un significado implícito; nos prepara para actuar de una forma especifica ante una situación determinada.
    Esta especie de "planes instantáneos" que la evolución nos ha legado, disponen al organismo para enfrentar situaciones y ofrecer una respuesta adecuada. Han quedado grabados en nuestro sistema nervioso debido a que marcaron la diferencia entre la supervivencia y muerte de nuestra especie.
    El miedo, por ejemplo, es un mecanismo de alerta general y defensa ante el peligro o amenaza próximos. Coordina nuestro organismo para dos posibles reacciones: ataque o huida.
    Cuando sentimos miedo, la sangre se concentra en nuestras piernas de manera que nos facilita la huida en caso necesario, y se produce una parálisis momentánea que ayuda a centrar la atención fijamente en la amenaza, de manera que podamos evaluar la respuesta. Dependiendo de la evaluación, la emoción puede convertirse en ira, producto de la necesidad de defensa que se ocasiona a partir del miedo.
    En este caso, la sangre fluye a las manos – por eso es común que apretemos los puños- y el ritmo cardiaco se eleva para crear un mayor nivel de energía que nos permita generar una acción vigorosa en respuesta.
    La sorpresa refleja nuestra necesidad de mayor claridad e información -por ello levantamos las cejas y abrimos más los ojos- buscamos comprender lo que ocurre para idear el mejor plan de acción.
    La tristeza desacelera el metabolismo y disminuye el nivel de energía para facilitar el aislamiento introspectivo que necesitamos para comprender y asimilar las consecuencias de una pérdida, y planear un nuevo inicio. La felicidad en cambio, aumenta la energía disponible y nos ofrece la oportunidad de un descanso para recuperar la fuerza y el entusiasmo que requerimos para esforzarnos y conseguir nuevos objetivos.
    El inicio de una emoción sucede antes de que logremos identificar el sentimiento mismo, pero si llegan a fortalecerse e intensificarse se convierten en pasiones, difíciles de controlar.
    Según el sicólogo Daniel Goleman, "Los sentimientos son esenciales para el pensamiento y el pensamiento lo es para los sentimientos. Pero cuando aparecen las pasiones, la balanza se inclina y es la mente emocional la que domina y aplasta a la racional". Aunque sabemos por experiencia que a menudo nuestros sentimientos nos ayudan mejor que los mismos razonamientos a dar forma a decisiones trascendentales y llevar a cabo acciones, también sabemos que cuando se disparan sin control llegan a jugarnos rudo, de esto me parece que todos tenemos certeza ¿no es así?
    La conciencia es el elemento que nos hace posible manejar nuestros impulsos y dominar los excesos emocionales, ya que cualquier tipo de exceso conduce al dolor. Emociones demasiado apagadas crean aburrimiento, apatía y distancia, demasiado extremas o persistentes llegan a enfermarnos.
    No se trata entonces de suprimir o esconder emociones, cada emoción tiene su valor y significado, además emoción no expresada es actuada. Lo ideal es conseguir el equilibrio, sentir el nivel de emoción adecuado a las circunstancias y poder expresar asertivamente lo que sentimos.
    La voluntad y el carácter se fundamentan en la capacidad de controlar los impulsos, y nuestro bienestar o malestar se refleja directamente en nuestras relaciones con los demás. En palabras de Goleman, el propósito es proporcionar inteligencia a nuestras emociones para encauzarlas hacia un fin beneficioso.

    Agradezco sinceramente sus comentarios y los invito a compartir sus intereses y experiencias en: dionizya@gmail.com