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"COLUMNA"

"LAS ALAS DE TITIKA: Princesa Geo, XI"

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LAS ALAS DE TITIKA

Había una vez… nunca la imaginación fue tan mágica y colorida en el reino de la vida, hasta que sus ojos vieron la luz.

Un día de marzo, una hermosa criatura llegó al mundo entre las apacibles aguas de un río subterráneo. Todo su ser, impregnado de una cristaliza pureza, fue expulsado por una agitada turbulencia. Así, como una muñequita de trapo, quedó inerme en la superficie esperando ser rescatada. Apareció de pronto, ella, con sus fantásticos y enormes ojos. Se inclinó ante la cándida criatura y la abrazó con amor.

Le mostró la generosa y dorada tierra a la que ahora pertenecía. Ambas recorrieron los huertos y probaron el elixir frutal. La niñita empezó a reconocer los exóticos sabores; los dulces y también los amargos. Los aldeanos, afanados en sus tareas, eran incapaces de apreciar los deleites naturales y de entrever el daño que los acechaba.

Nadie quería ver nada, hasta que ella se los mostró En los ojos de Inés. Ambas se encontraban todas las tardes, abrían el libro multicolor y las letras volaban con el soplo del viento; ellas las atrapaban y las descifraban. Compartían sus sueños y se adentraban entre las páginas tornasol.

De pronto, uno de esos días, donde el sol está más cercano a la tierra, sintieron un susurro maligno, se trataba del terrible monstruo del huerto. Inés intentó colmarla y le dijo que las historias son criaturas salvajes cuando andan sueltas y que allí, entre los árboles, rondaba uno malvado de dos cabezas: durante el día y entre la gente procuraba ser amable y sonriente, pero en la soledad del huerto mostraba sus afilados dientes y nadie imaginaba lo malvado que solía ser; podía tomar la figura de cualquier árbol y atacar sin aviso.

La niñita le preguntó que cómo podrían acabarlo. Inés le dijo que sólo había una manera y que era, justo, lo que estaban haciendo: “contando historias, viendo al monstruo de frente y sin parpadear es la única forma en la que éste se desvanece”. Para eso necesitaban la llegada del hada amorosa. ¿Tú la conoces?, le preguntó la niñita. Sí, pero sólo en mis sueños y cuando platico con mi abuelo, él es tan bueno y es el único que sabe escucharme y contarme nuevas historias.

Inés había llamado al hada amorosa, mas sabía que ésta aparecería de entre las nubes sólo cuando fuera capaz de creer en sus propios sueños y de dar vida a un nuevo personaje. Supo que había llegado el momento. Así pasó.

Las niñas siguieron leyendo el libro mágico y descubrieron los secretos. De entre los tonos del arcoíris apareció la princesa Georgina y les dijo: “nunca jamás ningún monstruo volverá a acecharlas, ahora son capaces de mirarlo a los ojos y de sostener su mirada”.

Ellas tenían entre sus manos En los ojos de Inés. Vieron que María Tuti dibujó alucinantes destellos y que la princesa Geo, como la tortuga Clementina, aventó otra gruesa caparazón y continuó plena su camino.

Y colorín colorado…

PD, princesa Geo existe y la puedes encontrar en Librerías México, Cln.

Comentario: majuliahl@gmail.com

 

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