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"OPINIÓN"

"Las alas de Titika: Princesa Rosa María, VIII"

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LAS ALAS DE TITIKA

Había una vez… una hermosa princesa legendaria se posó en este extraño y alborotado mundo con la ilusión de aprender a dar y a recibir. Su ser emanaba plenitud, ansia de compartir belleza pura, de recorrer espacios en libertad, de iluminar cuevas degradadas, de interactuar con  almas enaltecidas, de debatir pensamientos superiores, de intercambiar razonamientos elevados, sublimes.

Sabedores de su esencia, sus ancestros le armaron cuidadosamente el arsenal con valiosas municiones. Tuvieron miedo de dejarla mas no olvidaron nada; la misión de la princesa era resistir a la perdición, al salvajismo,a la irracionalidad, a la nada; debía replantar el amor compasivo entre los aldeanos; una monstruosa animalidad los estaba carcomiendo, un canto de sirenas les roía la voluntad.

Plena y hermosa, la princesa Rosa María fue entregada amorosamente al reino humano. Sus ojos se abrieron y desde entonces empezó su lucha. No había oportunidad de procrastinar ni reposar ilusiones, los suyos estaban a punto de incendiarse.

Apenas tuvo tiempo de recomponer su cuerpo, de asentarse en la tierra, de sentir la brisa del mar, los brillos del sol cuando empezó la batalla. En racimos, las calles se inundaron de criaturas partidas y deformadas, sus corazones estaban huecos y desorientados.

Unos truhanes habían llegado y les habían vaciado el espíritu; éstos pertenecían a la cofradía de la reina malvada; en soledad, ellos mismos se preguntaban cómo fue capaz de destruirles el alma. Todo era confuso, pero no para la princesa Rosa María.

Les hizo frente y les dijo: “muchas cosas que son verdad parecen falsas… A veces la gente necesita mentirse a sí misma y no sabe cuando ha perdido la razón. La violencia nunca será el camino, sólo el cultivo de las artes nos hará libres… siempre hay que escuchar con escepticismo la justificación de los hombres que matan”.

Los truhanes se enfurecieron y se hizo el fuego. Los hombres siguieron cayendo. Se hizo el silencio. Llena de paciencia, la princesa valiente, así la llamaron, les curó las vísceras heridas, sacó las espinas de sus cuerpos y quitó los residuos de llanto y de tristeza, pero las bestias estaban apoderadas de todo lo movible e inamovible, todos tenían dañadas las entrañas.

La princesa no sucumbió, hizo alarde de todos sus poderes, recurrió a los sabios saberes de la larga estirpe de mujeres que la antecedieron. Mas las bestias no pararon, le lanzaron lobos, quisieron devorarla, apagarla, quemarla como a un ángel caído.

Ella, venciendo la complejidad del tiempo, utilizó el sombrero mágico y de éste brotaron conejos blancos en señal de paz. Los hombres recobraron su aliento y con ello la cordura. Agradecieron la enseñanza y utilizaron todos los medios para transmitirla a sus hijos y así a las futuras generaciones.

Nunca jamás permitieron que lo inmundo, aún envuelto en oropel, paralizara sus verdaderos sueños. La princesa Rosa María volvió a ser feliz. Se sentó en un árbol de roble y empezó a esculpir la historia de su tiempo. Su hada le dijo: “no permitas que apaguen tu luz”. Y colorín colorado…

Comentarios: majuliahl@gmail.com

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