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Columna

Lo que el viento se llevó...a Villa Unión

EL OCTAVO DÍA

Pues resulta que durante el periodo de la Intervención Francesa en Mazatlán, coincidiendo con final de la guerra de secesión de los Estados Unidos, por un periodo incierto tuvimos una colonia sudista aquí en Villa Unión.

Sí, hasta aca llegaron los remanentes de “Lo que el viento se llevó”, huyendo de la derrota y el temor a la persecución de los yanquis triunfantes.

La información la encontré de forma indirecta en el libro “La guerre du Mexique de 1862 à 1866. Journal de marche du 3 regiment des chasseur d’Afrique”, escrito por el capitan Paul Laurent, quien estuvo destacamentado aquí en Mazatlán y participó en varias acciones en el sur de Sinaloa.

Un breve capitulo de sus memorias le dedica a esa colonia y, ahí, Paul Laurent afirma que este grupo de confederados derrotados llegaron a México, por la vía de Texas, avanzando de manera terrestre hasta establecerse en “Presidio, petit village” a dos leguas de Mazatlán, quizás aprovechando el vacío que se daba en la zona por la caída del gobierno de Juárez, y la complacencia de los franceses.

Es muy posible que esa complacencia fuese una complicidad secreta: los indicios apuntan a que Napoleón III apostaba a que el sur de los Estados Unidos ganara la guerra de secesión y formase un gobierno aparte con influencia hasta el Golfo de México, Cuba y las Antillas francesas.

A la fecha en el sur de los Estados Unidos hay una gran impronta francesa, siendo Nueva Orleans su centro, ya que ahí fue la antigua colonia de la Louisiana que Napoleón Bonaparte se vio obligado a vender para financiar sus guerras.

Aún abundan en la región los apellidos franceses y una de las teorías de que se llame a la región Dixieland y es porque durante un buen tiempo circularon billetes de 10 dólares que tenían la palabra Dix.

De confirmarse esta información de Villa Unión por otras fuentes -hasta el momento no hemos encontrado otras referencias-, podremos afirmar que estos migrantes eligieron una buena zona, ya que de la región del Río Presidio es la más fértil del sur.

Laurent sostiene que hasta habían iniciado grandes plantaciones de algodón, una excelente fuente de riqueza de aquel momento, y que se componían de individuos de todo especie. Traduzco literalmente que fueron en su mayoría “soldados, comerciantes, marinos y cultivadores”.

Entre ellos había gente de alto grado, ya que el militar francés registra haberle comprado a “un coronel de terribles mostachos” un caballo en doscientos dólares, precio que equivalía a mil francos de la época, aunque la transición se hizo en moneda mexicana, “reales” pues.

Un poco escandalizado, dice que se vio con el tipo en la casa de cambio “Le Helder de Mazatlán” y “tendiéndome con una mano las riendas del caballo, con la otra me pidió los dineros, los agarró y, metiéndolos en su vasto bolsillo, entró rechinando las espuelas a la sala de un bar. A la mañana siguiente, nueve horas después, le quedaban apenas seis reales y me perseguía, con un hipo sentimental en la voz, para tratar de venderme ahora sus armas”.

Luego de contar este episodio de alcoholismo, precisa que el resto de la Colonia era muy organizada y dedicada al trabajo.

También comenta que no puede juzgarlos severamente desde el punto de vista militar, y aunque los ve un poco fatigados y cansados de su larga mancha, añade que tienen entusiasmo y están muy organizados, como quizás un poco prefigurando a los de la futura colonia norteamericana que se estableció en el valle del Fuerte. Hasta se pregunta si los americanos no son las personas más emprendedoras del mundo y las más afectas a las novedades.

¿Qué habrá pasado con esa colonia de sudistas estadounidenses? Quizás al tomar de vuelta el poder el gobierno de Juárez se les invitó a retirarse o algunos de ellos siguieron su marcha. En buena parte del Siglo 19, los estadounidenses tuvieron más dificultades para integrarse a nuestra cultura mazatleca que los alemanes, ingleses y franceses.

Trataré de seguir traduciendo más pasajes de este libro y anticipo que hay una interesante narración de una visita suya a cazar venados en La Noria, además de los combates de sus Cazadores Africanos en Concordia, Pánuco y Copala.

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