En Mazatlán hemos tenido varios monumentos que por el tiempo, los políticos o las obras sociales a veces han sido removidos,
Durante mucho tiempo, existió en la plazuela Hidalgo -sí, la de los leones- una estatua eponima de Don Miguel Hidalgo y Costilla que dominaba todo el escenario.
Esa estatua desde que se puso fue polémica porque sus creadores jaliscienses, más acostumbrados a hacer santos que próceres, enviaron al padre de la patria esculpido en traje talar, o sea en ropa sacerdotales. Algo impensable para la mente jacobina de ese momento.
Así que hubo que poner un anónimo y hábil marmolero de panteón local a enmendarle la plana y convertir la túnica de cura en una levita elegante. Sólo así se develó y mantuvo ese monumento en lo alto de una especie de obelisco por varios años.
Con el tiempo fue removido y en ese sitio se construyó la biblioteca Manuel Bonilla y después la Benjamín Franklin.
Ahí fueron colocados los leones que tenía la también desaparecida estatua la libertad, una obra de art decó que se puso en el año de 1925 en el malecón, hasta que el presidente municipal Ramón Ponzo Peña durante la remodelación de Olas Altas la quitó y fue enviado al poblado de San Francisquito, donde la fecha ahí se erige en en la plaza principal.
Otro monumento que fue muy visto en el pasado por los mazatlecos fue un busto de don Benito Juárez colocado en la plaza de la República, que llegó a estar en el centro del palacio municipal, luego se removió cuando ahí se colocó una cancha deportiva -si; nuestro palacio municipal tenía una cancha de basquetbol-, y ahí se le mandó a la primaria Benito Juárez, donde yo lo veía a la hora de recreo.
Aunque la Alegoría Marina o monumento al pescador del escultor Rodolfo Becerra nunca ha sido quitado, le hace falta una parte simbólica que estaba al costado derecho, que en cierta forma fungió como homenaje a la poesía local
Ahí se encontraba un murete donde estaba escrito un poema del escritor Carlos McGregor Giacintti. “Ser inmenso y profundo: ¡Quién lo fuera! Cerca del mar, y de la tierra lejos. / Inmensidad frente a la vista, arriba;/ Profundidad abajo que no vemos”.
En alguna remodelación fue quitada la placa de ahí, quizá porque franqueaba mucho el paso y después estuvo colocada en el suelo, donde me tocó verla, todavía en los años setenta, hasta que fue removida o sólo cubierta cuando colocaron una amplia capa de pasta de cemento pulida que duró largo un tiempo... la recuerdo perfectamente porque yo la recorrí en patineta, hasta que fue recubierta por sucesivos adoquines.
Un monumento desaparecido que nadie extraña es la olla de cocimiento de cerveza, colocada ahí por el Grupo Modelo durante un aniversario histórico de esa digna empresa. Lamentablemente, esa olla de cocimiento no estaba apta para nuestra intemperie y requería mucho mantenimiento para no cubrirse de verdín.
Otro monumento que estuvo durante un tiempo en el camino de terracería que con el tiempo sería paseo Clausen era un obelisco con los nombres de un grupo de normalistas que se integraron a la revolución, entre ellos Gabriel Leyva, futuro gobernador.
No tenemos referencia de que ellos hayan hecho un acto heroico, pero se le reconoce que vinieron desde la Ciudad de México para unirse a las tropas que rodeaban Mazatlán durante el sitio al gobierno huertista
Este obelisco más adelante se pondría dentro del fuerte Venustiano Carranza, junto al cañón, y una placa conmemorativa -sospecho que la tendría antes abajo dicho obelisco- se colocó a las puertas del palacio municipal.
Políticamente fue más un recordatorio permanente de que el gobernador Gabriel Leyva había tenido acción en los últimos momentos de la revolución mexicana... por ahí anda un libro que argumenta lo mismo, aunque algunos historiadores me han dicho que es mas novela que crónica.
Y, sobre el reciente monumento a los Beatles... yo solo diré que siempre he sido un Rollling Stone.
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