Dos acantilados desembocan
al final del largo y estrecho cañón
el tesoro aparece de frente
la calesa se detiene
cerca de camellos echados
las niñas gitanas vendedoras
corren hacia mi
me aturden y me atrapan
con sus ofertas coloridas
y artesanales de collares
colgantes de los brazos
el sol baña las areniscas rosas
alumbrando como lámparas
los detalles arquitectónicos árabes
esculpidos en las rocas
por los nabateos.
El olor del incienso y especias
se respira en el aire nómada de Jordania.
La memoria recuerda
una fuente de agua que brotó de la piedra
con un solo golpe del bastón de Moisés.
Anoche volví a caminar
entre las maravillosas ruinas
recorrí paso a paso
la ciudad rosa del desierto
y en el sueño supe
que había vuelto a sorprenderme
con la arqueológica Petra.
Por la mañana
abrí mi joyero y colgué a mi cuello
un hermoso collar beduino.
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