El Octavo Día

¿Qué vemos hoy en las pantallas?

Por allá en 1977 me impresionó mucho ver en la revista Impacto las primeras fotos del Planeta Marte a todo color.

Jamás imaginé que a mis 50 años iba a ver y oír en vivo y en directo al Planeta Rojo... pero con anuncios de publicidad a cada giro de 360 grados de la cámara.

El Perseverance Rover fue para mí el primer ejemplo interplanetario del triunfo de un capitalismo salvaje que hoy devora nuestras pantallas y cerebros.

Hoy a la gente, más que antes, le da vergüenza reconocer que “ven tele”.

Creen que ver en su “pantalla” los exime de no ser unos autómatas funcionales, cuando mucho no nos separa de aquellos que veíamos teles de bulbos con antenas de conejo y cantábamos a coro los comerciales.

Lo chic, lo in, lo cool o lo paique es nombrar las plataformas como antaño se hacía con las marcas de ropa extranjera.

¿Son sus contenidos tan revolucionarios como en su momento HBO con series como Los Soprano o Sony, al enfilar en un solo canal todos los sitcoms exitosos tipo Friends?

Me pasa con las producciones de Netflix que veo, tienen cambios de ritmo muy raros.

De repente saltan a un personaje que uno creía secundario y rellenan la trama con él y se desequilibra “el plot”, como dicen los guionistas... Así como las telenovelas mexicanas de ayer de Valentín Pimstein.

Reconozco que Lupin me agradó, pero a ratos se me hizo algo chabacana. La idea es buena y simpática, modernizar a Arsenio Lupin, personaje similar a Rocambole y Raffles.

Pero tengo un conflicto por la manera en que Netflix estandariza las series. Extraño el viejo HBO.

Un lugar común en las series de ahora es el joven inteligente e inocente que llega a una oficina, despacho, elite de espías o agencia X. Ahí encuentra un maestro, el amor y el conflicto en sus ideales.

Estoy viendo simultáneamente Ten por cent (francesa) y Suits (gringa) y ha de cuenta una historia similar con personajes caricaturescos. La pionera de esto fue Valley of dolls, de Jacqueline Susan, novelista rechazada en su momento hasta por Carlos Fuentes y sus ecos están lo mismo en Madmen o Billions.

Me hubiera gustado más que La excavación se concentrara en sus dos personajes principales, que daban para mucho, a la subtrama políticamente correcta de la joven arqueóloga y su amante.

Ciertas producciones de época tienen demasiado el tono de una comedia neoyorquina de situación que la rígida elegancia victoriana.

Bridegerton es una versión de época de Gossipgirl en una frívola distopia afroeuropea, que ni Michel Houellebecq habría concebido.

¿Se dieron cuenta que en el documental que se estrenó en Netflix sobre Pelé, en ningún momento se mencionó a Garrincha? ¿Será como hablar de García Márquez sin mencionar a Mario Vargas Llosa? Veíamos a Pelé como un santo que no hizo mal en rebelarse con el gobierno autoritario de su país, como Mohamed Alí.

Edson Arantes no le pide nada a Luis Miguel o Maradona, ya que tiene mucha hebra posterior: fue Alcalde de una ciudad, tenía muchas propiedades y empresas, luego la relación con Xuxa y dos Miss Brasil... hace poco uno de sus hijos legítimos fue mandado 30 años al bote por lavado de dinero.

¿Vivimos el fin del cine como lo conocimos? Con la maldemia he visto que desaparecieron la entrega de los Oscars y el Miss Universo, sonoros fenómenos económicos y de glamour que irrumpían por estas fechas.

El tiempo, las pantallas y usted lo dirán.

“¿Vivimos el fin del cine como lo conocimos? Con la maldemia he visto que desaparecieron la entrega de los Oscars y el Miss Universo, sonoros fenómenos económicos y de glamour que irrumpían por estas fechas. El tiempo, las pantallas y usted lo dirán”.