"Sí a la vida a pesar de todo"
Luis Alfonso Reyes Camargo y Guadalupe Quintero Molina / Grupo Pahause
Hay experiencias que aunque sean dolorosas nos regalan una forma más constructiva de enfrentar las dificultades de la vida, que nos permiten mirar los acontecimientos con más humildad y mayor optimismo.
Cuando uno se enfrenta con el dolor de revisar una experiencia como la muerte de un hijo, resulta inevitable explorar todos aquellos recuerdos de la infancia que nos formaron con determinada manera de ser y de encarar la vida, porque sin duda esas experiencias que uno mantiene en su memoria, sumadas al propio temperamento, resultan determinantes para la manera en que superaremos las dificultades.
Frente a este hecho desolador es difícil imaginar que algún día podamos superarlo. No nos atrevemos siquiera a imaginar que podremos volver a sonreír, superar el dolor es como traicionar la memoria de nuestro hijo muerto, volver a reír sería volver a ser feliz, volver a la vida... olvidarlo.
Ni se traiciona, ni mucho menos, jamás se olvida al ser querido, todo lo contrario. Por siempre se guarda su recuerdo en algún pedazo de nuestro corazón y en un rincón de nuestra mente, y por eso, por siempre, se pasea junto a nosotros en cada momento de nuestras vidas.
Y por otra parte, ese ser querido sin duda querrá y nos exigirá, desde la dimensión divina en que hoy tiene existencia, que en su honor vivamos plena e intensamente el aquí y el ahora... sonriendo, cantando, bailando, con alegría y felicidad.
Es sensato verlo desde este punto de vista, porque nadie escoge ver a un ser querido sufriendo, adolorido, penando y llorando.
La única manera de enfrentar el sufrimiento es sufriendo, la única manera de tratar con el sufrimiento es hacerle frente, mirarle fijamente a la cara, observarlo, entenderlo.
La autora del libro Un hijo no puede morir, describe así sus sentimientos acerca de esta frase.
Esta frase al principio puede aterrarnos, pero también es el único camino que nos lleva a la recuperación, hay que enfrentar el dolor y no seguir culpando de nuestro sufrimiento al mundo, a los médicos, a la sociedad, hay que entender que la cruz y el sufrimiento encierran soledad, hay que reconstruir nuestra vida, darnos cuenta de que tenemos la oportunidad de crecer, de aprender, de respetar el dolor de los demás, de ser humildes, de continuar, esa es nuestra opción... RENACER.
Cada ser humano tiene su particular forma de vivir la pérdida de un ser querido, de hacer su duelo. Una sicóloga reconocida como pionera en el estudio de la muerte y el duelo, dice que el duelo es un proceso activo de adaptación ante la pérdida de un ser amado y que implica llevar a cabo cambios que generan ansiedad, inseguridad y temor.
El mundo confiable y predecible de cada persona es transformado para siempre por las pérdidas.
En este proceso activo el doliente elegirá entre muchas opciones, que tendrán como finalidad su recuperación o su estancamiento, podrá elegir entre hablar de la persona y de lo que ocurrió o aislarse en el silencio, aceptar ayuda y consuelo o asumir una posición arrogante de no necesitarla, incluir a su familia en su mundo adolorido o marginarlos, luchar para encontrar un significado a lo que ocurrió o no, decidir avanzar y replantear sus prioridades conforme a su nueva identidad o perpetuar su incapacidad, sobrevivir o morir sicológicamente.
Quienes atravesamos por un proceso de duelo, transitamos por una serie de etapas o vivencias comunes, aunque cada una se caracteriza por una amplia variedad de respuestas humanas.
La autora del libro comenta acerca del duelo... Necesitamos tomar conciencia de que las condiciones de nuestra vida han cambiado radicalmente y para siempre, que tenemos que vivir por algo, encontrarle un sentido a la muerte de nuestro hijo.
Esa es una realidad innegable, pero esta en nuestras manos la elección de la actitud a tomar ante el dolor que nos plantea la vida, tenemos una oportunidad para añadirle un sentido mas profundo a lo que nos ocurre, nada puede evitarnos el sufrimiento, nadie puede sufrir en nuestro lugar.
Entonces, la única oportunidad que tenemos es la actitud que tomemos para soportar esa carga. Debemos entender que en el sufrimiento se oculta la oportunidad de logro, comprender que la vida espera algo más de nosotros y aunque el sentido de la vida puede ser distinto para cada ser humano, el sufrir sólo se justifica si se encuentra un sentido para ese sufrimiento... Porque siempre los dolores tienen una divina razón de ser.
*Pahause, Padres con Hijos Ausentes, es un grupo de mutua ayuda formado por padres que hemos perdido un hijo(a), cuyo objetivo central es aprender a sobrellevar nuestro proceso de duelo, emocional y racionalmente, y tratar de conseguir la comprensión y aceptación plena del dúo vida-muerte.
INFORMES: Tel. 7 53 12 33; Cel. (04466) 72 64 88 97. Comentarios: oguerrerihotmail.com