El peor dolor

LA FÓRMULA DE LA FELICIDAD
02/04/2021

    Espero disfruten intensamente este periodo de profunda reflexión y también, para muchos, quizás la mayoría, la oportunidad de dar rienda suelta a los placeres propios de un tiempo de descanso y mucha diversión.

    Aunque en mi caso decidí continuar laborando en el diseño de unos talleres de liderazgo, aproveché lapsos de mi tiempo para conversaciones pendientes con seres humanos a los cuales les tengo un gran aprecio. El factor en común de mi selección fue que, desde mi mirada, estaban pasando momentos retadores en sus vidas.

    Con sorpresa, observé que la edad de los seleccionados estaba entre los 35 y 45 años, todos con un futuro profesional muy alentador y logros trascendentes, pero afrontando en la vida personal duelos de todo tipo.

    La primera coincidencia de mis conversaciones: todos me afirmaban que lo que ellos estaban viviendo era su peor dolor, y para mi sorpresa, no era un dolor físico, hablaban de un dolor emocional. Estoy seguro de que ese tipo de dolor, en diferentes intensidades, no es algo desconocido para nadie; sentir esa extraña sensación de padecimiento o sufrimiento generado a nivel psíquico, sin que medie para su aparición un motivo físico.

    La segunda coincidencia era una tremenda negación que genera comportamientos de huida (evitar pensar y sentir), acompañada por una sensación de miedo no aceptado al observar que ese dolor está impactando de forma no positiva todos los dominios de su vida.

    La tercera coincidencia fue donde más anclamos la conversación: todos los que los acompañan para darles consuelo han depositado en el tiempo la mejor solución.

    Quienes me conocen y han seguido mis programas por las redes saben que, para mí, esa postura es muy del pasado, se decía que con el tiempo ese dolor se iba haciendo más pequeño y desaparecía.

    El enfoque actual es que ese dolor se mantiene tal y como está, nuestra vida crece alrededor de él, haciéndolo la mayoría de las veces más grande, más frustrante, más limitativo, una clara barrera en la búsqueda del bienestar subjetivo.

    Es tan retador otorgarnos el permiso para sentir, darnos tiempo para hacerlo de forma consciente y dejar que la vulnerabilidad recorra todos los rincones de nuestro cuerpo, para intencionar la búsqueda desde la aceptación, como el primer gran paso para iniciar nuestro proceso de sanación.

    Al llegar a este punto, surge la cuarta coincidencia: un tremendo miedo a pedir ayuda, porque significa que no soy tan bueno como yo creía, no soy tan autosuficiente como yo pensaba.

    ¡Vaya!, tengo que soltar el control para entregárselo a alguien más y convertirme en un aprendiz en búsqueda de algo que es desconocido para mí; y esa sensación me llena de sentimientos de rabia y resentimiento, iniciando en mi mente la cacería de “los verdaderos culpables de mi dolor”

    Ese proceso, al no ser habilitado por un experto, puede ser sumamente desgastante y generador de mayor dolor, apareciendo la quinta coincidencia: declaran una molestia que la definen como su peor dolor, una sensación de vacío acompañada de una tristeza profunda, donde se sienten estacionados.

    No tienen claro qué hacer con su vida, y les duele pensar que todo lo que habían definido como éxito sea una vil mentira creada por su ego; dos de ellos se declararon con pensamientos irracionales sobre abandonar su trabajo, el mismo que hace unos meses consideraban el mayor logro de su vida.

    Hay una última coincidencia, todos declaran que fueron instruidos para tener éxito en la vida, que su vida de estudiantes fue de plenitud académica, tres de ellos con mención honorifica que les permitió lograr sus metas en ese dominio; pero también concordaron en que nadie te habla del peor dolor, que es el del alma.

    Desde todas mis columnas, programas, intervenciones, cursos, sigo luchando por un cambio en la educación y en la formación de talentos, incorporando el desarrollo de herramientas para cuando llegan esos dolores no físicos, sino emocionales. Qué importante es incluirlos en los diseños curriculares.

    Es un gran motivador saber que muy pronto tendrás la oportunidad de darte un Tiempo para Sentir, para conocer, reconocer y aceptar que los dolores del alma surgen porque nos aferramos a las experiencias como un todo, ya sean agradables o desagradables.

    Lo placentero no queremos que se vaya y, extrañamente, lo doloroso se ancla en nosotros porque no somos conscientes de ello. Vamos a trabajar juntos la impermanencia de nuestras sensaciones, pensamientos y emociones, buscando mayores herramientas para afrontar el peor dolor.

    Mientras llega nuestra tercera temporada de programa en Facebook Live, seguimos conectados en mi página @LicOscarGarcíaCoach.

    ¡Vaya!, tengo que soltar el control para entregárselo a alguien más y convertirme en un aprendiz en búsqueda de algo que es desconocido para mí; y esa sensación me llena de sentimientos de rabia y resentimiento, iniciando en mi mente la cacería de “los verdaderos culpables de mi dolor”
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