El remedio de muchos males

EDUCACIÓN EN LA FAMILIA

    Problemas entre cónyuges, con los hijos, con los padres, con los compañeros de trabajo, resultan de mala comunicación, por un lado no hablar a tiempo, con buenos modos y con afán de aclarar, poner límites, organizar acciones, ponerse de acuerdo, es la forma lo que vale, porque por muy importante que sea lo que se dice, si la forma es irrespetuosa, altanera, falta de empatía, no se llega a nada.

    Pero así como es necesario aprender a hablar correctamente, es necesario aprender a escuchar, la palabra clave es atención que se traduce en interés, respeto y empatía. Eso todo lo cambia.

    Muchas veces, las personas no necesitan respuestas, ni soluciones para resolver su problema, necesitan que se les escuche, para poder desahogar lo que llevan dentro.

    Cuando un matrimonio tiene problemas y trabajas con familias con conflictos, es bastante común escuchar frases que revelan la necesidad que tienen muchos de sentirse escuchados. ¡Mi marido no me entiende! ¡Parece que todo lo mío no le interesa! ¡Siento que soy el último en la casa! ¡Me siento usada! Y los niños no lo dirán, pero la evidencia es que no sienten que sus cosas y problemas les parezcan importantes a nadie en casa porque están, si están, muy ocupados.

    Son frases que a todos nos suenan, si no las dijimos, probablemente en algún momento lo sentimos, ojalá solo en algún momento y no sea la norma, pero la realidad es que cuando hay problemas, la norma es que así sientan. La realidad es que los seres humanos tenemos necesidad de ser escuchados desde bebés.

    Necesitamos saber que lo que nos preocupa, incomoda o angustia es entendido por las personas con las que compartimos nuestra vida, por nuestro marido o esposa, si se está casado, por nuestros padres, o por nuestros familiares y amigos más cercanos.

    ¿Qué ocurre? Muchas veces esa necesidad de escucha no es interpretada como tal y esas personas, bien, porque no caen en cuenta, o porque no se les ha transmitido, no han sabido acoger como se necesita eso que se les quiere transmitir, no pueden acompañar en esa necesidad de ser acogidos.

    Esto aparentemente tan sencillo, acarrea muchos conflictos en el día a día, ya que puede ser el origen de muchas discusiones, malentendidos, o incluso, rencores familiares, un matrimonio que se encuentra en dificultades en sus relaciones es fundamentalmente porque sus anhelos no expresados, sus expectativas no transmitidas son el origen de frustración acumulada, en la que no hay entendimiento porque no hay acogida de esas necesidades que cada uno lleva dentro.

    El verbo escuchar según la RAE es: Prestar atención a lo que se oye. Dar oídos, atender a un aviso, consejo o sugerencia. Aplicar el oído para oír algo.

    Es escucha atenta, el que de manera gestual, la persona que te oye te manifiesta que atiende y está en modo activo a tus palabras, indicando con su cuerpo y mirada que lo que estás diciendo le importa, lo acoge, porque para quien está hablando es importante.

    Quizás en ese momento no se necesiten respuestas, consejos o soluciones, sino solo eso, que te escuchen y poder sacar lo que se lleva dentro. A veces es más importante escuchar que hablar, sacar tiempo para escuchar a quienes más queremos puede ser un ejercicio de caridad hacia el prójimo, en esta vida de estrés y falta de tiempo que nos come.

    Hay que saber dejar lo que se está haciendo porque son más importantes las personas que las cosas que se hacen, con todo y que sean importante, no se le puede decir: “Dime, te estoy escuchando, mientras seguimos fregando los trastes o trabajando en la computadora o sacudiendo o hablando por teléfono.

    La gente necesita hablar porque necesita sentirse escuchada, todos, a cada uno, le gusta sentirse escuchado con atención y el mismo trato que nos gusta es el que debemos dar, necesitamos sentir que lo que llevamos dentro merece ser escuchado, porque para el que escucha es importante.

    En casa, esa escucha será donde podamos conocer de manera más íntima a nuestra gente: a la esposa, que cuando se queja de que no se le escucha, lo que está pidiendo a gritos es que necesita sentirse querida, no usada.

    El adolescente que se queja de que en estas circunstancias no puede salir, nos está diciendo que necesita más que nunca calor humano.

    El esposo que esta agobiado por la situación económica, necesita saber que nos hacemos cargo y lo importante es estar juntos con un plato de lentejas, aunque sin cosas.

    O el amigo que en redes proyecta una cosa que sabemos no existe y en realidad se siente muy solo y no quiere dar pena. La realidad es que muchas veces no hay que decir nada, solo acompañar, pero el primer paso es dar esa confianza, a través de una escucha adecuada, para que puedan volcar esas preocupaciones.

    No hace falta mucho más que preguntar: ¿Cómo estás? Con una mirada cálida y tono amable, si a quien preguntas nota esa cercanía y esa ternura, e interés, el resto viene solo, es importante propiciar las situaciones.

    “Así como es necesario aprender a hablar correctamente, es necesario aprender a escuchar, la palabra clave es atención que se traduce en interés, respeto y empatía. Eso todo lo cambia”.
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