En casa se forma el carácter y se educa

EDUCACIÓN EN LA FAMILIA

    Como sabemos, es en casa, en la familia, donde se forma el carácter y se educa a las personas, nunca antes estuvimos tanto tiempo, no solo cerca sino tan cerca, tendríamos que estarle sacando mucho provecho y resulta que también el encierro tiene algo crispados a muchos, motivando violencia.

    Son circunstancias con las que no contábamos y no estábamos preparados, de modo que si no hay para dónde hacernos más vale tomar las cosas con sentido del humor y deportivo y sacarles provecho.

    Hijos y padres, aprendamos a controlar nuestro estado de ánimo y temperamento, no es muy agradable tener todo el día enfrente a quien hay que tratar con pinzas, a quien todo molesta y no se sabe en qué momento brincar a morder o golpear.

    Un buen propósito de año que ayudará siempre, como equipo también, ayudándonos unos a otros, con multas chistosas, el chiste es no solo bajar unas rayitas a la presión ambiente, sino aprender a controlarnos, lo que se llama ser dueños de uno mismo, que es requisito indispensable para amar y ser felices.

    Hay que hacerlo por nuestra familia, que es lo único importante en la vida, aparte de Dios, claro, quien tenga la suerte de tenerlo.

    Es que se ha desatado una ola de rompimientos familiares que dejará a muchos niños destrozados, igual que la ola de violencia familiar, se da la de intentos de suicidio que muchos sí logran.

    El tercer paso de los que me habían faltado es precisamente bajar el ritmo, dar un paso atrás, los problemas suelen estallar cuando uno de los miembros se cansa de encargarse de todo lo que los demás deberían hacer y no hacen.

    Una persona reactiva, resignada a encargar, se dé un montón de tareas, suele ocurrir de poquito en poquito y cuando se da cuenta, no sabe cómo salir.

    Si es así, el consejo es tomar distancia, sentarse y observar, aunque parezca loco, en medio del trajín del diario, hay que poder detectar dónde está exactamente el o los problemas, ayudará para saber qué se quiere y qué y si es necesario trazar un nuevo plan, a comprender por qué no se logra lo que se esperaba, que involucre a todos.

    4.- Concentrarse en decidir cuáles serán los tres primeros plazos, cuando tomamos la decisión de cambiar las cosas, podemos caer en la tentación de elaborar un gran plan perfecto y resulta que es mejor al revés, cuanto más simple sea, más probabilidades de que salga bien.

    Se recomienda escoger pasos concretos y muy simples, por ejemplo, cambiar la dinámica a la hora de cenar, que no sea una sola persona la que cocine, ponga la mesa, recoja y lave
    platos.

    Elaborar un plan sencillo, ponerlo en común y escuchar propuestas para introducir cambios y mejoras.

    5.- Iniciar un diálogo en lugar de intentar resolver los problemas de inmediato. La medida habitual cuando hay tareas pendientes es dar órdenes, especialmente a los niños, pues es fundamental dejar de actuar de ese modo y apostar por la conversación.

    Podemos abrir una conversación sobre cualquier problema, explicando tu postura en pocas palabras, de forma directa y sencilla, y pidiendo opinión a los demás.

    Volviendo al punto dos, se trata de ser entrenador y no jefe, porque liderar también es implicar a otros, recogiendo y valorando sus aportaciones.

    6.- Has lo que dijiste que harías, perdemos muchas energías tratando de obligar a otros a hacer lo que queremos que hagan “recoge tu habitación”, “deja la ropa sucia en el cesto”, “ordena tus juguetes”.

    Si queremos que el reparto de tareas sea diferente, hay que centrarse en la propia conducta, no asumas nada que no te corresponda según el plan trazado, ni te dediques a insistir que otros hagan lo que ya saben que tienen que hacer.

    Si persiste el problema, tocará buscar soluciones, a través del diálogo, otra vez reunión familiar. Se trata de trabajar en la paciencia, como ya dijimos, y aprender a afrontar los contratiempos con cierto sentido del humor.

    Paciencia, porque las cosas que valen la pena no se hacen de un día para otro y en casa estamos haciendo nada menos que personas de bien, todos tenemos debilidades que vencer y sabemos cuánto cuesta.

    Si la familia es nuestro principal y más importante negocio, hay que dejar un poco de lado lo que nos distrae para conseguirlo y les voy a dejar una tarea para la semana: mantener el buen humor, reír y sonreír cuanta más veces mejor, durante el día, aumentar los arrumacos y expresiones de afecto entre todos en la familia, ocupar muchas veces las palabras claves: Por favor, Gracias, Perdón, Con permiso, Te quiero. Con eso, lo demás saldrá casi que solito.

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