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"Mazatlán"

"La Fórmula de la Felicidad: ¿Cómo son los habitantes de tu isla?"

"Tanto nuestras expectativas como nuestras creencias limitantes están fundamentadas en nuestra mirada hacia los demás, es decir: ‘Lo que creemos suele ser lo que creamos’"
LA FÓRMULA DE LA FELICIDAD
19/02/2021

Una semana muy activa en intervenciones y proyectos que exponen y potencializan las competencias y actividades del ser humano.

Como regularmente sucede, uno de los participantes se “engancha” en sus creencias limitantes y es el inicio de una poderosa conversación, con la única intención de mostrar nuevas miradas para una toma más asertiva de decisiones o el diseño de un plan de acción.

¿Recuerdas alguna conversación en la que hayas caído en un círculo de: “No se puede”. “Así lo he hecho siempre y no funciona”. “Esto está de la chinhgagagagag, no hay más que resignarnos”.

Algo muy parecido es lo que estamos experimentado en el intento de aplicar los contenidos de la sesión de intervención. Como un recurso válido, recurro a una historia para marcar un contexto diferente, creo que me da resultado y la quiero compartir con ustedes.

Imagínate que estás en una isla maravillosa en el Caribe, un paraíso con cielo azul, un mar color turquesa a la temperatura ideal para disfrutar un chapuzón. Todos los habitantes muestran caras llenas de alegría, disfrutando el contacto con la naturaleza.

Para poder ingresar a ese paraíso, necesitas pasar por el filtro de un hombre sabio que hace preguntas a todos lo que hacen fila en el embarcadero, muchos lo han llegado a considerar “brujo”.

Esa tarde, previo al atardecer, llega un visitante que afirmaba ser de un país lejano. Tras atravesar miles de kilómetros, deseaba conocer las costumbres del lugar. Justo antes de cruzar las puertas, el recién llegado pregunta al guardián de la isla cómo son las personas que allí viven. A lo que este contesta: “Primero, me gustaría saber cómo son las gentes de donde usted viene”.

El hombre rezongó, era gente molesta, perezosa, ignorante, mentirosa, creída y ególatra.

“Me fui de mi ciudad porque solo hay pedantes, imbéciles y ahora busco un sitio mejor para quedarme”, expresa.

Al escucharle, el sabio le confirma que en esta isla encontraría un panorama similar, por lo que el visitante toma el transbordador de regreso, en busca de un lugar mejor para él.

El siguiente en la fila se presenta ante el hombre del filtro. Es una joven risueña, quien explica que llevaba tiempo queriendo visitar la isla porque le intrigaba. “¿Cómo son los habitantes de aquí?”, pregunta. En respuesta recibe una pregunta ya conocida: “¿Cómo son los habitantes de la ciudad de la que nos visitas?”.

Su respuesta llena de vigor fue: “Es gente estupenda, la mayoría amable, a quienes les gusta compartir. Muy buena gente. Hay otras no tan solidarias, pero si las tratas bien y eres comprensivo con su situación, no serán groseros contigo, incluso, serán buenos vecinos”.

De inmediato recibe la bienvenida y la invitación para entrar a la isla, asegurándole que en la ciudad conocería a mucha gente buena, como la del lugar del que venía.

El ejercicio de intervención concluye con una pregunta poderosa: ¿Cómo sabía exactamente el sabio qué iba a sucederle a cada uno de los visitantes una vez que cruzaran la entrada a la isla?

¿Cuál es la labor de ese filtro para los habitantes en la isla paraíso?

Muchas fueron las participaciones donde predominaron afirmaciones como: el filtro es adivino, el hombre tiene competencias para definir el perfil de habitantes en la isla (quizás un poco de razón), pero la realidad es mucho más simple que eso.

Lo que nos invita a reflexionar esta sencilla historia es que tanto nuestras expectativas como nuestras creencias limitantes están fundamentadas en nuestra mirada hacia los demás, es decir: “Lo que creemos suele ser lo que creamos”.

Si te preguntara ¿cómo son tus vecinos?, ¿cómo son tus compañeros de trabajo?, ¿cómo es tu familia?: ¿Cuál sería tu respuesta?

 

Seguimos en contacto en mi página @LicOscarGarcíaCoach.

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