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Columna

LA FÓRMULA DE LA FELICIDAD: ¡Larga fila para sentir emociones!

LA FÓRMULA DE LA FELICIDAD
10/04/2021

    Activo mi mente para recordar cuándo fue la última vez que experimenté una fila mayor a 3 horas. Quienes me conocen saben que no soy fan de los tumultos, que siempre estoy en busca de alternativas de cómo estar en ellos, pero sin exponerme directamente a las conglomeraciones.

    Sé que están pensando: has organizado eventos masivos y tienes presencia en vivo (antes de COVID, actualmente virtual) con muchas personas; pero mi trabajo lo resuelvo desde un reducido número de personas, de forma directa, siendo ellas las que transforman mis ideas y conceptos en fantásticas realidades. En el plano personal siempre encuentro aliados que me generan los espacios para hacer presencia sin la exposición.

    Sí, me encanta el contacto con las personas, disfruto observar comportamientos y donde me paro a charlar temas que me apasionan se corre el peligro “de que no nazca zacate”, como diría mi madre.

    Mucha introducción para encontrar la respuesta. La última vez que realicé una fila de más de cuatro horas fue un diciembre para cumplir necesidades de consumo de mi hija, cuando decidí cruzar de Tijuana al Mall de la Américas en San Isidro. Algo muy diferente a la fila de hoy, en esta ocasión no es por algo superfluo, esta fila es por la búsqueda de calidad de vida, de salud, argumento clave para un cambio de enfoque. Esa decisión me permitió ser aprendedor desde la escucha y la observación, salir de mi zona de confort, darme Tiempo para Sentir las emociones mías y las circundantes.

    Buscando dar claridad a lo que siento, me apoyaré en la clasificación de emociones de mi profesor Rafael Bisquerra a partir de su propuesta en la obra “Psicopedagogía de las emociones” (Bisquerra, 2009). Él visualiza lo que llama Universo de las Emociones, al cual se integra metafóricamente cada familia de emociones, en forma de galaxias, entre las cuales nos movemos.

    Previo a mi decisión de unirme a esta fila, me vinculé a la Galaxia de las Emociones Negativas, permití que me afectaran la desinformación, la aparente desorganización, las historias de terror narradas por seres queridos y no tan queridos, lo que comunican las redes y los medios. Todo esto me regaló la incómoda sensación de la Galaxia del Asco, donde la aversión, rechazo y desprecio trabajaron muy bien, al límite de mostrarme apático a un proceso tan importante. Agradezco a los familiares y amigos que por mensajes y llamadas sirvieron de catalizadores de mi ánimo.

    Así llegué al sitio de vacunación. Nuevamente aparece la desinformación, el sentido de injusticia cuando regresan a algunas personas que no están en el lugar correcto, pero que no tienen ni para el camión de regreso. El sentir más cerca la necesidad de una comunidad en busca de protección me abrió la puerta a la Galaxia de la Ira, experimenté rabia, indignación, resentimiento, aversión, exasperación, impotencia y desprecio.

    Al transcurrir el tiempo, las historias de compañeros de fila apoyaron la contención. Más lento de lo que uno quiere, nos acercábamos al lugar de entrada al centro de vacunación. Seguíamos en la calle, de pie, expuestos al clima; irónicamente sugieren ir bien hidratados y alimentados, ¿cómo lograrlo cuando desayunaste a las 6:00 de la mañana y son las 2:00 de la tarde? Los prevenidos llevamos líquido, que fue ingerido a cuentagotas por no tener un sanitario disponible, no prevenimos el pañal desechable jajaja.

    Aterricé en la Galaxia de la Tristeza, con las típicas emociones de frustración, decepción, aflicción, pesimismo, desaliento y preocupación. Para dar sabor a mi sentir, veo pasar una camioneta con valor de más de un millón de pesos con la imagen de un político que quiere reelegirse, en el malecón se convoca a una caravana de los de la “esperanza”, buscando apoyo a su candidato. Los que dicen “ir por México” gastan en publicidad a lo bestia, bajo la protección de leyes creadas por ellos mismos, que permite el uso de nuestros impuestos de manera irresponsable.

    Rompe mis pensamientos el grito de una mujer que afirma le aplicaron aire por vacuna. A la pregunta expresa de “¿Dónde se la pusieron?”, su repuesta nos tranquilizó aparentemente: “En la nalga derecha”. La mayoría entendimos que era una vil mentira, pero desató el mundo de historias de terror que me llevó a la Galaxia favorita del universo emocional, la del Miedo, y este llegó como siempre, arrasando, acompañado de temor, desasosiego, susto, fobia, abriendo paso a la Galaxia de la Ansiedad. Nuestras expresiones eran un homenaje a la angustia, desesperación, inquietud, nerviosismo y estrés, por mencionar algunas. Cuando todo pintaba para pasarla mal, ocurrió nuestro desplazo positivo, llegaron los voluntarios. ¡Uff!, menos mal que ya habían pasado más de tres horas pegándole al cortisol duro.

    Y ese grupo de jóvenes comprometidos que tampoco habían comido, que no habían sido capacitados correctamente, algunos viajando kilómetros sin apoyo económico (afirmaciones hechas por ellos mismos), nos regalaron su actitud y capacidad de servir y ayudar al prójimo, no de servirse. Hicieron de nuestra espera un espacio muy diferente emocionalmente.

    Aterrizo al lugar deseado, porque se dice mucho de este proceso, se saturan las redes y los medios electrónicos con todo lo negativo, que es mucho y no pretendo minimizarlo. Solo quiero transmitir que son nuevamente los voluntarios quienes me llevan a la Galaxia más deseada, la Alegría. En automático sentí un desborde de entusiasmo, saboreo deleite y mucha diversión, ya eran risas y más risas el resto del proceso, porque apareció el gran aliado de los mexicanos, el sentido del humor.

    Llega el momento cumbre, la aplicación dura unos segundos, luego viene la espera por una posible reacción, diría con todo su deseo de ayudar un voluntario: “Si la libran, pueden decir que ya pasó lo peor”. Faltaba el postre emocional, observar a jóvenes apoyando a un grupo de personas en sillas de ruedas, con el rostro lleno de satisfacción, iluminado por saber que están apoyando al vulnerable, con una actitud amorosa. La Galaxia de la Sorpresa explotó positivamente, me atasqué de admiración y desborde de esperanza.

    Ninguno de ellos se tomaba una foto para subir a redes y buscar un voto, seguro es vocación pura con profundo deseo intrínseco. Me pregunté: ¿y si ellos fueran por los que emitiéramos el voto el 6 de junio? Sería el momento de decidir no hacerlo por aquellos que tocan a tu puerta durante las campañas electorales para llenarte de promesas que nunca cumplen.

    Así, termino la espera y la fila de emociones con una afirmación poderosa: México tiene solución y está en sus voluntarios, en los jóvenes con vocación y valores. ¿Por qué permitimos que siempre sean los mismos lo que se enraízan al poder?

    Nos vemos en mi próxima columna @LicOscarGarciaCoach.

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