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Columna

Un solo Dios para todos

EVANGELIZACIÓN, EDUCACIÓN Y CULTURA

    El radicalismo de las enseñanzas evangélicas fue capaz de reunir a contrarios, ilustrando el significado del concepto de prójimo, a saber, el de aquel cercano necesitado de ayuda, sin importar las diferencias de cualquier tipo, por reales que estas sean.

    La evangélica novedad de la ley del amor, predicada por Jesús, llega a exaltar la profundidad de la fe, concebida como la capacidad de descubrir a Dios y su obra en las diferentes circunstancias de la vida ordinaria a través de su devenir, aun en quienes, por diferentes circunstancias, deberían a considerarse alejados de esta virtud teologal.

    Personajes como: el centurión romano, la mujer fenicia, el samaritano e incluso aquel delincuente condenado al suplicio del patíbulo de la cruz, ejemplos son del poder salvífico y redentor de la fe, nacida en la germinación de las semillas dejadas por el Divino Verbo.

    Esta consideración nos debe llevar a la conclusión de que la verdadera religión es para vivirla y no para crear motivos de conflicto y rivalidades, permaneciendo unidos bajo la mirada de un solo Dios, Creador de todas las cosas, entre las cuales los seres humanos, salidos de sus manos, debemos tratarnos como hermanos, evitando la rivalidad de tratarnos como enemigos, con el supuesto argumento de hacerlo en la defensa del mismo nombre de Dios.

    Trascendental fue el viaje del Sumo Pontífice Francisco I a Abu Dabi para entablar un dialogo fraterno entre los católicos y la comunidad musulmana, estableciendo convergencias entre estos grandes credos monoteístas y con ello, el camino para superar cerrados nacionalismos, impulsores a la violencia y a la polarización, mirando, más bien, los nobles y elevados principios existentes en ambas confesiones doctrinales de fe.

    Un espacio de fe y tolerancia emergieron de la declaración conjunta, firmada por el Papa Francisco I y el Gran Imán de Al-Azhar Ahmad. Al-Tayyeb, desde la base de la fe como creyentes en Dios, más allá de las diferentes concepciones, pero que finalmente un único Dios.

    El documento fue dirigido a los líderes, en sus diferentes acepciones, de la comunidad del mundo, siendo un rechazo a toda muestra de injusticia y violencia, agresora de la naturaleza del ser humano creado a imagen de Dios.

    La declaración asimismo es un rechazo a las lacras ideológicas esparcidas en el mundo actual, tratando de socavar las instituciones fundamentales, como la familia y su derecho a criar y educara a los hijos, considerando que atacar a la institución familiar se convierte en el mal más peligroso de nuestra época.

    Siempre será posible vivir en un mundo en donde reine la relación fraterna entre polos diferentes, pero finalmente todos parte de un mismo mundo, creado por un solo Dios, más allá del nombre y la concepción que de Él tengamos, haciendo vida el mandato divino de amaro los unos a los otros como Dios nos ha amado.

    Siempre será posible vivir en un mundo en donde reine la relación fraterna entre polos diferentes, pero finalmente todos parte de un mismo mundo, creado por un solo Dios,
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