Liderazgo del futuro

DUEÑEZ* EMPRESARIA
    Temple y valor personal. Transparencia radical. Pensamiento compartido. ¿Qué nos falta?.
    Los cambios que vamos a experimentar en esta década no son para timoratos o pusilánimes, que se quiebran ante situaciones nuevas o desconocidas, o que muestran poca determinación para emprender acciones atrevidas o riesgosas”

    Estamos entrando a una nueva era de la Humanidad. Nuestras organizaciones tendrán que agilizar el ritmo... aún más, o perecerán. Al final el tema vuelve a centrarse en la gente, que no podrá evolucionar sin un liderazgo efectivo que les conduzca.

    ¿Cuáles serán los rasgos de liderazgo que necesitarán nuestras empresas para hacer frente a los retos de esta nueva época? La consejera brasileña Andiara Petterle ha estado compartiendo sus pensamientos al respecto últimamente. Construyo sobre algunas de sus ideas.

    Temple y valor personal. Tener el coraje de hacer lo que es correcto, hablar alto por la gente y las causas correctas, y tomar las decisiones difíciles por bienes superiores. Así define el temple Petterle.

    Digamos que el temple es la serenidad con que un líder enfrenta situaciones difíciles, complicadas o peligrosas. Actuar como dueño reclama valor y fortaleza. Ejercer el liderazgo en momentos tan desafiantes como el que hoy vivimos solo puede hacerse con esas cualidades.

    Los cambios que vamos a experimentar en esta década no son para timoratos o pusilánimes, que se quiebran ante situaciones nuevas o desconocidas, o que muestran poca determinación para emprender acciones atrevidas o riesgosas.

    No importa cuántas otras cualidades tengamos como líderes, si nos falta coraje a la hora que se necesita. El temple será probablemente el rasgo más relevantes de los dueños de esta era.

    Transparencia radical. Nos referimos ahora a un concepto renovado. Da miedo pensar en trasparencia cuando nuestras generaciones vienen de un tiempo en que el control de la información servía para sustentar el poder de los jefes.

    Esta nueva concepción revolucionaria de la transparencia es un movimiento que está ganando fuerza en el mundo. Las compañías que lo están aplicando afirman que esto ha provocado mejoras tanto en la eficiencia y rentabilidad como en el desempeño y el nivel de satisfacción de los colaboradores.

    La apertura radical implica para los empresarios exponerse al escrutinio y a la crítica, que cada vez lo demandan más los empleados y los inversionistas. Los líderes han de ser capaces de aceptar y reaccionar a este requerimiento de transparencia sin defenderse y de manera constructiva.

    Esta nueva disposición incluye desarrollar la capacidad de proveer retroalimentación honesta a otros miembros de la organización de una forma que refuerce la buena relación con ellos. Esto exige utilizar sus capacidades de empatía y comunicación al más alto nivel profesional.

    Ahora una organización transparente hace públicos sus problemas y retos, sus objetivos y propósitos, su información operacional y financiera. Esta información ofrece a los colaboradores un sentido de pertenencia y de Dueñez, motivándoles a comprometerse a entregar lo mejor de ellos a los propósitos corporativos e intenciones estratégicas.

    Pensamiento compartido. Triunfar en este torbellino del que estamos envueltos solo puede lograrse con creciente agilidad estratégica. Son muchos los frentes decisorios, las oportunidades y riesgos, los reacomodos sobre la marcha. No podemos solos los dirigentes del negocio. Necesitamos involucrar cada vez más y mejor a todo el equipo.

    No es solo los propietarios, ni el consejo de administración, ni la alta dirección. Todos nuestros directivos y gerentes han de adquirir ese sentido de negocio, ese entendimiento integral para interpretar los fenómenos competitivos y tecnológicos, para hacer propuestas y participar en el rediseño de fórmulas de negocio y de servicio, y para efectuar ajustes en la implementación de nuevas jugadas estratégicas.

    Pensar juntos, con consejeros, asesores, directivos, mandos medios, es otro sistema de gestión. Parte de compartir querencias, compromisos y criterios, para luego construir con las ideas de todos. Son bienvenidas las aportaciones y cuestionamientos sin considerar jerarquías. La experimentación y la exploración se vuelven práctica común. El fracaso es pieza clave del aprendizaje. Somos al mismo tiempo fábrica y laboratorio.

    Líder del futuro, con temple, trasparencia y pensamiento compartido. Nos toca trabajar duro en desarrollar esos tres rasgos. ¿Qué nos falta?

    Carlos A. Dumois es Presidente y Socio Fundador de CEDEM.

    * “Dueñez®” es una marca registrada por Carlos A. Dumois.

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