Algo bueno y algo malo

LETRAS DE MAQUÍO

Culiacán._ Dos acontecimientos se han puesto en boga en estos días. Uno muy loable: toda la ciudadanía, sobre todo aquí en provincia, lo ha comentado con entusiasmo, es el retorno de los impuestos prediales a los municipios. El otro se piensa que es criticable y es la formación de una nueva Secretaría de Contraloría o Revisión de Cuentas.

Un viejo anhelo de todos los provincianos es que las alcaldías o municipios retomen el lugar preponderante en la vida política que antaño tuvieran. Ellas son la prolongación de nuestras casas, en ellas formamos nuestras comunidades de vida y de trabajo.

El municipio es el que tiene el contacto íntimo con la ciudadanía: la limpieza de nuestra ciudad, el alumbrado público, la seguridad que debe proporcionarnos la policía municipal, etcétera. Sin embargo, esta célula de nuestra vida política había sido despojada de un impuesto que no hay forma de argumentar que no le pertenece: aquel que se da por poseer predios dentro de su jurisdicción.

Las razones fueron el centralismo y el control político; el gigantismo del DF y del Gobierno central.

Hoy, en un acto que mucho enaltece a la reciente administración, se pretende descentralizar, como se hizo en las cuestiones educativas, y dejar que los ayuntamientos manejen sus propios ingresos sin que el Gobierno federal o estatal los mantenga sujetos.

Definitivamente esto será un aliciente para que más y mejores personas se interesen en ser presidentes municipales de su ciudad, pues hoy saben que podrán hacer un buen papel porque contarán con recursos, independientemente de si el gobernador en turno o el gobierno federal les quiere o no “ayudar”.

Por otro lado, la ciudadanía se interesará en cooperar con sus impuestos prediales porque sabrá que emplearán esos dineros en beneficio de su ciudad.

Mi Sinaloa, que tan buenos líderes ha dado (con auténtica autoridad moral), despertará ante este hecho y la ciudadanía volteará hacia personas como Humberto Rice y Emilio Goicoechea, en Mazatlán; Javier Angulo y Guillermo Elizondo, en Los Mochis; Lauro Díaz Castro, en Guamúchil, y en Culiacán Manuel Tarriba y el licenciado Jorge del Rincón (estos dos últimos uno priista y otro del PAN. No importa el partido, lo que la gente busca es la congruencia personal, ya que los partidos también se han devaluado).

Por otro lado, todo mundo comenta: ¿para qué crear más burocracia, formando una secretaría adicional? Es cierto que la corrupción es mucha y esta secretaría pretende ser un instrumento del Ejecutivo para atacarla. Pero poner a alguien a cuidar al que cuida para que no roben los centavos, se nos hace excesivo, sobre todo cuando esta función, por ley, le corresponde a la Cámara de Diputados (Poder Legislativo); además de que Programación y Presupuesto también tiene dicha función.

Una nueva secretaría es, como ya mencionamos, más burocracia, más centralismo político en el Ejecutivo, cuando lo que debemos procurar es descentralizar y balancear el poder. Y esto se puede lograr dándoselo, de hecho, a quien le corresponde por derecho: al Poder Legislativo, quien a través de la Cámara de Diputados tiene la función de vigilar los presupuestos y el gasto público.

Miércoles 19 de enero, 1993

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