El porqué de mi ayuno

LETRAS DE MAQUÍO

Quizá lo más importante para mí en este momento crucial de mi vida, es que la gente entienda por qué estoy en ayuno voluntario y qué es lo que pretendo alcanzar con este esfuerzo.

Durante mi campaña, le dije a la gente en varias ocasiones que tengo mil defectos y alguna virtud. Asenté que soy un pecador estándar que desea ver que su patria prospere y sus hijos y nietos tengan oportunidad de algo mejor.

Pues bien, dentro de mis defectos se encuentra aquel de gustar de la buena mesa y ser medio sibarita en mis gustos. Por lo anterior, me es particularmente el entrar en ayuno. Quizá muchas otras medidas me hubieran resultado más fáciles, que estar durmiendo en una carpa a un lado del Ángel de la Independencia sin ingerir alimento, salvo agua con un poco de potasio y sales diluidas en la misma.

Para aquellos que critican o pudieran mofarse de mi proceder, les pido que antes de abrir la boca hagan un día lo que estoy haciendo y luego hablen.

Estoy en ayuno porque quiero el tránsito hacia la democracia.

Después del 6 de julio en que la voluntad del pueblo fue burlada, la gente tomó conciencia de que es ella la que debe resolver el problema del abuso de las autoridades.

La primera obligación que tenemos todos los mexicanos en este momento, es ponernos de acuerdo sobre las reglas del juego con que vamos a luchar para que prevalezcan nuestras ideas y sea electo el partido o el candidato de nuestra preferencia.

Salinas así lo percibió y anunció el día primero de diciembre que los procesos electorales serían transparentes durante su mandato (antes no lo habían sido), pero cuatro días después, Jalisco padeció una elección gangsteril, que la misma prensa internacional me comunicó.

Qué otra cosa, además de gangsterismo, podía esperarse de Guillermo Cosío Vidaurri. Pero Guanajuato, Zacatecas y San Luis Potosí no se quedaron atrás.

Corrales Ayala, Gobernador de Guanajuato, le niega la constancia de mayoría a nuestro candidato Carlos Medina en León, que ganó por más de 30 mil votos y se la da a candidatos del PRI, que supuestamente ganaron por 300 en San Luis de la Paz y Celaya.

Estoy escribiendo este artículo el sábado, así que no sé cómo va a ser el resultado que piensan dar por bueno, pero calculo que su idea es hacerla cardiaca en León, donde saben que perdieron por mucho y después robarse Celaya y San Luis de la Paz para entregarnos León, en plan de perdonavidas.

El sistema no acaba de entender que después del 6 de julio ya no sólo cuentan los votos del gobernador o el presidente, sino los de todos los mexicanos.

Pues bien, volviendo al motivo del ayuno, quiero explicarles que es bastante sencillo que Salinas cumpla su palabra empeñada el primero de diciembre: clarificar el sistema electoral. Para ello requerimos leyes electorales que depuren el padrón y pongan en manos del pueblo (por medio de los partidos políticos) la vigilancia de las elecciones.

En pocas palabras, yo levantaré el ayuno cuando la Cámara de Diputados inicie la discusión o cite a un periodo ordinario de sesiones (en un corto plazo, no para el año 2000), para formular una ley que en forma civilizada nos permita el tránsito hacia la democracia.

La segunda condición es de solidaridad con los estados que acaban de ir a elecciones. Existe gente en plan de lucha para que se les reconozca su triunfo (tal es el caso de varios municipios en Chiapas) o se anulen otros como Guadalajara o Zapopan.

Al inicio de mi campaña se me quiso etiquetar con el sello de violento. El tiempo ha demostrado que jamás insté a la gente a la violencia.

Ahora se manifiesta que soy fiel al lema de mi partido, de querer cambiar a México sin odio y sin violencia. Si prevalece la cerrazón del sistema y Salinas resulta mentiroso, al igual que los últimos tres presidentes, que me consta que lo son, las posiciones se radicalizarán e inevitablemente vendrá la violencia que a nadie ha dejado beneficio.

A la gente que pudiese pensar que lo anterior podría evitarse doblando la cerviz y sometiéndose a los tiranos, les quiero advertir, ya no es opción, porque el pueblo mexicano afortunadamente ya despertó.

Se puede ser grande si se quiere, pero será con grandeza trágica si trata uno de detener la historia, cuya marcha es inexorable. México cambió y seguirá cambiando y eso ya nadie lo detiene.

Para aquellos que crean que con sumisión pueden bandear lo que va a acontecer, les quiero recordar la frase del gran político inglés Winston Churchill, quien le dijo a su pueblo, cuando finalmente este aceptó que no había otra salida más que enfrentarse al poderío nazi de Hitler: “Entre la ignominia y la guerra preferisteis la ignominia, hoy tenéis la ignominia y tenéis la guerra”.

Lunes 19 de diciembre, 1988.

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