Menos impuestos dan más recaudación

LETRAS DE MAQUÍO

Ante la tremenda carga impositiva que el pueblo mexicano se ha visto obligado a pagar, vale la pena que estudiosos en la materia investiguen lo que acontece en este y otros países.

Los impuestos son una forma de redistribución del ingreso de una nación para cumplir con la justicia social, hacer las investigaciones en infraestructuras que los particulares no pueden realizar y pagar los servicios que todo gobierno debe proporcionar al pueblo.

Evidentemente, siendo los impuestos dinero ajeno (del pueblo) la burocracia tiene la obligación de manejarlos no sólo con honestidad, sino con eficacia productiva. Estos, además, pueden utilizarse para estimular o reprimir alguna actividad según sea el interés nacional.

Algunas veces es lamentable ver cómo la enorme carga impositiva que padecemos es utilizada ineficientemente. Hace poco me enteré de que más de la mitad de la enorme suma que el presupuesto le asigna a Conasupo se utiliza en gastos administrativos.

Estoy seguro de que el costo de recaudaciones en algunas carreteras y puentes de la República Mexicana es similar a lo que se cobra en peaje. Es decir, sale más caro el caldo que las albóndigas.

En nuestro País pagamos un millón 600 mil por utilizar el aeropuerto en un viaje al extranjero. Se nos cobran altísimos impuestos al hablar por teléfono. La carga impositiva que pagamos al comprar un automóvil es pavorosa. El ISAN (Impuesto Sobre Automóviles Nuevos) es enorme. El IVA, cargado sobre el impuesto anterior, aunque aquel sea inconstitucional como muchos otros recargos que van a dar al fisco, hacen casi imposible adquirir un carro en la actualidad.

El otro día analizábamos los aumentos salariales en una empresa y veíamos que pagarle un 10 por ciento arriba del salario mínimo a los trabajadores era perjudicarlos, en lugar de beneficiarlos, por los impuestos que tendrían que pagar.

Es comprensible que el Gobierno tenga que recaudar más conforme pasa el tiempo. Así debe ser, pero creo que sería muy conveniente que primero se estudiara cuáles impuestos cuesta más recaudarlos que lo que dejan.

Por otro lado, quiero hacer mención de un escrito del Wall Street Journal que el otro día recorte y envié a nuestro secretario de Hacienda y al subsecretario de Ingresos de la propia dependencia.

En el artículo en cuestión se presenta un cuadro que demuestra fehacientemente en un periodo de siete años, que los países que tienen más altos impuestos han ido recaudando menos que aquellos cuyos gravámenes son menores en por ciento del producto nacional bruto.

Sin excepción, dice el artículo, los países con altos impuestos han sufrido una pérdida real en los ingresos fiscales. Aquellos que en su desesperación por recaudar más han subido las contribuciones han bajado ostensiblemente sus entradas.

Ejemplo de lo anterior es Bélgica, que entre 1975 y 1982 subió sus impuestos a un 44.6 por ciento del producto nacional bruto y sus recaudaciones en dólares constantes de 1982 bajaron un 15.7 por ciento.

Por otro lado, países como Japón y España bajaron sus impuestos al 42.3 y 22.7 por ciento (respectivamente) del producto nacional bruto y sus recaudaciones totales en moneda constante subieron 54.1 y 59.8 por ciento.

La explicación de lo anterior es muy sencilla. Cuando los impuestos se vuelven tan altos como en México se desalienta la inversión y el crecimiento económico se detiene, lo cual no permite aumentos en recaudación porque la economía se estanca y menos personas pagan impuestos. Además de lo anterior, al hacer prohibitivos los impuestos recaudación, por lo alto de los mismos, se propicia la evasión fiscal, que no es justificable, pero sí entendible.

Es decir, cuando el empresario (grande, mediano o pequeño) se da cuenta de que al pagar excesivos impuestos va a quebrar su negocio, le empieza a buscar para defenderse pagar menos.

Finalmente, valdría la pena que los miembros del sector público pagaran también todos los impuestos que les imponen a los particulares. En la Edad Media, los reyes eximían del pago de contribuciones a sus amigos y cortesanos; en la actualidad, mucho de lo anterior acontece y los políticos no pagan sus impuestos al igual que el sufrido pueblo mexicano.

El buen juez por su casa empieza, señores.

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