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Columna

Nos volveremos extremosos

LETRAS DE MAQUÍO

    El ingeniero Manuel J. Clouthier dirigió las siguientes palabras a los alumnos de la generación 1980-1985 de ingenieros agrónomos fitotecnistas de la Escuela Superior de Agricultura de la Universidad Autónoma de Sinaloa, en su graduación:

    El miedo, escuchen bien amigos, siempre ha sido el peor de los consejeros, porque fanatiza y radicaliza. La gente deja de pensar, y en lugar de buscar soluciones busca víctimas para sacrificarlas, si es preciso, creyendo que así se salvará él y sobrevivirá.

    El inteligente culpa al tonto, el pobre al rico, el grande al chico y viceversa. Pero la verdad es que el temor nos impide reflexionar, nos lleva a la búsqueda de salidas fáciles cuando vivimos en un mundo complejo. En fin, nos fanatiza, haciéndonos creer que sólo es válido e importante lo que corresponde a nuestros intereses o a nuestro clan o grupo.

    Finalmente, surge la violencia en forma visible aunque ésta ha estado presente por largo tiempo en forma institucionalizada, porque la desigualdad en oportunidades es violencia.

    - Porque el ejercicio del poder por un solo hombre o partido es violencia.

    - Se violenta también a la sociedad cuando no se le permite autodeterminarse.

    - Se es violento cuando se es paternalista, porque libertad y responsabilidad son términos correlativos y jamás tendremos una comunidad libre y responsable en una sociedad paternalista.

    - Se violenta también cuando se esconde y manipula la información.

    - Se violenta también cuando se permite el tráfico de sucedáneos que narcotizan la voluntad del hombre.

    - Se violenta también al profesional cuando por malas políticas económicas y administrativas se les corta su capacidad de ascenso social.

    Violenta, en fin, a la sociedad la mentira y la demagogia que adormecen las conciencias.

    Quiero terminar citando algo que dije en el mes de enero de 1972 (hace ya 13 años) en la asamblea anual de la Unión Nacional de Productores de Hortalizas. Sólo modificaré algunos términos en el estilo dado a que en ese tiempo me dirigía a ejidatarios y pequeños propietarios, aunque la esencia sigue siendo la misma y creo que hoy está más vigente que en aquellos tiempos.

    Uno de los grandes problemas de nuestro México es que en todo tipo de organización, llámese política, sindical o patronal, la fuerza desgraciadamente proviene de arriba y no de la base como es en toda la democracia. Es urgente concientizar a nuestro pueblo, tomarlo en cuenta, interesarlo en sus organismos para que se generen los cambios necesarios que para ser auténticos, deben expresar el sentir de la masa.

    Toda modificación auténtica y permanente debe expresar la exteriorización de las convicciones. Nada vale redactar fabulosos proyectos para resolver nuestros problemas, si éstos no representan el pensamiento real y el sentimiento vivencial del ciudadano de nuestro país.

    Los invito pues, jóvenes que hoy se gradúan, a tener la audacia y la osadía a veces criticada por los rutinarios para juntos promover los cambios y reformas necesarias que nos llevarán a cambiar a México.

    Sin osar ante el riesgo es imposible actuar de manera efectiva. Sólo aquellos que corren gozosos a su encuentro, son hombres de hecho. “El intelectual puro” pesa y valora los pros los contras, pero la mayoría de las veces carece de valor para dar el salto hacia lo desconocido, nunca llegará a las obras. Todo proceder exige una osadía que es considerada por los “razonables” como locura. En el que actúa siempre hay una aparente sinrazón, si lo comparamos con el que limita a sacar, fría y objetivamente, sus conclusiones.

    Tengamos pues, la osadía de acelerar en lugar de retardar los cambios necesarios en México, concienticemos al pueblo en sus derechos y consiguientemente, en sus obligaciones y, sobre todo, alejemos el temor de que sólo bajo la mirada autoritaria del Presidente, el líder o el gobierno saldremos adelante, porque no es así.

    México tendrá su segundo despegue (el primero vino con la Revolución) cuando todos los mexicanos -trabajadores, profesionales y empresarios: hombres y mujeres, jóvenes y viejos- hagamos a un lado todo los que nos divide y juntos nos decidamos a actuar en forma solidaria en aquello que todos queremos, que es libertad y responsabilidad, democracia y participación activa.

    Entonces habremos iniciado una etapa activa y de diálogo orientada hacia la responsabilidad socioeconómica y política, caracterizada en la interpretación de los problemas. Por la sustitución de explicaciones mágicas o caprichosas, por principios caudales siempre dispuestos a revisión, negando siempre las posiciones quietistas y sintiéndonos seguros en la argumentación porque habremos aprendido a dialogar más que polemizar.

    Busquemos, mis amigos, la concientización que lejos de ser agitación nos llevará a la integración de todos, especialmente de los marginados al proceso, y libremente en la vida política, económica y social de nuestra patria que es la familia que nos hermana a todos los mexicanos. Gracias.

    Miércoles 27 de febrero

    1985

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