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"El privilegio de regresar a clases: SEP deja fuera a alumnos con discapacidad"

"Sin adecuaciones y sin planes de apoyos específicos, el nuevo ciclo lectivo pone en riesgo la continuidad educativa de los más de 600 mil alumnos con discapacidad"

MÉXICO._ “Probablemente perderemos alumnos este año. Porque gran parte de ellos presentan comorbilidades importantes y los padres prefieren pausar su educación, primero, porque son vulnerables y, segundo, porque requieren mucha asistencia y ya muchas familias han regresado a trabajar y no pueden atenderlos en este nuevo modelo”, dice Guadalupe Maldonado, directora general de Asociación pro personas con parálisis cerebral (APAC), donde funciona el Centro de Atención Múltiple (CAM) 45.

Hasta la pandemia, contaban con 130 alumnos de preescolar a secundaria, donde 8 de cada 10 de ellos requieren atención y asistencia personal.

Este es un pequeño ejemplo de lo que quedó fuera del programa Aprende en Casa II, que anunció esta semana la Secretaría de Educación Pública (SEP).

El anuncio del ciclo lectivo 2020-2021 se enfocó en la amplitud de la cobertura, al firmar una alianza con las televisoras y radiodifusoras privadas, pero no hizo ninguna discriminación con respecto a los contenidos, la interacción con los maestros y los métodos de evaluación.

Y si esto es ya de por sí complejo para alumnos estándar, más aún para aquellos con alguna discapacidad.

“Se sigue dejando fuera a las alumnas y alumnos con discapacidad y con necesidades específicas de aprendizaje; su acceso a la educación no se limita a clases interpretadas en LSM y libros en Braille”, afirma Sabina Itzel Hermida Carrillo, del Colectivo Educación Especial Hoy, “no hay estrategias claras para apoyar a las familias de los alumnos con discapacidad que requieren de cuidados, apoyos intensos y atención personalizada; alumnos que debido a su condición no ‘encajan’ en la estrategia de la SEP”.

El peligro de deserción escolar será mayor en uno de los grupos que menos acceso ya tenía (en tiempos de salud y de aulas presenciales) a la educación.

Según la SEP, en el periodo anterior recibieron 602 mil 208 niños, niñas y adolescentes con alguna discapacidad. De este porcentaje, más del 90% asistieron a escuelas públicas aunque no discrimina si fueron parte de los planteles de alguno de los 1,666 CAM o estaban incluidos en escuelas regulares con apoyo de un USAER (de los 4,527) que apoyan la inclusión.

Pero, ni siquiera son el 100% de los niños, niñas y adolescentes con discapacidad en el país.

La Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica (ENADID) 2018 afirma que hay un total de 33 millones 623 mil 536 personas entre los 5 y 19 años. Y en el mismo informe indica que la prevalencia de discapacidad en este rango de edad es de 6.3%, es decir, que en total son 2 millones 118 mil 282 los niños, niñas y adolescentes que tienen alguna discapacidad.

Lo anterior significa que solo 28.43% de los mexicanos en edad escolar con discapacidad está cursando en alguna escuela. Quedan fuera del sistema educativo, 7 de cada 10 niños.

Valdría la pena conocer cómo lograron estos 3 alumnos ser casos de excepción en un sistema que, sexenio a sexenio, nunca tomó en serio la educación inclusiva.

Tu libro y tu pantalla

Todos los países del mundo han vivido con más o menos éxito el confinamiento escolar y la implementación de clases a distancia.

En su discurso del lunes 3 de agosto, el secretario de Educación, Esteban Moctezuma, solo dedicó una línea a los alumnos con discapacidad, “todas las transmisiones contarán con Lenguaje (sic) de Señas Mexicano y los libros de texto gratuitos se imprimirán en Braille y macrotipo”.

“Se sigue dejando fuera a las alumnas y alumnos con discapacidad y con necesidades específicas de aprendizaje; su acceso a la educación no se limita a clases interpretadas en LSM y libros en Braille”, afirma Hermida.

Pero no todo es entregar libros y encender la televisión o la radio.

“La necedad de la SEP y su titular por ‘cumplir y dar continuidad a los planes de estudio, nos ha sumergido en un sinsentido: actividades que carecen de significado, alumnos y familias angustiadas y maestros agobiados por exigencias absurdas y los constantes cambios de información”, agrega Itzel Hermida.

El pedagogo Yadiar Julián declaró en el sitio Educación Inclusiva que la propuesta de la SEP del “regreso a clases a distancia a través de la televisión o la radio, se aplica la igualdad sustantiva, pero no se aplica la equidad inclusiva”. “Esto ocasiona que queden lagunas en la atención a personas ciegas o con baja visión que utilizan el sistema Braille y que encontrarán obstáculos para seguir las clases por televisión, ¿cómo se coordinarán las clases con los materiales?, ¿qué pasará con las personas sordas que no tengan televisión y tengan que acceder a las clases por radio?, ¿cómo accederán a la interpretación en LSM? ¿Quién realizará los ajustes razonables? ¿A qué sistema accederán los alumnos que acudían a CAM y recibían una currícula especializada?”.

Uno de los vacíos fue darles lineamientos específicos a los profesores que tienen alumnos con discapacidad.

“Hemos decidido trabajar de manera individual con cada uno de nuestros alumnos con videollamadas, con ajustes a los horarios de los padres y seremos flexibles a las dinámicas de sus hogares y les sugeriremos material complementario para actividades en casa”, afirma Guadalupe Maldonado, de APAC, que tiene 130 casas que ‘entender’ y familias que apoyar para que sus hijos puedan no abandonar la escuela.

¿Qué falta para contener a los pocos alumnos con discapacidad que están escolarizados o para sumar a nuevos estudiantes aprovechando que al menos las barreras físicas se eliminan con la educación a distancia?

-Haber incluido a maestros de educación especial en el diseño de planes alternos de soporte para que los contenidos puedan darse según las necesidades de cada alumno.

-Sumar más formatos accesibles en materiales y libros: microtipo, lectura fácil, pictogramas y audiolibros.

-Adoptar de otros países que sí lo tienen previsto, modelos alternos a la educación a distancia para aquellos alumnos que esta modalidad no le es funcional, como aquellos con discapacidad intelectual, autismo, ceguera, trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad y síndrome de Asperger.

Y nuevamente, no es solo cuestiones de mayor cobertura, o de entregar libros.

Así como los padres de hijos estándar están viviendo la angustia de tener que trabajar (aquellos que siguen teniendo fuente de ingresos) y dejar a sus hijos en la casa estudiando con la televisión, lo es más para los padres de niños con discapacidad que requieren más apoyos desde físicos, de movilidad, de comunicación hasta asistente para comer y para poder ir al baño.

Si un niño sin discapacidad necesita de la presencia de alguno de sus padres para asistirlo en las clases virtuales, un niño con discapacidad requiere de una asistencia exclusiva según el grado de su condición. ¿Qué haremos las madres que ya comenzamos a trabajar?, se preguntaba en un foro de madres Tania de la Garza, de la organización La Inclusión Nos Une.

Y yo me pregunto lo mismo. Mi casa no es un aula llena de herramientas de comunicación, texturas y tableros de comunicación para que mi hijo con parálisis cerebral pueda rascar algo del programa de segundo grado de primaria que debe comenzar.

La inclusión no es solo una palabra políticamente correcta que debe estar presente en cada discurso de la SEP, es un derecho. Un derecho al que ahora una pandemia pone una barrera extra a las infinitas que ya pesaban sobre este grupo de mexicanos aislados de la educación.

Esta historia se publicó originalmente en el sitio yotambien.mx

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