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Pandemia

‘Le canté mucho y le dije que la amaba, pero ya no salió’; Alma Fernanda narra el terror de perder a su mamá

Perdió a dos tíos y pensó que era lo más fuerte que le iba a tocar vivir de la pandemia, pero después enfermaron ella y su mamá y ahí vino lo peor, comparte

GUASAVE. _ Miles de familia en Sinaloa y México han pasado por la tragedia de perder a un integrante por el Covid-19, pero lo que le tocó vivir a Alma Fernanda Ruiz Obezo fue de terror, narró la joven reportera.

Como trabajadora de medios encargada de recolectar y transmitir la información sobre el desarrollo de la pandemia, la periodista sufrió en carne propia el embate de una enfermedad que sigue cobrando vidas todos los días y lo compartió en el ciclo Testimonios Covid que organizó el Ayuntamiento de Guasave para concientizar a la gente sobre el respeto a los protocolos sanitarios.

Alma Fernanda, la “Fer”, como le dicen sus amigos, contó que su mamá Alma Obezo era una sicóloga muy entregada a su trabajo y a sus pacientes en una clínica de rehabilitación.

Era agosto de 2020, después de la primera ola de la pandemia, cuando algunos sectores y actividades empezaron a reactivarse del cierre a su mamá le pidieron regresar a trabajar y aunque en la familia le sugirieron que no lo hiciera, el cariño a sus pacientes, quienes debían mantener sus tratamientos, la hizo volver.

“Ya veíamos muy cercana a la situación del Covid-19, con vecinos y con familia cercana, nos dicen que internaron a una tía, a los días internaron a mi tío, su esposo, fallece mi tía, a la semana fallece mi tío, mis primos estaban contagiados, no podemos estar con ellos, no podíamos abrazarnos, no podíamos solidarizarnos con esa doble pérdida, mis primos no pudieron escoger las urnas para las cenizas de sus papás porque no podían salir, entonces eso fue muy duro”, recordó.

Alma Fernanda pensó en ese momento que eso que estaba pasando en su familia era lo más duro que le iba a tocar vivir en la pandemia, pero lo peor vendría a partir de los primeros días de septiembre, cuando su mamá empezó a presentar síntomas.

“Fue un sábado, los primeros días de septiembre, que me habló y me dijo, ‘hija, me quiero hacer la prueba’, yo la veía y la escuchaba bien. En la noche yo me empecé a sentir mal de las anginas, no le di importancia porque toda mi vida he padecido de las anginas; el lunes voy con mi mama a que se hiciera la prueba, me revisa la doctora y me dice ‘no traes nada en las anginas, hazte la prueba también’, nos hicimos la prueba las dos, pero para entonces mi mamá me dijo ‘sabes qué, no huelo’, entonces dije ‘es Covid’”, narró.

Ese mismo día que se hicieron la prueba su mamá empezó a saturar bajo en la oxigenación, pero en ese tiempo tenía que pagar 22 mil pesos para que le llevaran un tanque de oxígeno a su casa, dinero que ni ella ni su papá tenían en ese momento, dijo.

“Le marqué al doctor Martín Ahumada y me dijo ‘su mamá ocupa oxígeno ya, llévela al IMSS, ya mañana si no quiere quedarse ahí y si consigue un tanque la saca’, me la llevé, no había tomógrafo, al día siguiente me la llevé al Hospital General, ahí le hicieron la tomografía y ahí se quedó internada, desde ahí fue el terror, la angustia, el sufrimiento. A los días me confirman que yo era positiva”, contó.

Mientras ella se tuvo que confinar por estar contagiada, su mamá siguió internada en el Hospital General y cuando se recuperó pasó los siguientes días afuera del nosocomio esperando una recuperación.

“Fueron días eternos afuera del hospital, con una desesperación enorme de necesitar medicamento diario y no encontrarlo ni aquí ni en Mochis ni en Culiacán, medicamentos muy caros, la desesperación de ver que no te alcanza. Se sumó la familia, mi mamá tenía muchos amigos y se sumaron, pero no alcanzaba y aparte no encontrábamos el medicamento”, agregó.

Su mamá no se recuperó. No pudo salir con vida del hospital, pero por lo menos tuvo la oportunidad de verla antes de fallecer.

“Yo sí la vi con vida, una semana antes de que ella falleciera estuve con ella vestida de ‘astronauta’, con doble cubrebocas, careta, dobles guantes, le canté mucho, le dije muchas cosas, le dije muchas veces que la amaba, que le echara ganas porque ella iba a salir, pero ya no salió”, dijo.

Desde entonces, ha sido difícil seguir, porque el dolor no se supera, solo se aprende a vivir con él, expresó.

“Yo tengo mi papá en casa, él no se contagió, entonces mi corazón mutilado por la perdida de mi mamá vive aterrado de que le pueda pasar algo también a él. Me cuido, tengo que salir, tengo que hacer mi vida, tengo que seguir como todos con esta nueva forma, pero existe ese riesgo y ese temor, y exagero, ‘eres una exagerada’, me dicen, ojalá que nadie tenga que exagerar después de haber perdido un familiar, ojalá todo mundo pudiéramos exagerar sin necesidad de vivir ese sufrimiento y ese dolor que no se quita”, subrayó.

Alma Fernando pidió a la gente no esperar a que tengan que sufrir la pérdida de alguien cercano para tomar conciencia y acatar las recomendaciones que todos los días hacen las autoridades de salud de acatar los protocolos sanitarios, porque después ya nada es igual y el dolor es permanente.

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