El Presidente Andrés Manuel López Obrador lo ha ganado todo en México, arrasa en los procesos electorales, destruye a su oposición y mantiene altos índices de popularidad, a pesar del desgaste natural de ejercer el poder.
Con el control político de México en un puño, alza su apuesta y mira hacia Latinoamérica, se convierte en el anfitrión de la VI Cumbre de Jefas y Jefes de Estado de Gobierno, de la Comunidad de Estados Americanos y Caribeños, y propone el sueño de Bolívar.
El tabasqueño ha conseguido reunir a representantes de países, que de otra manera nunca se verían juntos, los denostados representantes de Venezuela y Cuba están presentes, a pesar de los reclamos y repudios de sus colegas.
Y frente a todos, López Obrador propone una sola gran unión de países latinoamericanos haciendo un bloque económico con Estados Unidos y Canadá, el verdadero sueño americano.
La idea es tan vieja como Latinoamérica, el asunto son nuestras diferencias, y no las externas, sino las internas.
Un gran número de países latinoamericanos se desangra internamente, como Venezuela, Nicaragua y ahora El Salvador, mientras otras como Cuba son cápsulas en el tiempo, piezas de un rompecabezas perdido.
La apuesta es extraordinaria y de manera natural llama al fracaso, pero López Obrador tiene la época a su favor. A Centroamérica le urge ayuda para parar la sangría de migrantes que atraviesan nuestro País en busca de llegar a Estados Unidos.
La violencia provocada por la delincuencia organizada desestabiliza países completos, incapaces de enfrentar fuerzas devastadoras, financiadas con el oro del narcotráfico.
Estados Unidos comienza a voltear en serio hacia el sur y la ONU está dispuesta a recaudar los recursos necesarios para resolver la situación.
Si AMLO capitaliza todos estos elementos, su legado traspasaría nuestras fronteras.
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