La decadencia de los partidos políticos es tan evidente que apenas es motivo de discusión, la ciudadanía se ha visto obligada a elegir entre “el menos peor”, debido a la pobreza en la lista de políticos que tiene para elegir.
La lista de candidatos en la política mexicana se parece más a un cartel de palenque o de personajes de Carnaval, antes que a una lista de los mejores ciudadanos que deberían de regir sus vidas.
El espectáculo y la delincuencia organizada son los extremos entre los que se mueven los candidatos, pasando por cantantes, luchadores, payasos, viejos conocidos de la política más corrupta y hasta personajes relacionados directamente con la delincuencia organizada.
Preguntas, ¿En un país con más de 125 millones de habitantes no contamos con personas honestas y capaces que puedan gobernarnos?,¿Cuáles son los mecanismos que impiden que la ciudadanía real pueda acceder al poder?, ¿Seguiremos “secuestrados” por un pequeño grupo de políticos?
La respuesta es tan compleja como nuestra realidad, el sistema político mexicano es el resultado de la historia de un solo partido político en el poder, una herencia que sigue pesando en las estructuras del sistema.
Aun y cuando el viejo partido haya sido echado del poder, la herencia de su sistema político sigue existiendo, la única diferencia es que ahora lo utiliza un pequeño grupo de “empresarios de la política” que lo ha convertido en un gran negocio.
Si a esto le sumamos la llegada de las redes sociales y la masificación de la cultura del espectáculo, tenemos a cientos de artistas de medio pelo que pueden ser candidatos reconocidos por la mayoría de las personas.
Y si agregamos el enorme poder e influencia de la delincuencia organizada, obtenemos la capirotada de candidatos y candidatas sin otro objetivo que el poder como un enorme y descarado negocio.
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