La desigualdad que prevalece en México ha hecho que algunos alumnos hayan tenido las posibilidades de continuar de manera adecuada su proceso de aprendizaje desde casa, mientras que otros, los más, no tuvieron las condiciones para hacerlo.

    En medio de la pandemia del Covid-19, que ha sido la causa de que en México millones se contagiaran y cientos de miles fallecieran, el Gobierno ha ido permitiendo que ciertas actividades hayan vuelto a la normalidad en los meses recientes.

    Los restaurantes, aunque en algunos casos con restricciones en la afluencia, operan normales, los centros comerciales reabrieron sus puertas, las tiendas de autoservicios eliminaron la mayoría de las restricciones, los centros deportivos y de entretenimiento volvieron a tener vida y las escuelas, las escuelas no.

    Son, tal vez, el único espacio al que no se le ha permitido operar con la normalidad con la que se requiere y urge.

    Han sido casi dos años en que a nivel global se declaró la pandemia del Covid-19 y desde entonces, el sistema educativo básico, sobre todo en México, no volvió a ser el mismo.

    Las clases adoptaron la modalidad virtual y la enseñanza a distancia fue el método seguido, aunque los resultados no sean, hasta hoy, los esperados.

    La desigualdad que prevalece en México ha hecho que algunos alumnos hayan tenido las posibilidades de continuar de manera adecuada su proceso de aprendizaje desde casa, mientras que otros, los más, no tuvieron las condiciones para hacerlo.

    Esa es la razón por la que hoy México vive el reto de recuperar casi dos años perdidos en la formación de las nuevas generaciones, con un proceso educativo que no fue suficiente para mantener el crecimiento de los estudiantes.

    El Covid-19 seguirá presente, sin duda, en la vida de todos, pero los años decisivos para la formación de los niños y jóvenes no.

    Muchos de los sectores comerciales y de entretenimiento hoy operan con la normalidad que impone una pandemia y con las medidas sanitarias que cada quien en lo individual se deben adoptar. El turno ahora es para la educación, que significará un reto para todos el rezago que impuso la emergencia sanitaria. Llegó, ahora, el momento de educar.

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