Espacios seguros

    Que los bancos se hayan convertido en las últimas semanas en el objetivo de los grupos delictivos debería alertar a las autoridades. Asaltos violentos, con armas de fuego, como se han presentado en Culiacán, debería obligar a tomar acciones.

    Que los bancos se hayan convertido en las últimas semanas en el objetivo de los grupos delictivos debería alertar a las autoridades. Asaltos violentos, con armas de fuego, como se han presentado en Culiacán, debería obligar a tomar acciones.

    Pero algo pasa en Sinaloa en donde se tarda en reaccionar y en establecer las condiciones de seguridad necesarias, no solo en el tema de los bancos, sino de la inseguridad, en general.

    Y aunque los indicadores de seguridad señalen en la entidad una reducción en la incidencia delictiva, no significa que Sinaloa sea más seguro. Delitos hay, todos los días, en todas partes.

    Las medidas de seguridad reactivas nunca van a ser suficientes para frenar a la delincuencia, porque no actúa en un lugar específico, sino que se mueve por todos los rincones, donde no haya vigilancia.

    Sin embargo, mientras el Estado esté reaccionando a los hechos violentos y no los esté previniendo, como debería ser, México y Sinaloa seguirán siendo tierra fértil para la operación de bandas delictivas.

    Hasta ahora, poco se conoce de qué se está haciendo para que Sinaloa tenga comunidades más seguras, cómo le hacen para que las familias estén tranquilas mientras sus hijos estén en la calle, qué están haciendo para que el entorno sea más cómodo.

    Y sí, aunque los bancos cuentan con sus propios sistemas de seguridad, la incidencia de intentos de asaltos en esos espacios los está convirtiendo en lugares inseguros, al menos en Culiacán, que es donde se han estado concentrando esos hechos.

    La sociedad sinaloense requiere que haya espacios seguros, pero también de corporaciones confiables, de atención educada y expedita, de una justicia que castigue a quien cometa delitos y de un Gobierno dispuesto a avanzar en esa materia.

    Sí, los números cuentan una historia, pero los hechos, los que vive la gente en los espacios públicos, cuentan otra realidad y la inseguridad no se ha esfumado con las cifras. Sinaloa necesita más.

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