Nadie está a salvo

    Y aunque políticos, empresarios y profesionistas también sufren las consecuencias de la violencia, en realidad el que paga el mayor precio es el pueblo, ese que los políticos dicen siempre defender, el pueblo vulnerable y desguarnecido, el que no ha tenido nunca justicia, ni oportunidades, mucho menos seguridad.

    El secuestro y posterior liberación de un Diputado local en Sinaloa ya no sorprende, nuestros políticos finalmente se han ciudadanizado, y han terminado sufriendo los estragos de la violencia que afectan a toda la ciudadanía.

    Todavía hace algunos años era imposible pensar que un político de alto nivel en México pudiera ser alcanzado por la delincuencia organizada, pero hoy los tiempos han cambiado y se han convertido en rehenes de su propia ineficiencia, por decir lo menos.

    Es cierto, no podemos culpar al Diputado de ser culpable del crecimiento del poder de la delincuencia, pero sí podemos asegurar que gran parte de la razón de la violencia que recorre las calles de México se debe a las decisiones tomadas por nuestra clase gobernante.

    También es cierto que nuestros políticos están lejos de tener la capacidad para resolver el origen de gran parte de la violencia generada en México: el narcotráfico.

    El problema es tan complejo y de alcances planetarios que nuestros políticos tienen escasa capacidad de maniobra para resolverlo, así que antes de intentarlo se han dejado vencer, ahogados por el enorme tamaño de la tarea.

    El problema de la delincuencia organizada es que sigue creciendo sin parar, su mejor momento es la calma, cuando nadie se interesa en ellos, cuando las sombras les permiten seguir desarrollando sus negocios en la oscuridad.

    Y aunque políticos, empresarios y profesionistas también sufren las consecuencias de la violencia, en realidad el que paga el mayor precio es el pueblo, ese que los políticos dicen siempre defender, el pueblo vulnerable y desguarnecido, el que no ha tenido nunca justicia, ni oportunidades, mucho menos seguridad.

    Cada proceso electoral se prometía resolver el problema de inseguridad, hoy ya ni siquiera es un tema, en la última apenas si se habló de eso, ya no es un tema para los políticos, ya ni siquiera ellos están a salvo.

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