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"El encanto de vivir en Juárez"

"Después de las angustias de los feminicidios todos tuvimos alguna tragedia cerca"

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    Un buen juarense enfrenta al verano de 40 grados con 55 en el baño turco, un duchazo de agua helada, si hay tiempo un masaje a golpes de puño, y si alcanza para siesta se puede soñar en el Paraiso del Juárez que se fue cuando los bares no cerraban y los atendían preciosas mujeres traídas de Venezuela a ritmo de Juan Gabriel.
    Pero la vigorosa voz de Lino lo despierta con su típico humor negro: "No se me vaya a morir aquí, mi lic., porque me cierran el negocio, que al cabo que afuera están matando gratis".
    Y se sale uno a la calle con sólo 38 grados que se sienten como brisa matutina.
    Y de nuevo esa sensación de miedo, que se le cuelga a uno como la sombra, pero que no se va con el sol, sino que se hace más densa.
    ¿Habrá razón para sentir miedo ahora?
    Juárez siempre ha sido violento.
    Después de las angustias de los feminicidios todos tuvimos alguna tragedia cerca.
    ¿Será cierto que la tasa de homicidios se ha multiplicado por 10?
    ¿Quiere decir que por cada conocido asesinado ahora han caído 10?
    ¡Carajo, si los puedo contar!
    Sepultamos a Gerardo; al Cerillo, que fue el primer degollado; al buen Jurado; al vecino de mi hijo.
    ¡Caramba, si que los puedo contar! Y seguro pasan de 10, pero lo más atemorizante son algunas muertes inexplicables: Manuel Arroyo, el profe González, los tres licenciados Escobedo, Perrusquia, Urías...
    De verdad el Juárez de ayer era casi el paraíso; cuando mucho unos dos hubieran caído y de algunos que ni pensarlo.
    Antes de 2008 los secuestros eran un lujo de los muy ricos y alguno llevaba su experiencia como cicatriz de guerra.
    Ahora se llevan a cualquier estudiante por 40 mil pesos y hay quienes no regresaron.
    Y los que se dice que desaparecieron los soldados, los hermanos Zúñiga, por ejemplo.
    Extorsiones: antes sólo a los tontos por teléfono. Pero ahora hasta les quemaron el negocio o los mataron, como al licenciado de Zaragoza, por no pagar.
    Antes te robaban el carro de los estacionamientos; ahora a las mujeres las bajan del auto y hay caídas muy dolorosas.
    Cómo duele que los jóvenes regresen a casa a las 10 y te digan que la reunión estuvo aburrida. En mis años llegaba después de sacar al sol de los puros pelos.
    Y es que el miedo se ha metido por todos los rincones y a todos nos ha llegado, y todos tomamos precauciones:
    Es mejor andar solo en el carro, así no comprometes a nadie si te tocara.
    Bríncate la luz roja con precaución; la mayoría de las ejecuciones se da en los semáforos en alto.
    Que me ve el camarada de esa camioneta, "que no me lo den por bueno".
    Y en la radio se da el reporte de día, como si fuera marcador de basquetbol: "Con los siete homicidios dolosos de hoy pasamos de 100 en lo que va del mes".
    ¿Miedo? ¡Sí! Juárez es la ciudad del miedo y del trabajo, porque además aquí, como en el DF, hay que batallar para todo.
    ¡Sí se vive en el susto! Pero a lo que más se le teme es a perder el miedo, porque entonces te descuidas.
    Pero como les decía al principio, cuando se llega a casa para bajar los nervios, una buena película. Qué les parece Natural Born Killers, de Oliver Stone.
    *Visitador de la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Chihuahua.

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