La Verbena y la burla desde el mostrador
La noche de este lunes, mientras las familias disfrutaban de la Verbena, en la taquilla del DIF Culiacán se transmitía por TikTok una dinámica que consistía en señalar “las prendas más nacas para usar cuando se va a la Verbena”.
Esa frase fue dicha por una funcionaria que vestía uniforme de una dependencia creada para asistir y no para juzgar, y fue un recordatorio de que a veces el origen de la discriminación no está del lado del ciudadano, sino del escritorio institucional. A esta dinámica se sumaron todos los funcionarios y funcionarias que estaban en la taquilla del Gobierno Municipal.
Tanto se ha cansado la autoridad municipal de invitar a la ciudadanía a asistir a la Verbena, pero resulta que ahora uno tiene que ir de gala o no vaya a ser señalado como “naco” por el equipo de DIF Culiacán.
Las formas de vestir no nacen de una pasarela mental ni de la inspiración del algoritmo; nacen de la realidad. Vestir responde al ingreso, a la historia familiar, a lo heredado, a lo que quedó bueno, a lo que alguien regaló, o a la identidad que permite sentir pertenencia. También responde a la cultura, a lo político, a lo social, a lo aspiracional y a lo que la vida permitió. Pero todo esto parece desconocerlo el personal que esa noche decidió convertir la ropa en motivo de burla pública. Y es particularmente grave que provenga de funcionarios de asistencia social: quienes deberían entender los contextos son justamente los que los ridiculizan.
La Ley Federal para Prevenir y Eliminar la Discriminación es clara cuando prohíbe “incitar al odio, violencia, rechazo, burla, difamación, injuria, persecución o exclusión” y sanciona la violencia psicológica por la “apariencia física o forma de vestir”, tal como señalan las fracciones XXVII y XXVIII del artículo 4. No se trata de que la ciudadanía sea susceptible; se trata de que la ley lo reconoce como un acto discriminatorio. El problema no es la ropa: es la autoridad burlándose de quien debería servir.
Lo ocurrido refleja algo más amplio: la nula capacitación de los equipos municipales que atienden a la población. Y ahí el llamado es directo para el Alcalde Juan de Dios Gámez Mendívil. Porque cuando la burla nace en una institución, cuando la empatía no se enseña, cuando el respeto no se exige, no es un hecho aislado: es el síntoma de una administración débil, que no entiende que la dignidad no es un accesorio opcional en la política pública.
l final, la ropa nunca fue el tema. Lo verdaderamente “naco”, para usar su palabra falta de respeto, fue que la burla saliera desde la silla del gobierno. Y eso sí que no combina con ninguna administración que aspire a llamarse cercana, humana o social.
Tras homicidio en su puerta, la prioridad es otra
Que la ciudadanía siga asistiendo a la verbena y al desfile navideño es, según el Secretario del Ayuntamiento, José Ernesto Peñuelas Castellanos, prueba de que la gente “busca espacios recreativos” pese a los hechos violentos.
Una lectura optimista... o conveniente. Porque nada equilibra mejor un homicidio frente al Ayuntamiento que miles de personas tomándose fotos con luces navideñas.
Llama la atención que, ante un ataque armado en pleno Palacio Municipal, la respuesta de una autoridad municipal sea destacar la afluencia a los eventos decembrinos. Su postura termina funcionando como un mensaje de normalidad que esquiva el hecho de que se comete un homicidio a metros del Palacio Municipal sin que se hable de fallas o responsabilidades.
La insistencia en el “saldo blanco” de la Feria Ganadera, la verbena y el Jardín Botánico plantea la idea de que mientras los eventos masivos se desarrollen sin incidentes, el resto puede pasar a segundo plano. Como si la gente asistiera a estas actividades porque confía en la protección institucional, y no porque la vida cotidiana sigue incluso cuando la violencia ocurre literalmente frente a las oficinas del Gobierno.
Al final, recurrir a la imagen de miles de familias disfrutando actividades decembrinas opera como un escudo narrativo que normaliza lo ocurrido.
El homicidio frente al Ayuntamiento y todos los ocurridos esté fin de semana y en los últimos 14 meses queda colocado como un hecho aislado que no altera la “convivencia familiar”. Pero la seguridad, y la responsabilidad institucional, no se mide por la cantidad de visitantes en la verbena, sino por la capacidad de impedir que episodios así se repitan justo bajo la mirada de la autoridad.
La asistencia de auxilio
En el Zócalo capitalino, entre el festejo político por los siete años del proyecto lopezobradorista, Rubén Rocha Moya hizo algo más terrenal que celebrar: fue a pedir auxilio. Y no lo disimula.
La UAS se le convirtió en una papa hirviendo y, antes de que le reviente en diciembre, buscó a quien quisiera escucharle el problema de los aguinaldos y la reingeniería universitaria.
Que Mario Delgado lo haya “atendido tantito” y que Gobernación prometa venir “muy probablemente mañana” suena más a cortesía política que a compromiso firme.
Pero ya sabemos que, en la vida pública, la semántica del poder está hecha de tal vez, probables y ya veremos.
La verdad es que esta mesa de diálogo no nació por voluntad, sino por presión: jubilados protestando, finanzas tensionadas, acusaciones cruzadas, diciembre encima. No había más margen.
Si el Gobierno federal ahora decide mandar funcionarios a Sinaloa, no es solo por Rocha: es porque el conflicto escaló.
Y por supuesto que si Rocha le entra al quite se puede echar a la bolsa a toda esa maquinaria, antes pasista, para que le respalden a su candidato en las próximas elecciones.
Este martes, a las 2 de la tarde, comenzará la mesa que todos pedían. Porque una cosa es que se sienten a dialogar, y otra muy distinta es que alguien realmente esté dispuesto a ceder a soltar lana.
La Federación llegará, sí, pero no para salvar a nadie: más bien para evitar que esto empeore.
Y ojo: si de esta reunión no sale una ruta clara, transparente y urgente, el conflicto cambiará de fase.
Ya no será solo un tema universitario, ni estatal. Será una crisis política en pleno cierre de año, justo cuando menos músculo tiene cualquier gobierno para enfrentarlo.